LAS INSCRIPCIONES DE LA SINAGOGA DE CÓRDOBA:

PERFÍL DEL ALMA JUDÍA EN LA DIÁSPORA

 

Jesús Peláez del Rosal

Universidad de Córdoba

 

Esta conferencia va a tener tres partes:

- En la primera haré una breve descripción de la decoración u ornamentación de los muros de la sinagoga de Córdoba remitiendo a quien desee un estudio más detallado al capítulo x de mi libro sobre la Sinagoga

- En la segunda daré la traducción castellana de las inscripciones, indicando su localización en los muros de la sinagoga así como su grado de conservación.

- En la tercera expondré por qué, a mi juicio, los judíos seleccionaron estas inscripciones de entre toda la Biblia judía o Antiguo Testamento2.

 

Las dos primeras partes de esta conferencia, tienen, por tanto, carácter introductorio al tema anunciado, que se desarrolla en la tercera. Con la selección de estos textos de la Biblia, quedó dibujada a grandes rasgos el perfil del alma judía en la diáspora.

 

* * *

Es bien sabido de todos que los judíos, dispersos por la tierra, no desarrollaron un arte autóctono, sino que, al construir sus edificios comunitarios, adoptaron en cada el país estilo arquitectónico del lugar, desprovisto de grandezas y adecuándolo a sus necesidades.

En la Edad Media, las comunidades judías estaban por lo común formadas por grupos reducidos de personas, explicándose por esta razón las modestas dimensiones de sus sinagogas que, a veces, no pasaban de ser una simple habitación dedicada a la oración pública y a la reunión de la comunidad. Según un estudio de población citado en la obra en prensa Sefarad. Judíos entre árabes y cristianos. Luces y sombras de una convivencia3 , "el número de judíos y cristianos en al-Andalus está en relación con el proceso de islamización andalusí, ya que la proporción en aumento de musulmanes supone la bajada numérica de los demás; según este estudio, el 80% de la población andalusí seguía siendo judía o cristiana en el siglo VIII, pero cuatro centurias después -esto es en el siglo XII- sólo lo eran el 10% de sus habitantes.

Las dimensiones de la sinagoga de Córdoba -me refiero a la sala de oración propiamente dicha-, son: 6,95 ms. de norte a sur, por 6,37 ms. de este a oeste, y 6,16 ms. de altura hasta el cimacio que alcanza las inscripciones superiores, debajo de las ventanas. Es, por tanto, de planta casi cuadrangular y sorprende a los visitantes -y en cierto modo los defrauda- por sus escasas proporciones. Su forma imita el modelo arquitectónico de una qubba o enterramiento islámico. La parte baja de las paredes ha perdido su antigua decoración, pero la rica decoración de yesería de labores mudéjares de la parte superior da una idea de la belleza original del edificio.

 

I. LA DECORACION DE LOS MUROS DE LA SINAGOGA

Desde el punto de vista artístico, las sinagogas españolas medievales formaban parte de la civilización islámica. La sinagoga de Córdoba es de estilo mudéjar, estilo en el que occidente aporta las estructuras arquitectónicas y Oriente las ornamentales4. Para la ornamentación de sus muros, los judíos empleaban versículos de la Biblia, escritos en elegantes caracteres hebreos españoles, sin vocalizar, imitando de este modo la decoración de las mezquitas con versículos del Corán.

La decoración en yeso que reviste las paredes de la sinagoga de Córdoba se divide en dos zonas: por un lado, el muro oriental, con una decoración peculiar y esmerada; por otro, los tres restantes que presentan un esquema decorativo paralelo.

El muro oriental es el principal, pues en él se abre la cámara en la que se guardaban los rollos de la Ley. El revestimiento que adornaba esta cámara está muy deteriorado: se conserva sólo el extremo superior del panel, decorado con rombos llenos de atauriques vegetales y una pequeña piña en el centro de cada uno. Lo bordea una cinta epigráfica hebrea. A ambos lados de la cámara completan la decoración de este muro dos tableros con laceria de grandes estrellas y, debajo, dos inscripciones hebreas de cuatro líneas, de las que se ha perdido enteramente la situada a la izquierda de la cámara.

Fuera de esta cámara, en alto, sobre la inscripción hebrea de esta pared y formando un remate, hay un elegante friso de 18 arquillos de cinco lóbulos (mixtilíneos) donde se puede leer la expresión árabe, estilizada, baraka li-llah a la que ya se ha aludido5.

Desgraciadamente se ha perdido todo lo que hubiera de decoración desde este punto hasta el artesonado, que desapareció probablemente al arrancarse de su sitio la techumbre original.

Los muros norte, oeste y sur están unidos por un friso decorativo en su parte superior, bordeado encima y debajo por sendas cenefas con inscripción hebrea y por otro friso decorativo igual en su parte inferior, interrumpido en el muro oeste por un nicho y en el sur por la puerta de entrada. La decoración de ambos tiene como motivo principal un esquema geométrico, basado en el entrecruzamiento de finas líneas que forman estrellas, sobre un fondo vegetal. En fecha imprecisa, el muro sur perdió la línea de escritura superior, mientras que la inferior sufrió remodelaciones, con añadido de bandas epigráficas verticales a ambos extremos y bordeando los vanos de las ventanas.

