Marginalia et adversaria. Septiembre 2003

 

 

"Cosas que hacen una vida feliz":

los antiguos lo sabían mejor

 

© Gabriel Laguna Mariscal

 

Maruja Mall: La verbena

Resulta patético contemplar la balumba de falsos valores que el hombre moderno adora como al becerro de oro: la ambición material, el medro político, el poder. Nos interesamos y engolfamos en fruslerías como la corrupción política, los cotilleos de la televisión basura, la crónica morbosa de sucesos criminales o la trastienda de los equipos de fútbol. Ancients knew better: sí, los clásicos sentenciaron con claridad que este pandemonium de falsos valores no puede proporcionar la felicidad al hombre. Un satirista romano como Persio, de mediados del siglo I de nuestra era, pudo exclamar con indignación: "¡Oh afanes de los hombres, oh cuánto de vacuo hay en el mundo" (Sátiras I 1). También el poeta Horacio, a pesar de hallarse en los aledaños del poder imperial, atisbó con lucidez que ni el logro material ni el medro político pueden hacer feliz al hombre (Odas II 16, 9-16):

 

Pues ni los tesoros ni el poder consular

son capaces de disipar los tristes agobios

de la mente y las cuitas que revolotean en torno a los

artesonados.

 

Vive bien con poco aquel, en cuya humilde

mesa luce el salero heredado de los padres,

y ni el temor ni la cutre ambición le ahuyentan sus

plácidos sueños.

 

En esta entrega de Marginalia et Adversaria me propongo trazar la historia de una forma de pensar y de un tópico literario: los requisitos para una vida feliz. Partiré del epigrama X 47 de Marcial, que presenta un tratamiento muy elegante y nítido del tópico. Y rastrearé la influencia de esta composición en la literatura española y europea, desde el Renacimiento hasta nuestros días.

 

El epigrama X 47 de Marcial

Marcial dirige su epigrama X 47 a su amigo y patrón Lucio Julio Marcial. Esta composición, que enumera las condiciones de una vida feliz, es uno de los poemas más famosos del autor, y ha tenido una recepción literaria importante. He aquí el texto latino, acompañado de una traducción castellana:

Vitam quae faciant beatiorem,

Iucundissime Martialis, haec sunt:

Res non parta labore, sed relicta;

Non ingratus ager, focus perennis;

Lis numquam, toga rara, mens quieta;    5

Vires ingenuae, salubre corpus;

Prudens simplicitas, pares amici;

Convictus facilis, sine arte mensa;

Nox non ebria, sed soluta curis;

Non tristis torus, et tamen pudicus;      10

Somnus, qui faciat breves tenebras:

Quod sis, esse velis nihilque malis;

Summum nec metuas diem nec optes.

Los ingredientes que hacen la vida más feliz,

entrañable Marcial, son éstos:

hacienda no conseguida afanosamente, sino heredada;

un campo agradecido, fuego constante;

ningún pleito, toga rara vez, espíritu tranquilo;

vigor natural, cuerpo sano;

juiciosa sencillez, amigos de igual condición;

alimento frugal, mesa sin lujo;

la noche no ebria, más carente de cuitas;

el lecho alegre, pero a un tiempo casto;

un sueño que acorte el tiempo oscuro;

querer ser lo que eres, y no preferir nada más;

no temer el postrero día, ni desearlo.

Entiendo, como ya he propuesto en otros lugares [1], que un tema desarrollado en un texto literario puede y debe ser interpretado críticamente como tópico literario si concurren en él los siguientes tres requisitos:

a) Que desarrolle un contenido semántico de concreción media;

b) que dicho contenido se manifieste mediante una forma literaria determinada, perceptible y definible (en términos de estructura, forma retórica, imaginería literaria, léxico, etc.);

c) y que el motivo, precisamente con esas características de fondo (semántico) y de forma (literaria), muestre recurrencia en la literatura europea occidental.

