Conservación, diversificación y mejora de pastizales

 

Los pastos herbáceos de las dehesas albergan una gran biodiversidad de especies, superior, en muchos casos, a otros sistemas menos intervenidos por el hombre. El relieve, la disponibilidad de agua en el suelo y la influencia de árboles y arbustos son algunos de los factores que determinan tan importante variabilidad. Sin embargo, el pastoreo de los animales juega un papel decisivo en la dinámica de los pastos, ayudando a que determinadas especies colonicen nuevos espacios, o por el contrario pierdan importancia.

 

El pastoreo continuado y de intensidad moderada es capaz de consolidar pastos estables y de calidad, pero desequilibrios debidos al abandono o a la intensificación de este aprovechamiento generalmente provocan el efecto contrario. Los pastos, tienen otro importante papel en el buen estado del ecosistema: además de ser el principal alimento de la fauna doméstica y silvestre, también evitan la degradación del suelo, protegiéndolo frente a la erosión y la compactación.

 

Para mejorar la gestión de los pastos, hemos realizado actuaciones orientadas a optimizar el manejo del pastoreo y a mejorar la productividad y calidad de los mismos.

Mejora de la composición del pastizal y abonado y enmienda

Estas actuaciones de mejora se han llevado a cabo en 21 de las fincas de la Red sobre un total de 127 hectáreas. La primera parte de los trabajos consistió en la preparación del terreno mediante un doble pase de grada cruzado, con el fin de conseguir que los primeros centímetros del suelo quedasen sueltos. Se consiguen mejores resultados si el suelo está en tempero después de las lluvias.

 

A continuación se realizó la siembra junto con el abonado aprovechando el pase de la abonadora centrífuga. Los abonos que se han empleado son fosfato natural blando para fincas con producción ecológica (dosis recomendada de 300 kg/ha) o superfosfato de cal 18% (dosis de 200 kg/ha). En los casos en los que sólo hemos realizado el abonado, en las 323 ha en las que se ha actuado, varía la dosis; 225 kg/ha para fosfato natural blando y 150 kg/ha para el superfosfato de cal.

 

Las semillas que se ha utilizado es una mezcla de especies pratenses adaptadas a las condiciones de las fincas (leguminosas con gramíneas anuales y perennes) con una dosis de 25-30 kg/ha. Cuando las fincas en la que se realizaron las mejoras se gestionaban mediante prácticas de agricultura ecológica, se obtuvo un certificado de la empresa suministradora de que las semillas utilizadas no habían sido modificadas  genéticamente, ni  sometidas a ningún tratamiento químico.

 

Una vez realizada la siembra se pasó un rulo ligero para cubrir las semillas, teniendo en cuenta que la semilla se debe enterrar poco, de 1 a 3 cm. Cuando el suelo tiene mucha humedad se debe evitar este pase de rulo que puede compactar el terreno y crear una costra superficial. En dichas ocasiones es más oportuno utilizar una rastra o haz de ramas para minimizar las pérdidas por predación y mejorar su nascencia.

 

Los resultados de esta actuación han sido muy dispares, mientras que en algunas fincas se ha conseguido implantar la pradera que se perseguía, en otras no se ha logrado. Quizás uno de los motivos que más ha influido en este punto ha sido que las siembras se hicieron algo tardías, concretamente durante los meses de noviembre y diciembre, debido al gran número de actuaciones que había que coordinar para su inicio en otoño, a ésto se unió un periodo posterior de escasa precipitación. En todo caso, y como recomendación general, se aconseja hacer las siembras más tempranas, preferiblemente entre septiembre y octubre.

 

En la mayoría de los casos, cuando se ha hecho una siembra y mejora de pastizal, se ha realizado una reserva temporal de pastizal mediante la instalación de cercados perimetrales con malla anudada galvanizada de 1,5 m de altura sujeta con postes metálicos.

Cultivos forrajeros para el alimento del ganado en la dehesa

Se han implementado cultivos forrajeros en un total de 16,42 hectáreas, utilizando para ello una mezcla de triticale, veza y avena, con una dosis de 60 kg/ha. La preparación del terreno y las actuaciones son las mismas que en la implantación de pratenses. En los casos que se ha aplicado un abonado previo a la siembra se ha utilizado 300 kg/ha de fosfato natural blando, al 12 % soluble en agua. Se recomienda hacer la siembra durante los meses de septiembre a octubre, sin embargo, nosotros la hemos realizado en noviembre y diciembre, por lo que los resultados no han sido óptimos.

¿Qué hemos aprendido?

Una vez que hemos ejecutado las actuaciones, resulta de vital importancia realizar un buen manejo del pastoreo en la parcela. Si el otoño viene con una pluviometría adecuada, el primer aprovechamiento habría que hacerlo en diciembre, para las siembras efectuadas más tempranas. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que el estado del terreno permita el pisoteo del ganado. En el caso de que haya una primavera con una pluviometría alta, se realizará un segundo aprovechamiento a la salida del invierno, antes de que comience la floración hasta la primera quincena de abril, en la que sacaríamos el ganado dejando la parcela para que florezca y semille. De esto va a depender la creación de un buen banco de semillas que nos va a permitir su autosiembra en otoño y por lo tanto su persistencia. Por último meteríamos de nuevo el ganado cuando esté totalmente seco y nos aseguremos que la semilla quede en el terreno.

 

En aconsejable que además de realizar un manejo adecuado de la parcela, en la medida de lo posible la parcela cuente con una serie de infraestructuras, como son un punto de agua y un cercado. El cercado facilita el manejo del ganado, adecuando las cargas ganaderas a la evolución y necesidades del pasto. El punto de agua en el interior de los cercados facilita la recirculación de los nutrientes y, en el caso de la actuación de implantación de praderas, la resiembra en la parcela de actuación.

Una vez que hemos ejecutado las actuaciones, resulta de vital importancia realizar un buen manejo del pastoreo en la parcela. Si el otoño viene con una pluviometría adecuada, el primer aprovechamiento habría que hacerlo en diciembre, para las siembras efectuadas más tempranas. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que el estado del terreno permita el pisoteo del ganado. En el caso de que haya una primavera con una pluviometría alta, se realizará un segundo aprovechamiento a la salida del invierno, antes de que comience la floración hasta la primera quincena de abril, en la que sacaríamos el ganado dejando la parcela para que florezca y semille. De esto va a depender la creación de un buen banco de semillas que nos va a permitir su autosiembra en otoño y por lo tanto su persistencia. Por último meteríamos de nuevo el ganado cuando esté totalmente seco y nos aseguremos que la semilla quede en el terreno.

 

En aconsejable que además de realizar un manejo adecuado de la parcela, en la medida de lo posible la parcela cuente con una serie de infraestructuras, como son un punto de agua y un cercado. El cercado facilita el manejo del ganado, adecuando las cargas ganaderas a la evolución y necesidades del pasto. El punto de agua en el interior de los cercados facilita la recirculación de los nutrientes y, en el caso de la actuación de implantación de praderas, la resiembra en la parcela de actuación.