Entre los dos frisos, el espacio se ha dividido en cada una de los muros, a partir de un eje de simetría central, en tres zonas: un panel central y dos laterales, separados todos ellos por tableros con decoración geométrica y floral.

Para dar simetría al conjunto, en el muro norte se imitan, en esgrafiado, las ventanas que se abren en la galería destinada a las mujeres.

Ventanas fingidas similares figuran en el muro oeste, cuyo centro está ocupado por un vano decorado con un panel de rombos y ataurique y cerrado en su parte inferior por un arquillo apuntado de siete lóbulos, a juego con la decoración del muro oriental. En la parte interior, bajo el arranque de este arquillo, se encuentran dos placas iguales de yeso, adornadas con palmetas digitadas y otros motivos vegetales y geométricos de clara ascendencia almohade (5. XIV), con dos de las inscripciones árabes, ya citadas.

Este arco y su nicho de 0.43 cms. de profundidad debió alojar con toda probabilidad la bimah o tribuna para la lectura de la Torah y dirección del oficio religioso.

En el muro sur o muro de la puerta de entrada, a la altura de la segunda planta, se encuentra la galería o tribuna de las mujeres que comunica con la sala de oración por tres balconcillos, contorneados de inscripciones hebreas parcialmente conservadas. Sobre ellos, hay un amplio friso decorativo de más de medio metro de anchura, una línea de inscripciones hoy totalmente desaparecida y cinco ventanas.

 

II. LAS INSCRIPCIONES HEBREAS

Completa la decoración de los muros de la sinagoga una serie de inscripciones -sacadas principalmente del libro de los Salmos- en escritura cuadrada hebrea, originariamente de color encarnado sobre fondo azul. Las letras tienen de 9 a 10 cms. de ancho. Para la identificación, transcripción, traducción y estado de conservación de estas inscripciones me remito a mi obra La sinagoga, anteriormente citada, donde se da el texto hebreo completo, poniendo entre corchetes la porción de texto que no se conserva, así como su traducción al castellano, y presentando en negrita los textos conservados y en redonda los no conservados, de modo que el lector no conocedor del hebreo pueda hacerse idea de la cantidad de texto conservado6.

Omito a continuación, por razones de brevedad, la identificación de cada una de las descripciones.

 

III. EL MENSAJE TEOLOGICO DE LAS INSCRIPCIONES

Es evidente que la elección de estas inscripciones de la sinagoga ha sido meditada. Los mentores de la sinagoga hicieron una adecuada selección de versos de la Biblia, en su mayoría del libro de los Salmos, su gran libro de oración, para expresar con éstos su sentir como judíos de la diáspora. Sólo dos textos hebreos, provienen de otros libros de la Biblia, a saber, de Proverbios (8,34) e Isaías (26,2). Un tercer texto podría haberse inspirado en el Cantar de los cantares (4,4), pero su lectura es conjetural.

[Una vez descrita la decoración e identificado el texto de cada una de estas inscripciones], nuestro cometido ahora es tratar de unir los textos en torno a núcleos temáticos, para ver qué teología reflejan y en qué modo proyectan los deseos y anhelos del alma judía en la diáspora. Para ello nos ayudará estudiar el contexto bíblico del que han sido extraídos.

Para el judío que frecuentaba la sinagoga, sus inscripciones eran un amplio resumen teológico-catequético de sus aspiraciones, deseos y anhelos, hasta el punto de poder verse en ellas reflejado el perfil de su alma.

 

1. La inscripción fundacional clave de lectura de las restantes inscripciones.

La inscripción fundacional es, a mi juicio, clave que abre a la interpretación de las restantes inscripciones. Dice así:

"Santuario provisorio y morada del Testimonio que terminó Yishaq Moheb, hijo del señor Efraimm Wadawa, el año setenta y cinco. ¡Así que vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén!.

Hemos preferido traducir la expresión hebrea "miqdash me'at" por "santuario provisorio", y no por "santuario pequeño, modesto o en miniatura" como suele hacerse, pues con esta expresión no se alude a las modestas dimensiones de la sinagoga. Como bien afirma F. Cantera12, no ha de entenderse literalmente "santuario pequeño o modesto" en el sentido de que hubiera otro mayor, o que no se hubiese permitido edificar otro más amplio, como algunos han creído. La expresión "miqdash me'at" está tomada del libro del profeta Ezequiel (11,16) que dice así: "Por tanto, di: Esto dice el Señor: Cierto, los llevé a pueblos lejanos, los dispersé por los países y fui para ellos un santuario Provisorio (miqdash me’at) en los países adonde fueron". El profeta Jeremías se refiere al destierro en el que el pueblo desprovisto del templo de Jerusalén, se vuelve a Dios, que en castigo lo ha alejado de su tierra; lejos de ésta, Dios, sin embargo, no lo ha abandonado. En el destierro le ha otorgado una presencia reducida, una especie de santuario menor; a falta de templo y culto tuvo la ley, los sacerdotes y la palabra profética que hicieron presente a Dios mismo en medio de su pueblo. Durante el destierro, los judíos no necesitaron de la mediación del templo para garantizar la presencia de su Dios.