El motivo desarrollado por Marcial en su epigrama X 47 cumple con creces esos tres requisitos. Documentaremos el tercero de ellos más adelante en este trabajo, al rastrear la fortuna literaria del epigrama en cuestión en las letras españolas. Con respecto al requisito a) (contenido semántico concreto), el tema del epigrama podría enunciarse como "Condiciones que procuran una vida feliz". Como es fácil observar, este tema coincide prácticamente con la noción expresada en el verso inicial del poema.

En cuanto a la forma literaria (requisito c), el texto se estructura en dos partes:

  1. una sección inicial de planteamiento (vv. 1-2), que presenta explícitamente el tema;

  2. y una segunda sección, más amplia (vv. 3-13), que consiste en la enumeración pormenorizada de las principales condiciones y requisitos que, en opinión del autor, contribuyen a procurar la felicidad en la vida; esta segunda sección se caracteriza por dos rasgos formales o estilemas: la parataxis (predominio de la yuxtaposición sobre la subordinación) y la oración nominal (frases sin verbo).

 

Contenido doctrinal (epicúreo) del epigrama

Hay datos e indicios suficientes que sugieren que Marcial pretendió exponer en este epigrama un ideario vital de raigambre epicúrea. Para ello, se sirvió de fuentes literarias griegas y latinas. A continuación pasaré revista a los principales motivos de carácter epicúreo que desarrolla el poema, con indicación de sus fuentes:

a) La vida feliz, meta de la filosofía:

Ya el propio enunciado que presenta el tema principal del epigrama es epicúreo: Vitam quae faciant beatiorem (v. 1: "Condiciones que procuran una vida feliz"). Pues, en efecto, para Epicuro la filosofía no era sólo un saber teórico, sino una actitud vital y práctica que proporciona felicidad a la vida. En un fragmento que comenta sobre esta actitud leemos: "y por eso decía Epicuro que la filosofía es una actividad que con palabras y razonamientos proporciona una vida feliz" (frag. 221 Usener).

b) Dicotomía cuerpo sano / mente tranquila:

En uno de los tres textos aludidos antes, en que Epicuro propone la felicidad vital como meta de la filosofía, el filósofo especifica que el contenido concreto de esa felicidad es el placer: "afirmamos que el placer es el principio y fin de una vida feliz" (Diógenes Laercio X 128, 11). El placer, a su vez, se logra mediante la satisfacción o rechazo de los deseos, con vistas siempre a una meta dicotómica: la salud del cuerpo y la tranquilidad del espíritu:

"De modo que, si los conocemos bien [los deseos], sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o la tranquilidad del alma, ya que éste es el objetivo de una vida feliz" (Diógenes Laercio X 128, 4).

Con esos precedentes filosóficos no debe sorprender que Marcial dedique también una frase al cuerpo sano (6 salubre corpus) y otra al espíritu tranquilo (5 mens quieta).

c) La tranquilidad del espíritu y el sueño tranquilo:

Esa noción de la tranquilidad del espíritu, o imperturbabilidad, que en griego se expresa mediante el término ataraxía, ocupa una posición central en el ideario epicúreo. La ataraxía consiste, a su vez, en la ausencia de preocupaciones y de miedos. Una manifestación particular de esa tranquilidad anímica es el sueño tranquilo del individuo humilde, algo que Marcial destaca (11), y que ya Epicuro había considerado un bien, en contraste con el insomnio de los ricos: "Es mejor para ti yacer tranquilo sobre un lecho de hojarasca que agitarse inquieto poseyendo un lecho de oro y una suntuosa mesa" (frag. 207 Usener).

d) Afanes que perturban la tranquilidad del espíritu:

Epicuro rechazaba cualquier actividad que pudiera interferir con la deseable tranquilidad anímica: así, denostaba la participación política en la vida pública, la dedicación a los negocios, la superstición religiosa (esto es, el miedo a los dioses), el miedo a la muerte, y hasta el matrimonio y la procreación de hijos. Marcial, en idéntica línea, denuesta la dedicación a los negocios para conseguir riqueza (v. 3), así como los pleitos (5 Lis numquam) y la política (5 toga rara).

