El Coro Averroes ha traspasado en los últimos días las fronteras de la música, llegando a la poesía, y de la ciudad de Córdoba, acercándose al País Vasco de la mano del compositor y director Javier Busto. Esta formación musical de la Universidad de Córdoba ha asistido a un taller impartido por el prestigioso director y ayer ofreció el resultado de su trabajo en un concierto en el Círculo de la Amistad.

El evento comenzó con la interpretación de Historia de un bajel , una obra compuesta por Busto a partir de un texto del historiador Sebastián de la Obra (miembro del coro), que relaciona a la figura histórica que le da nombre con la propia formación, para concluir con el verso "Coro Averroes se llama el bajel". Como avanzó el compositor antes de la actuación, el público quedó "impactado" con este primer tema. Albano García, el director de la agrupación, se dirigió a los asistentes para presentarles el concierto y el propio Javier Busto recitó después el texto de De la Obra, explicando cómo había desarrollado su musicalización. En este sentido, aseguró que "desde el primer momento sentí que había mucha música, me pareció un poema precioso, que invita a hacer muchas cosas".

Al realizar un balance de su primera colaboración con una formación cordobesa, Busto recordó, como anécdota, que después de que uno de sus integrantes le hubiese pedido que les pusiera nota, ayer decidió otorgarle un 8,3, "que está muy bien para un coro que no lleva excesivo tiempo trabajando, pero que está muy bien dirigido y tiene una gente enamorada de lo que hace".

En alusión a la presencia de estas formaciones musicales en País Vasco, comunidad de la que procede, y sus diferencias con Andalucía, el compositor explicó que "es cierto que tenemos más tradición coral, pero en estos momentos tampoco estamos para echar cohetes". A juicio de este director, que es médico de profesión, "el resultado depende mucho de los directores, si eres capaz de enseñar, puedes conseguir muy buenos resultados". En el concierto que dirigió ayer, quedó patente, de hecho, su habilidad para transmitir la pasión por la música a los intérpretes de un estilo musical que con el tiempo también se va transformando.

Así, Javier Busto reconoció que en su tierra "faltan muchos hombres, algo que antiguamente había a patadas, mientras que mujeres no había. Hoy es a la inversa". No obstante, aclaró que no se trata de que la tradición se esté perdiendo, sino que el cambio se debe "a la cantidad de ocio, de posibilidades de ver cosas, sentir y disfrutar que tiene la gente". En esta línea, recuerda que hace treinta años dedicaban tres días a la semana al ensayo del coro, pero "hoy se lo propones a alguien y te dice que no. La gente está tan ocupada que dedicarle tanto tiempo a un coro es muy difícil".