Curiosamente, esta expresión, referida originariamente al tiempo del exilio, es aplicada desde fecha no determinada y ciertamente por los judíos medievales a la sinagoga, para indicar su provisionalidad frente al carácter permanente del templo de Jerusalén, cuya reconstrucción junto con la de aquel se esperaba con ansia La sinagoga, a falta de templo, garantiza allí donde se encuentren los judíos la presencia de Dios. Pero esta garantía no será eterna: durará hasta que el pueblo vuelva a la tierra de donde salió, y a la ciudad de Jerusalén, y se reconstruya el templo; en este sentido, la sinagoga es un edificio provisorio o provisional.

Esta carácter de provisionalidad de la sinagoga se ve confirmado en la inscripción fundacional por la última frase de la misma que dice: "¡Así que vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén!". La reconstrucción de Jerusalén, donde se hallaba el templo, es objeto directo de la súplica de la inscripción fundacional.

La segunda expresión (naweh te'udah) la hemos traducido por "morada del Testimonio". Esta expresión no aparece como tal en la Biblia, aunque si los dos miembros que la componen. Naweh -que indica en 2 Sam. 7,811a pradera, el lugar de pastoreo y, por tanto, de residencia de grupos nómadas y seminómadas- tiene en la literatura posterior a Oseas una connotación sagrada y de algún modo cultual. Sión / Jerusalén es una naweh, emplazamiento seguro (Is. 33,20), y la tierra de Judá con sus ciudades es "pradera de justicia y montaña de santidad" (Jr. 31,23). Yahvé mismo puede ser designado metafóricamente como "pradera de justicia", pradera donde crece la justicia, que alimenta a quienes le son fieles. En Ex 15,13 naweh se refiere a la tierra de destino como la "pradera/morada de santidad". En Os 9,13b Israel/Efraim se asemeja a una roca plantada en la pradera o naweh.13.

De estos textos se deduce que naweh denota a partir de Oseas la tierra de Judá, a Israel/Efraim, a Sión/Jerusalén, e incluso a Dios mismo, como pradera de justicia.

El segundo miembro de la expresión citada en la inscripción fundacional, te'udah, aparece solamente en Rut. 4,7 (en sentido profano jurídico) y en Is. 8, 16.20 con el sentido de "documento, testimonio de confirmación". La relación entre este término y torah, y su uso en Isaías (1,10; 2,3; 5,24; 30,9) sugiere para teu'dah, además los sentidos de "mensaje, decisión, proclamación, mandamiento"14.

La expresión naweh te’udah, que hemos traducido por "morada del Testimonio", alude claramente al mensaje o proclamación de la Torah que se hace en la sinagoga. Esta es la pradera de justicia (se aplica, por tanto, a la sinagoga la misma expresión que a Judá, Sión e incluso a Dios mismo) donde se proclama la Torah, manifestación expresa de la voluntad divina. La sinagoga, de modo provisorio, es en cierto modo la pradera-tierra prometida, donde florece la justicia y la santidad.

 

2. Las restantes inscripciones y su contexto bíblico

El carácter de provisionalidad de la sinagoga, hasta tanto se reconstruya el templo de Jerusalén, apunta a una época futura en la que el pueblo disperso vuelva a la tierra, se restablezca el culto del templo y Dios se manifieste en Sión como rey universal sobre todos los pueblos. En tierra extraña, el judío se encuentra con frecuencia en peligro y se vuelve a Dios para que lo libre. Este volverse a Dios se convierte en anhelo de volver a la tierra y al templo para sentirse amparado, contemplar a Dios y darle gracias en su presencia. En torno a estas ideas giran las restantes inscripciones de los muros de la sinagoga de Córdoba. Este eje temático se ve confirmado además por el hecho mismo -habitual en las sinagogas medievales- de la orientación de la pared principal de la sinagoga hacia Oriente, hacia Jerusalén.

Antes de continuar se ha de tener presente que en las paredes de la sinagoga no se citan salmos completos, sino versículos entresacados, casi en exclusiva, del libro de los salmos. Al ser el salterio libro de oración de los judíos y siendo conocido éste prácticamente de memoria por quienes acudían a la sinagoga, la interpretación de los versículos que han quedado grabados en las paredes se ha de hacer teniendo en cuenta el contexto de donde han sido sacados, pues éste sirve de caja de resonancia y clave para comprender el por qué de la elección de un determinado versículo de un salmo. El judío que leía estos versículos en las paredes podía rememorar fácilmente el espíritu del salmo completo.

 

a) El anhelo de postrarse ante Dios en el templo

Diversas inscripciones expresan el anhelo del alma judía de postrarse ante Dios en el templo, ante el estrado de sus pies, de contemplar sus atrios o de morar en él. Otro salmo más, según conjetura de F. Cantera15 (Sal 26,8 ó 61,5), alude al mismo tema, y los textos, ajenos al salterio, a saber, Prov. 8,34 e Is. 26,2, van en la misma línea.