e) La amistad como bien epicúreo:

Es muy significativa también la mención concreta que Marcial hace de la amistad como de un bien: pares amici (7). Pues es sabido que Epicuro tenía en alto grado a la amistad, según nos testimonia Cicerón: Epicurus... dicit... nihil maius esse amicitia, "Epicuro afirma que no existe nada más importante que la amistad" (Cic. Fin. I 65). El propio Epicuro había establecido taxativamente: "De cuantos bienes proporciona la sabiduría para la felicidad de toda una vida, el más importante es la amistad" (Máximas Capitales 27). Teniendo en cuenta este "background" filosófico del tema de la amistad, cobra particular sentido la mención de Marcial.

f) La autarquía y la dieta frugal:

Otro ideal epicúreo es la autarquía, es decir, la autosuficiencia y conformidad con lo (mucho o poco) que se posea. Cedamos de nuevo la palabra a Epicuro: "La autarquía la tenemos por un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco, sino para que, si no tenemos mucho, con este poco nos baste," (Diógenes Laercio X 130).

Y Marcial afirma que lo ideal para lograr la felicidad es no pretender más de lo que se es: Quod sis, esse velis nihilque malis (12). Como corolario particular de ese ideal de autarquía, el epicureísmo propugna una vida sencilla y frugal. Epicuro afirma que "todo lo que la Naturaleza reclama es fácil de obtener" (Diógenes Laercio X 130). Exactamente por eso Marcial rechaza el lujo en la mesa (8 sine arte mensa) y defiende la "comida al alcance de la mano" (8 convictus facilis); todo ello, impregnado de una "juiciosa sencillez" (7 prudens simplicitas).

g) Ni temer ni desear la muerte:

El último postulado de Marcial, como culminación solemne de la enumeración, es la invitación a no temer ni desear la muerte (v. 13). También documentamos un precedente claro de este postulado en Epicuro, para quien el cultivo de la filosofía debe mostrar que la muerte no es un mal, y que, por tanto, el sabio no debe ni temerla ni desearla:

"El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos. [...] A pesar de ello, la mayoría de la gente unas veces rehúye la muerte viéndola como el mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de esta vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehúye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte." (Diógenes Laercio X 126)

h) Conclusiones: epicureísmo del epigrama:

Con lo expuesto, parece que ha quedado demostrado, más allá de toda duda razonable, que Marcial se propuso exponer en este epigrama un ramillete de postulados de la filosofía epicúrea, si bien bajo un ropaje poético. Esto es, Marcial hace una versión literaria y sintética de lo que sería un sesudo tratado de doctrina epicúrea. Por ello, prácticamente todos los puntos del ideario vital de Marcial pueden documentarse, y a veces al pie de la letra, en Epicuro o en sus seguidores latinos. Establecido eso, es hora de rastrear la pervivencia del epigrama en las letras españolas.

 

Recepción literaria de Marcial X 47

El epigrama X 47 de Marcial ha tenido una rica recepción en las letras españolas. Compusieron imitaciones o traducciones poetas como Cristóbal de Castillejo (el primero, a lo que sé), Joaquín Romero de Cepeda, Francisco López de Zárate, Manuel Salinas y Lizana. Podemos citar, como muestra, la traducción libre de López de Zarate (atribuida a veces a Lope de Vega), que convierte los 13 versos del epigrama de Marcial en los catorce de un soneto. Y es que ha de tenerse en cuenta que los literatos del Renacimiento juzgaban que el soneto era el equivalente vernáculo del epigrama grecolatino. He aquí el texto del soneto:

Estas las cosas son que hacen la vida

Agradable, Marcial, más fortunada,

Hacienda por herencia, no ganada

Con afán, heredad agradecida.