Las inscripciones que evocan este tema en la sinagoga, distribuidas por los muros, son las siguientes:

 

- En el muro oriental:

"Me postraré hacia tu santuario y alabaré tu nombre: por tu lealtad y por tu fidelidad, pues supera tu promesa a tu fama" (Sal 138,2).

"Una cosa pido al Señor y es lo que busco: habitar en la casa del Señor toda mi vida, contemplar la belleza del Señor examinando su templo" (27,4).

 

- En el muro norte:

"Entrad, adoremos y postrémonos, doblemos la rodilla (?) ante el Señor, Creador nuestro" (95,6).

"Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva" (95,1).

"Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies" (132,7).

"Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es Santo" (99,5)

"Servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores" (100, 2).

 

- En el muro sur:

"¡Qué delicia es tu morada, Señor de los ejércitos!. Se consume mi alma anhelando los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo" (84,2-3).

"Desead la paz a Jerusalén: Los que te quieren vivan tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad en tus palacios. En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz; por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien" (122, 6-9).

En este mismo muro, como conjetura, uno de estos dos versículos: "Señor, yo amo la casa donde moras, el lugar donde reside tu gloria" (Sal 26,8) / "Habitaré siempre en tu morada, refugiado al amparo de tus alas" (61,5).

Igualmente, en este muro, enmarcando la puerta de entrada, se hayan dos inscripciones, no pertenecientes a los salmos: "Dichoso el hombre que me escucha, velando junto a mis puertas cada día, guardando las jambas de mi puerta" (Prov. 8,34). "Abrid las puertas para que entre un pueblo justo que conserva la lealtad" (Is. 26,2).

***

Aunque lo daré por escrito, no voy a comentar ahora cada uno de los contextos en los que se insertan estas inscripciones. Sólo algunos.

El contexto en el que se inserta cada una de las inscripciones es el siguiente:

 

(pasar a página 17 I)

 

SI - Sal 138,2: Me postraré hacia tu santuario y alabaré tu nombre: por tu lealtad y por tu fidelidad, pues supera tu promesa a tu fama".

El salmo 138 es un salmo de acción de gracias del salmista que ha experimentado en su vida la misericordia, la lealtad y la fidelidad de Dios, deseando que le estén agradecidos los reyes de la tierra (v. 2b-5). El salmista se siente obra de las manos de Dios (v. 8), que se fija en el humilde (v. 6), experimentado cómo Dios lo salva de los peligros y conserva su vida (v. 7). Dios conoce de lejos al soberbio (v. 6) y actúa contra el enemigo del salmista (v. 7). Esta experiencia le hace volverse desde donde se encuentra hacia el santuario para darle gracias (vv. 1-2).

 

SI - Sal 27, 4: "Una cosa pido al Señor y es lo que busco: habitar en la casa del Señor toda mi vida, contemplar la belleza del Señor examinando su templo" (27,4).

 

El salmo 27 tiene cuatro partes. En la primera (vv. 1-3), el salmista expresa su confianza en Dios, que es "luz, salvación y defensa de su vida", que le hace sentirse tranquilo, a pesar de estar rodeado de amenazadores enemigos. En la segunda (vv. 4-6), expresa su deseo de sentirse protegido al amparo del templo de Dios. En la tercera (vv. 7-12), ruega a Dios que no le esconda su rostro, convencido como está de que él es su salvación. En la cuarta, la confianza del salmista en Dios se convierte en esperanza de poder gozar de la dicha del Señor en el país de la vida (vv.13-14).

Rodeado de enemigos, el salmista se vuelve hacia el santuario deseando habitar en él bajo la protección y amparo divinos.

Este salmo, junto con el anterior, leídos desde la lejanía de Sefarad, adquieren más fuerza. El fiel judío, cercado con frecuencia de peligros y enemigos, lejos de la tierra, se vuelve a Dios para rogarle que lo proteja y lo libre de todo peligro, expresando su deseo -utópico deseo- de postrarse hacia su santuario y habitar en la casa de Dios

 

- Del salmo 95, se citan los versos 6 y 1, siendo por tanto éste el único salmo que se repite en las paredes de la sinagoga.

 

NO Sal 95,6: "Entrad, adoremos y postrémonos, doblemos la rodilla (?) ante el Señor, Creador nuestro" (95,6).

 

Sal 95,1: "Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva".

 

El salmo 95 marca el inicio de un acto litúrgico en el que se aclama a Dios, soberano de todos los dioses (v. 3), que domina el mundo (mar y tierra firme), creado por él (vv. 4-5). Este Dios es guía de su pueblo (vv. 6-7), cuya voz debe oír cada día, no desobedeciéndola, pues si en el pasado Dios castigó a sus padres haciéndoles morir en el desierto, en el futuro, el pueblo, en la tierra prometida, sería castigado con la pérdida de la tierra ya entregada (vv. 10-11). La fidelidad a ese Dios es garantía de posesión y permanencia en la tierra.

 

Este salmo, grabado en el muro sur, frente a la puerta de entrada a la sala de oración de la sinagoga, sirve de invitatorio al comienzo del oficio divino que se celebra. Como si estuviera en el templo, el judío entra en la sinagoga con el mismo espíritu para aclamar y dar vítores a la Roca que lo salva, para darle gracias al son de instrumentos (vv. 1-2) y bendecir al creador, postrándose en tierra (v. 8).

 

NO -29,2: "Aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado

 

El salmo 29 es una invitación a aclamar a Dios y a postrarse ante el atrio sagrado (v.2), lugar de su presencia, que no se limita al templo, pues Dios se manifiesta también en la tormenta: el trueno es su voz, lanza llamas de fuego (relámpagos), sacudiendo el desierto y retorciendo los robles (vv. 3-9). Dios no está sometido a lo inesperado y repentino, por eso según el salmista "se sienta por encima del aguacero" (v. 11).

 

SI - Sal 132,7: "Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies"

 

En el salmo 132 se cuenta cómo David se propuso encontrar un lugar para el Señor donde colocar el arca -lugar de la presencia de Dios- a buen seguro, en una morada estable (vv. 1-5). Pero la elección del monte de Sión, donde se asentó el templo, no fue iniciativa humana, sino divina (v. 13). Desde el templo, Dios pronuncia su oráculo de bendiciones: para los pobres a quienes saciará de pan, para los sacerdotes y fieles (vv. 15-16); para David, la fecundidad que asegura la dinastía, el poder, la victoria contra los agresores, la diadema regia y la "lámpara", que parece ser símbolo de vida, y que Dios en persona enciende. Este salmo es una invitación a postrarse ante el estrado de los pies de Dios.

 

La expresión " estrado de sus pies" ('adom ragelaiw) que se repite en otros salmos (99,5; 110,1; 132,7), alude en 99,5; 132,7 y lCr 28,2 al estrado sobre el que se colocaba el arca en el templo; para Is 66,1, la tierra entera es el estrado de los pies; en el salmo 110,1 los enemigos serán el estrado del rey vasallo, sentado a la derecha de Dios; en Lam 2,1 es Jerusalén la que aparece como el estrado de los pies de Dios.

 

Los enemigos vencidos son manifestación de la presencia de Dios para con el rey vasallo, una presencia que no se limita al templo (99,5; 110,1; 132,7, lCr 28,2), sino que se hace patente en Jerusalén (Lam 2,1) y en toda la tierra (Is 66,1).

 

NO - Sal 99,5: "Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es Santo".

 

El salmo 99 o trisagio presenta a Dios -el santo por tres veces- como rey en Sión, centro de su reinado universal. En el templo, Dios manifiesta su grandeza, sentado sobre querubines, encumbrado sobre todos los pueblos, que deben reconocer su nombre, grande y terrible (vv.1-3). Dentro del templo, el salmista debe postrarse ante el estrado de sus pies (ante el arca, como lugar de la presencia divina). Dios establece sobre Sión un reinado de justicia. El pueblo, sobrecogido y postrado aclama: ¡Santo! (v. 3-5). Con anterioridad, Dios había atendido a la llamada de Moisés, Aarón y Samuel y les había revelado su voluntad en forma de ley. Dios es un Dios de perdón, pero también vengador. El pueblo debe postrarse ante su monte santo y aclamadlo: ¡Santo es el señor nuestro Dios!.

 

- Sal 100,2: "Servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores" (100, lb.2a)

 

Según el salmo 100, el pueblo debe servir (=dar culto) al Señor con alegría (v. 1). Él es el creador y el pastor del pueblo (v. 3). En el templo (vv. 2.4) debe dar gracias y cantar himnos bendiciendo su nombre: porque es bueno, porque su misericordia y su fidelidad son eternas (v. 5).

 

- Salmo 84,2-3: "¡Qué delicia es tu morada, Señor de los ejércitos! Se consume mi alma anhelando los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo".

 

Este salmo es un canto de peregrinación hacia el templo de Jerusalén, morada de Dios. El salmista expresa su anhelo por ver a Dios en el templo, por contemplar sus atrios y altares. El templo, morada habitual de los sacerdotes (v. 5) es también refugio del hombre sin morada. En este salmo se eleva también una plegaria por el rey ("mira el rostro de tu Ungido", v. 16).

 

Salmo 122, 6-9: "Desead la paz a Jerusalén: los que te quieren vivan tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad en tus palacios. En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz; por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien".

 

El salmo 122 es un canto de peregrinación al templo de Jerusalén (vv. 1-2). Se describe la ciudad como centro de reunión de las tribus y lugar de los tribunales de justicia (vv. 3-5). Los peregrinos desean a la ciudad la paz y la seguridad como síntesis de todos los bienes (vv.6-9).

 

En el muro sur, como conjetura, podía estar escrito uno de estos dos versículos: "Señor, yo amo la casa donde moras, el lugar donde reside tu gloria" (Sal 26,8) 1 "Habitaré siempre en tu morada, refugiado al amparo de tus alas" (61,5). En ambos casos, la lectura de Cantera coincide con la idea que da unidad al resto de las inscripciones comentadas: el deseo de habitar en la casa de Dios o templo.