 

Hogar continuo, nunca conocida                5

Querella o pleyto, toga poco usada,

Fuerzas, salud, el alma sossegada,

Sencillez cuerda, amigos a medida.

 

Mesa sin artificio, leve pasto,

Noche sin embriaguez, ni cuidadosa,          10

Lecho no solitario, pero casto.

 

Sueño que abrevie la tiniebla fea;

Lo que eres quieras ser, y no otra cosa,

Ni morir teme, ni vivir desea.

 

Como se aprecia fácilmente, López de Zárate (o Lope de Vega) ha conseguido una relativa fidelidad y una gran condensación poética. Los ripios de relleno son muy escasos (2 "Agradable", 6 "o pleyto", 12 "fea"). Globalmente, puede calificarse de una muy lograda versión, que, además, ha salido airosa con las imposiciones métricas del soneto.

Officina Plantiniana

El famoso impresor renacentista Christophe Plantin (Plantino) (1514-1589), de origen francés, estableció una imprenta en Amberes en 1550. A su muerte, su yerno Mureto siguió con el negocio. Y la imprenta continuó en el mismo local ininterrumpidamente desde 1576 hasta 1876, fecha en que el último propietario de la casa Plantino-Mureto vendió el edificio al concejo de Amberes, con toda su colección de manuscritos, libros impresos, grabados y obras de arte. Hoy el centro es un Museo de la Imprenta, el Museo Plantin-Muretus, donde los visitantes y turistas pueden comprar un póster que consiste en la reproducción de un soneto de Christophe Plantin, titulado "Le bonheur de ce monde" ("La felicidad de este mundo"), e impreso con la tipografía del famoso impresor. Salta a la vista que el soneto de Plantino es una elaboración literaria del epigrama X 47 de Marcial. Presento a continuación el texto, tal como fue impreso por Plantino, y una traducción castellana del soneto (la primera, a lo que sé):

 

 

 

Tener una casa cómoda, limpia y hermosa,

un jardín tapizado de fragantes espaleras,

frutas, buen vino, poca servidumbre, pocos hijos,

poseer solo, sin algaraza, una fiel esposa.

 

No tener deudas, amor, pleito ni reclamación,

ni reparto que hacer con los parientes,

contentarse con poco, no esperar nada de los Grandes,

acompasar los propios designios sobre un justo modelo.

 

Vivir con desahogo y sin ambición,

entregarse sin beatería a la devoción,

domar las pasiones, hacerlas obedientes.

 

Conservar el espíritu libre y el juicio firme,

rezar el rosario cultivando los injertos,

es esperar, seguro de sí, muy dulcemente la muerte.

 

 

Por otro lado, el profesor Vicente Cristóbal López ha descubierto la imitación de Marcial X 47 en dos pasajes poéticos del siglo XVII [2]. El primero pertenece a una de las joyas de la literatura española de la Edad de Oro, la "Epístola moral a Fabio" del capitán Andrés Fernández de Andrada (escrita poco antes del 1613), en cuyos versos 127-132 pueden detectarse ecos de Marcial X 47:

Un ángulo me basta entre mis lares,

un libro y un amigo, un sueño breve,

que no perturben deudas ni pesares.

 

Esto tan solamente es cuanto debe         130

naturaleza al parco y al discreto,

y algún manjar común, honesto y leve.

El segundo ejemplo es la composición del poeta barroco sevillano Juan de Jáuregui (1583-1641) "De la felicidad de la vida". Leemos en los versos 28-61 de este poema:

¡Oh cuán ajenas son, cuán diferentes

de la vida feliz y descansada

estas vulgares horas aparentes!             30

 

Oye, Licino, pues, y la engañada

multitud, a mi voz, contigo, atienda,

si el bien humano conocer le agrada.