 

 

SI Estos son algunos de los textos de los salmos que giran en torno al tema del anhelo del alma judía de postrarse ante el templo. Dos textos más, no provenientes de los salmos, expresan el mismo anhelo: Prov 8,34 e Is 26,2.

 

Prov 8,34 dice así: "Dichoso el hombre que me escucha, velando junto a mis puertas cada día, guardando las jambas de mi puerta".

 

Este texto es el final del himno de la Sabiduría (8,12-36) del libro de los Proverbios. Se trata de una bienaventuranza, precedida de otra en el v.32 ("dichosos los que siguen mis caminos"). Aunque no referida al templo en el contexto del libro, el hecho de encontrarse esta inscripción sobre la puerta de entrada a la sala de oración de la sinagoga hace entender que la recomendación de velar junto a las puertas, guardando las jambas alude al templo, morada de la Sabiduría divina o Dios mismo.

 

El segundo texto pertenece a Is 26,2 y reza así: Abrid las puertas para que entre un pueblo justo que conserva la lealtad.

 

En el contexto originario del libro de Isaías las puertas aludidas son las de la ciudad de Jerusalén. Se trata de un himno de victoria (Is 26,1-6) que se cantará en el país de Judá a la ciudad fuerte y amurallada (v.1). Este himno invita a confiar siempre en el Señor, Roca perpetua (v.3-4), que doblega a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada (Moab, cf. Is 25,12) humillándola hasta el suelo hasta el punto de ser pisada por los pies del humilde y de los pobres (vv.5-6). Situada esta inscripción en la puerta de entrada a la sala de oración de la sinagoga, hace referencia no ya a las puertas de la ciudad sino a las puertas de la sinagoga-templo y a sus fieles.

 

SI [Los] textos [comentados] vienen a confirmar el carácter provisorio de la sinagoga, según la inscripción fundacional, al expresar el anhelo del alma judía de ir en peregrinación al templo de Jerusalén para morar en él y contemplar a Dios. Mientras el templo no sea reconstruido, y el pueblo disperso no sea reunido, la sinagoga será el lugar provisorio de la presencia de Dios, la morada del Testimonio.

 

El judío medieval puede hacer de estas inscripciones una lectura actualizada; para él, la sinagoga rememora aquel templo y su Dios se hace presente en ella. Su dicha debe ser semejante a la de quien visita el templo.

 

Como lugar provisorio, el judío, sin embargo, no debe perder de vista que Dios reconstruirá Jerusalén y el templo, y que sólo allí su dicha será plena. La vuelta a la tierra, a Jerusalén y al templo son el telón de fondo de todos estos salmos.

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b) La reunión de todos los pueblos en Sión ante Yahvé, rey universal, junto con el pueblo elegido.

 

Desde la diáspora, el judío fiel no olvida que Dios volverá a reunir a su pueblo en Sión para reinar desde allí sobre toda la tierra. Este es el motivo de las inscripciones que se comentan a continuación.

 

Seis versos de salmos giran en torno a la idea de la reunión final de todos los pueblos ante Yahvé junto con el pueblo elegido. Esta idea, maravillosamente expresada en Is 2, 2-5, es recogida por numerosos salmos. El centro del reino escatológico será un pueblo escogido de entre todos los pueblos: Israel; una ciudad de entre todas las ciudades: Jerusalén; un monte de entre todos los montes: Sión; y un templo, el templo del Señor, al que confluirán las naciones para recibir la instrucción. En Israel, convertido en árbitro de toda las naciones y juez de pueblos numerosos, se instaurará al final de los tiempos una época de paz sin parangón.

 

Las inscripciones, que giran en torno a este tema, distribuidas por los muros de la sinagoga, son las siguientes:

 

 

- Muro norte:

 

"Todos los pueblos [que has creado] vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, y a honrar tu nombre" (86,9).

 

"Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva" (95,1).

 

"Aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado" (29,2=96,9; 1 Cr 16,29c).

 

"Tiemble en su presencia toda la tierra" (96,9b = 1 Cr 16,30a).

 

"Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen ante ti, canten salmos a tu nombre" (66,4). Sélah.

 

 

- Muro norte (continuando por el occidental)

 

"Lo recordarán y volverán al Señor todos los confines del orbe, en su presencia se postrarán todas las [familias] de los pueblos porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos" (22,28).

 

No me voy a detener en comentar los contextos. Daré sólo un resumen. Pág. 20.

 

Los contextos de donde han sido extraídas estas inscripciones son los siguientes:

 

- Sal 86,9: "Todos los pueblos [que has creado] vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, y a honrar tu nombre".

 

El salmo 86 es una súplica en tiempo de peligro y persecución al Dios único y universal. El salmista se siente pobre desamparado (v. 1), en peligro (vv. 2.6.7.14.17). Acude a Dios, bueno y clemente, rico en misericordia con los que lo invocan (v. 5.6). Todos los pueblos vendrán a postrarse en presencia del Señor y a honrar su nombre (v. 9) porque el Señor no tiene igual entre los dioses (v 8). En medio del peligro, el salmista suplica mantenerse fiel a Dios (vv. 11.12) y toma conciencia de que Dios mira y escucha, atiende y responde (vv. 6.7.13.16); de este Dios espera una señal para que los adversarios la vean y se avergüencen (v. 17).

 

- Sal 96, 9b=1 Cr 16,30a: "Tiemble en su presencia toda la tierra.

 

El salmo 96 es un himno al Señor como rey universal (v. 10) que viene a implantar su reino en la tierra (v.13). Israel debe alabar a Dios y darlo a conocer a todos los pueblos (vv.1-3). El Señor es grande y más temible que todos los dioses (v.4). De ahí que todos los pueblos (v. 7) [y la naturaleza entera (vv. 11-14)] deban aclamarlo y postrarse ante él en el atrio sagrado (vv. 7-9). Él regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad (v. 14).

 

-Sal 66,4: "Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen ante ti, canten salmos a tu nombre".

 

El salmo 66 es un canto de acción de gracias en una fiesta litúrgica en la que vuelven a hacerse presentes las obras históricas de Dios (vv. 5-7). El salmista invita a la tierra entera a rendir honores a Dios (vv 1-4). La actuación salvifica de Dios en la historia hace rememorar al salmista -que habla en nombre de toda la asamblea- la liberación de un peligro reciente (vv. 8-12), por la que se acerca al templo para cumplir los votos hechos a Dios durante el mismo y ofrecerle víctimas (vv. 13-15). Los versículos 16-20 refieren cómo Dios ha atendido la súplica de un individuo.

 

- Sal 22,28: "Lo recordarán y volverán al Señor todos los confines del orbe, en su presencia se postrarán todas las [familias] de los pueblos porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos".

 

NO El salmo 22 es una súplica a Dios, que habita en el santuario y es esperanza de Israel (v. 4). El salmista se encuentra en un momento de extremo sufrimiento y soledad: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza (v. 2). El salmista se siente como un gusano, despreciado, abandonado, acorralado por los enemigos, representados en forma de animales fieros (novillos, leones, mastines) (vv.7-19). En medio del sufrimiento y del abandono se vuelve a Dios para que lo libre de los enemigos (vv.20-22). Del dolor pasa a la esperanza (v.23) de una próxima salvación, razón por la que invita a la comunidad a que alabe a Dios (vv.23-24), que no siente desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado (v.25). La esperanza se convierte en profecía de un futuro en el que los desvalidos comerán hasta saciarse (vv. 26-27), Dios ejercerá su reino universal y se postrarán ante él las familias de los pueblos (vv. 28-29). Termina el salmo expresando la esperanza de que su Dios le hará vivir, y su descendencia le servirá hablando de Dios a la generación futura (vv. 31.32).

 

SI Este segundo grupo de textos se aglutina, como vemos, en torno al segundo gran tema de las inscripciones de la sinagoga. El objetivo final de Dios será reunir en la tierra prometida a todos los pueblos del orbe y reinar sobre ellos. Mientras esto no suceda, el pueblo judío se encontrará disperso por la tierra, rodeado de enemigos, vejado con frecuencia, pero con su mirada puesta en Dios, que fue fiel en el pasado y que volverá a actuar en el futuro librándolo de todo peligro y reconduciéndolo a la tierra prometida.

 

c) La experiencia de la salvación en el pasado es para el fiel judío garantía de salvación en el presente o en el futuro inmediato o lejano.

Los dos ejes temáticos en torno a los que giran los versículos de la Biblia que decoran las paredes de la sinagoga se complementan con un tercero que aparece expresado, esta vez no en los versículos citados, sino en diversos contextos de donde éstos versos están extraídos. Este tercer eje temático está a la base del deseo del alma judía de volver a la tierra y contemplar la casa de Dios, en el monte Sión.

El salmista aparece en siete de los salmos citados como abandonado de Dios, rodeado de enemigos que lo asedian o en peligro. En este duro trance, recordando la acción salvadora de Dios en el pasado, experimenta la salvación de Dios en el presente o espera la salvación futura, pues Dios es fiel y acudirá en su ayuda. Es consciente de que solamente se sentirá libre de peligro al amparo de Dios en su templo, de ahí el deseo de volver a él para postrarse ante Dios. Esta idea se expresa de uno u otro modo en los salmos 138; 27; 86; 66;11; 86 y 66.

***

Conclusión:

Las inscripciones de la sinagoga de Córdoba adquieren especial fuerza si se las inserta dentro del contexto histórico que tocó vivir a los judíos cordobeses en la fecha de la edificación de la sinagoga, comienzos del siglo XIV.