 

Éste será la moderada hacienda,

habida por herencia, y sin que el dueño    35

Con perpétuos afanes la pretenda;

 

florido y fértil campo, aunque pequeño,

cuya cosecha, al que lo siembra ufano,

ni le desvele ni perturbe el sueño;

 

cómoda habitación, que en el verano       40

el fresco admita, y en invierno el fuego,

atizado tal vez con propia mano;

 

tranquilidad del ánimo y sosiego,

de litigios exento y pretensiones,

nunca pendiente del favor ni el ruego;     45

 

bien compuesta salud, sin presunciones

de aliento y fuerzas, que a seguir te obliguen

las tropas de guerreros escuadrones;

 

prudente sencillez, do se mitiguen

los vuelos del ingenio remontados,          50

ni en desvelos ocultos se fatiguen;

 

iguales los amigos, no encumbrados,

donde obliguen a ser destituidos

o con violenta maña conservados;

 

fácil, templada mesa, do servidos           55

serán manjares limpios, naturales,

no los adulterados o fingidos.

 

Y pues nacidos somos y mortales,

ni tiembles de la muerte aborrecida,

ni la procures; que en templanzas tales   60

hallarás el descanso de la vida.

Domina en este tratamiento de Juan de Jáuregui, como puede apreciarse fácilmente, una amplificación muy considerable (amplificatio), pues cada verso del epigrama (en cuatro ocasiones, incluso hemistiquios) es vertido en una estrofa castellana.

Conviene ahora dar un amplio salto en el tiempo, para pasar del siglo XVII al XX. Veremos así cómo la recepción del epigrama de Marcial no se ha limitado a la poesía española aurisecular, sino que también ha encontrado (hu)eco en la contemporánea. Para empezar, Jaime Gil de Biedma (1929-1990) compuso este poemita, incluido en el libro Poemas póstumos (1968), y que recuerda a Marcial ya desde su muy latinizante título (igual al de un ensayo de Séneca):

Jaime Gil de Biedma

DE VITA BEATA

 

En un viejo país ineficiente,

algo así como España entre dos guerras

civiles, en un pueblo junto al mar,

poseer una casa y poca hacienda

y memoria ninguna. No leer,

no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,

y vivir como un noble arruinado

entre las ruinas de mi inteligencia.

 

 

Este texto desarrolla el mismo tema central del epigrama X 47 de Marcial, pues expone en qué consiste la felicidad. Con respecto a su estructura, la primera parte que distinguíamos en el tópico (la presentación del tema) se encuentra, en realidad, no en el texto mismo de la poesía de Gil de Biedma, sino en su título: "DE VITA BEATA". A continuación el poeta explicita las condiciones de dicha felicidad, en forma de enumeración de requisitos, con tendencia a la frase nominal (no hay un solo verbo principal en todo el poema). ¿Qué modelo literario tuvo en cuenta Gil de Biedma?. Ciertamente, las coincidencias de detalle con Marcial son mínimas, y quizá casuales ("hacienda" = res, "No sufrir" - Nox... soluta curis). De hecho, parece muy probable que el modelo inmediato que Gil de Biedma tomara, el que le sirviera como acicate, fuera precisamente el soneto citado de Plantino. Algunas coincidencias significativas sugieren la posible imitación: "Avoir une maison commode" = "poseer una casa", "Se contenter de peu" = "poseer... poca hacienda", "N'avoir dettes" = "no pagar cuentas". En conclusión, Gil de Biedma ha imitado tanto el tema general como la forma poética del tópico, pero no los pormenores del contenido, y teniendo en cuenta probablemente el texto de Plantino como modelo inmediato.

Por fin, el poeta contemporáneo (amén de filólogo clásico) Luis Alberto de Cuenca (Madrid 1950) compuso el siguiente poema, incluido en su libro Por fuertes y fronteras (de 1996):

 

SOBRE UNA CARTA DE JOHN KEATS

 

Un dios por quien jurar. El buen tiempo (supongo).

La salud. Muchos libros. Un paisaje de Friedrich.

La mente en paz. Tu cuerpo desnudo en la terraza.

Un macizo de lilas donde rezar a Flora.

Dos o tres enemigos y dos o tres amigos.

Todo eso junto es la felicidad.

 

Thomas Chambers: Paisaje

 

También hay aquí coincidencia con Marcial en el tema general del tópico: la definición de la felicidad. Respecto a la estructura, Luis Alberto de Cuenca conserva las dos partes que distinguíamos en el epigrama de Marcial, si bien alterando el orden: en la sección inicial (vv. 1-5) enumera los requisitos para una vida feliz, con estilo paratáctico y dominio de la frase nominal (tampoco hay un solo verbo en forma personal en los versos 1-5); y en la segunda parte, constituida por el último verso (6 "Todo eso junto es la felicidad"), recapitula. Con respecto al detalle de los requisitos, de Cuenca es muy original y, sin embargo, recoge algunos elementos de Marcial, a veces literalmente: "La salud" = salubre corpus, "La mente en paz" = mens quieta, "y dos o tres amigos" - pares amici. Otros de sus requisitos también nos recuerdan a Marcial, si bien más lejanamente: "Tu cuerpo desnudo en la terraza" introduce una nota de sensualidad que evoca Non tristis torus de Marcial; "Dos o tres enemigos" parece que recuerda, y corrige, el Lis numquam del epigramatista latino (estaríamos, en este último caso, ante una imitatio cum variatione); por último, el verso "Un paisaje de Friedrich" es reminiscente del ager de Marcial. Pero, además, lo curioso es que Luis Alberto de Cuenca no imita exclusivamente a Marcial sino, en virtud del procedimiento imitativo que llamamos contaminatio o "imitación compuesta", parece incorporar simultáneamente detalles del poema de Jaime Gil de Biedma: así, su aserto "Muchos libros" está aludiendo a, y corrigiendo, la preferencia "No leer" de Biedma.

Creo que el acercamiento de los dos poetas contemporáneos al epigrama de Marcial es radicalmente distinto al de los poetas españoles auriseculares. Los poetas de los siglos de Oro traducían, más o menos libre y parafrásticamente, tanto el contenido como la forma literaria; en cambio, los poetas contemporáneos adoptan la forma literaria del epigrama (el "diseño retórico") como cauce para expresar un contenido sustancialmente distinto, que sólo coincide parcialmente con el de Marcial. En todo caso, queda claro que la forma literaria del tópico clásico, aun como marco de nuevos contenidos, sigue vigente. En ello consiste la actualidad de los clásicos: nos sirven como odres añejos en que verter vinos nuevos.

© Gabriel Laguna Mariscal

Todos los derechos reservados.

Se permite la reproducción, citando la fuente.

 

Se sugiere citar el presente artículo así (según normas del MLA):

 

Laguna Mariscal, Gabriel. "Para vivir no quiero islas, palacios, torres: el tópico literario de la recusatio" Tradición Clásica. Septiembre 2003. Acceso 20 Dic. 2003. [cámbiese según proceda]

<http://www.uco.es/~ca1lamag/Septiembre2003.htm>

 

 

Notas

[1] He tratado de estos distingos metodológicos en dos artículos: "En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada: historia de un tópico literario", Anuario de Estudios Filológicos 22 (1999), 199-231, esp. 201-2; y en "«Cosas que procuran una vida feliz»: contenido y fortuna literaria del epigrama X 47 de Marcial", en Homenaje a la Profesora Carmen Pérez Romero, Cáceres: Universidad de Extremadura, 2000, 321-337, esp. 322-323 (para leer este artículo on-line, pulsa sobre el título). Por cierto, esta entrega de Marginalia et adversaria es un resumen del segundo artículo citado.  Volver al texto principal.

[2] V. Cristóbal López, "Marcial en la literatura española", en Actas del Simposio sobre Marco Valerio Marcial, poeta de Bílbilis y Roma. Ponencias, Zaragoza: UNED, 145-210. Volver al texto principal.

 

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