La época de esplendor del judaísmo español (ss.X-XII) quedaba ya atrás, cuando bajo la dominación musulmana se inició una política de reconciliación que favoreció a la comunidad judía, iniciándose un período de desarrollo cultural muy beneficioso que culminaría, tras el califato, con los reinos de taifas (s.XI), en la edad de oro del judaísmo andalusí. El ambiente general de cooperación y armonía entre musulmanes y judíos se vio ensombrecido por la invasión de los almorávides, y sufrió un duro revés a fines del 5. XII, cuando tomaron el control de al-Andalus los almohades, más fanáticos, obligando a la conversión -real o en apariencia- a muchos judíos o a la huida fuera de las fronteras de España, como fue el caso de Maimónides y su familia. Mientras tanto, había comenzado la conquista cristiana. La influencia judía en la ciudad de Córdoba que había decaído con el fin del periodo califal y los reinos de taifas, volvió a recuperarse cuando, conquistada la ciudad de Córdoba por Fernando III (29-6-1236) se promulgó el fuero que consolidó jurídicamente la conquista. Los judíos, bajo el dominio cristiano, se vieron favorecidos por una política de tolerancia, no exenta de restricciones y conflictos Tras Fernando III, Alfonso X el Sabio trató de mejorar su suerte, otorgándoles privilegios y derechos de diverso orden, según el texto de las Siete partidas; en Granada, Córdoba y Sevilla se ampliaron sus barrios y viviendas con recinto amurallado y se les autorizó a reedificar sus sinagogas imponiéndoseles ciertas restricciones en el ornato que había de usar en ellas. La conducta de los judíos llamó la atención de los pontífices Gregorio IX e Inocencio IV, quienes, en 1240 y 1250, respectivamente, expidieron bulas ordenando llevasen en el traje un distintivo que los diese a conocer. Inocencio IV, por su parte, mandó destruir una suntuosa sinagoga que levantaban los judíos de Córdoba por quebrantar la ley según la cual a los judíos no les estaba permitido edificar sinagogas de nueva planta, pero sí conservar las antiguas, siempre y cuando la reforma no consistiese en ampliarlas o mejorar su aspecto (Canon de Alejandro III, a. 1180, recogido en el Corpus de las decretales de Gregorio IX)

En este contexto de minoría decreciente, con una religión diferente de la dominante, con reclusión de la mayoría de ellos en barrios (segregados del resto de la ciudad), aunque con libertad de movimiento por toda la ciudad y sometidos judicial y políticamente a los cristianos, con necesidad de protección por parte de las autoridades cristianas, no es de extrañar que los judíos de Córdoba al construir su sinagoga dejasen estampados en sus paredes los versos de los salmos que expresan el anhelo escatológico de volver a reconstruir Jerusalén y el templo y de morar allí para siempre, libres de opresores, al amparo de su Dios, reinando sobre todos los pueblos de la tierra. La esperanza en esta vuelta y la confianza en este Dios, que había salvado a su pueblo en el pasado, serían para los judíos garantía de esta futura y anhelada actuación divina.

 

NOTAS AL TEXTO

(1) Córdoba 21994, 149-159. Existe traducción inglesa, The Synagogue, Córdoba 1990.

 

(2) Como no pertenecientes a la Biblia hay cuatro inscripciones en los muros de la sinagoga:

- Una, en el lateral derecho del muro oriental, la placa con la inscripción fundacional (una placa similar hay en el lateral izquierdo de esta pared, pero su texto se ha perdido por completo).

- Las otras tres son inscripciones árabes:

Estas inscripciones árabes eran la marca de identidad o sello que los artistas mudéjares solían poner en sus trabajos de construcción y ornamentación.

 

(3) Trabajo en prensa, escrito en colaboración por diversos autores, coordinado por A. Sáenz Badillos. Véase el capitulo de María J. Viguera Molíns, "Sobre la historia de los judíos en al-Andalus".

 

(4) Cf. C. Sed. Rajna, L'art juif, París 1975, 126.

 

(5) Véase nota 2.

 

(6) El texto hebreo no presenta ninguna novedad respecto al texto masorético de la edición de Kittel, Biblia Hebraica o la más reciente Biblia Hebraica Stuttqartiensis, editada en fascículos a partir de 1969.

 

(7) Seguimos, con ligeras variantes, la traducción española de L. Alonso Schókel y Juan Mateos, Nueva Biblia española, Madrid 1977.

 

(8) Fita, F., "La sinagoga de Córdoba", en Boletín de la Real Academia de la Historia V (1884) 386.

 

(9) Cf. 5. de los Santos Gener, "La sinagoga de Córdoba" en Anales de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Córdoba (1927) 81.

 

(10) Cf. nota 2.

 

(11) En las páginas siguientes se comentan solamente aquellas inscripciones que tiene un apoyo gráfico en los muros, aunque su texto se conserve en mal estado. Se excluyen aquéllas que son objeto de pura conjetura. El análisis del contexto de cada una de las inscripciones se ha hecho siguiendo de cerca la obra de L. Alonso Schókel, Salmos, Madrid 1966. Un comentario de los salmos, en dos volúmenes, escrito por este autor en colaboración con C. Carniti, ha sido publicado recientemente: Salmos. I y II, Estella (Navarra) 1992.

 

(12) Sinagogas españolas, Madrid 1984, reimpresión, p. 22.

 

(13) Cf. H. Simian-Yofre, El desierto de los dioses. Teología e historia en el libro de Osaeas, Córdoba 1993, p. 131.

 

(14) Cf. Simian-Yofre en Botterweck-Ringgren-Fabry, Theologisches Wörterbuch zum Alten Testament, V, (Col. 1128).

 

(15) O. c., 16