JUDÍOS ENTRE ÁRABES Y CRISTIANOS

Bases para la convivencia

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Delegación  de Marrakech de la Academia del Mediterráneo.

.Cátedra Averroes.

 Cátedra Unesco de Estudios Mediterráneos.

 Universidad Cadi Ayyad.

 Facultad de Filosofía y Letras.

Marrakech (Marruecos).

 

Marrakesh, 10 de Mayo de 2001

Conferencia de Clausura

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Jesús Peláez

Catedrático de la Universidad de Córdoba

 

         Sr. Presidente, Sr. Secretario General, Excmas. Autoridades, Señores Profesores, Señoras y Señores:

Quiero comenzar agradeciendo de parte de nuestra universidad de Córdoba y en nombre del Sr. Rector de la misma, la invitación para pronunciar esta conferencia de clausura de las actividades de la Academia del Mediterráneo cuando nuestra universidad de Córdoba está a punto de crear a la otra orilla del Mare Nostrum, en la Córdoba de las tres culturas, árabe-judía y cristiana, además de romana, la tercera de las cátedras de esta Academia que llevará el nombre de un judío cordobés,  Moshé ibn Maimún, Maimónides, el más ilustre de los judíos después del Moisés bíblico, según reza un conocido proverbio hebreo: mimmoshe le moshe lo qam ke moshe: de Moisés (el legislador del penateuco) a Moisés (Maimónides, el safardí) no se alzó otro como Moisés Maimónides, nacido en Córdoba el año 1135 ó 1138 y muerto en el Cairo el 1204, de cuya muerte pronto celebraremos su ochocientos aniversario.

Debido al nombre de este ilustre cordobés y sefardí, he elegido como tema y título de esta conferencia el de JUDÍOS ENTRE ÁRABES Y CRISTIANOS: Bases para la convivencia  hoy. Es mi intención esta tarde rememorar el pasado judío  de al-Andalus, en general, y de Córdoba, en particular, para proponerlo como base firme para la convivencia  entre culturas

en el presente. Y quiero rememorar el pasado, no para añorarlo románticamente, sino para trazar, a partir de él, con sus luces y sombras, las grandes líneas de un futuro prometedor para los países que rodean el Mediterráneo. Esta conferencia, por tanto, va a tener dos partes: en la primera miraré hacia atrás para glosar a vuelo de pájaro el glorioso pasado judío de Lucena, ciudad de Córdoba, que fue en el medievo un importante centro de judaísmo medieval; en la segunda quiero mirar al futuro proponiendo en qué sentido los judíos de Lucena, en particular, y los de Al-Andalus y de la España cristiana en general pueden proponerse hoy como paradigma o ejemplo para cimentar una convivencia entre culturas que cada vez se muestra en nuestro mundo más conflictiva.

 

Dos grandes  rupturas: la destrucción del templo y la desaparición del Reino de Judá.

Hace tiempo, con ocasión de la celebración del 850 aniversario del nacimiento de Maimónides, se publicó en la editorial El Almendro de Córdoba un  libro titulado Los Judíos en Córdoba (siglos X-XII). Este libro contiene un capítulo del Prof. Díaz Esteban en el que trata del pasado judío de Lucena y de su academia rabínica.

Dice el Profesor Díaz Esteban que en la historia del judaísmo hubo dos grandes momentos de ruptura y quebranto,  que provocaron que los judíos, -hasta entonces encerrados en una lengua  (la hebrea), una cultura (la semítica) y un pequeño país (al que se denomina desde tiempos de los romanos, Palestina)-, comenzasen una larga diáspora o dispersión por todo el mundo entonces conocido que tendría en Córdoba, capital del califato, uno de los períodos más brillantes de su historia.

- El primer momento de ruptura para el pueblo judío fue la destrucción del templo de Jerusalén el año 70. Con la destrucción del templo, se puso fin a los sacrificios sangrientos de animales que se celebraban allí, y esto produjo un doble efecto: en primer lugar, la desaparición de la casta sacerdotal entre los

 

judíos, que era la encargada de ofrecer los sacrificios a Dios en el templo; y, en segundo lugar, y casi al mismo tiempo, la aparición  de una nueva figura entre los judíos,  la del rabino, que se encargaría de ahora en adelante de la educación y de la guía espiritual del pueblo judío, sustituyendo los sacrificios del templo por las oraciones y la enseñanza en la sinagoga. Los rabinos elaboraron a lo largo del tiempo un código complejo de normas jurídicas (denominada halaká) y de convivencia (denominada haggadá), para regular  la vida de los judíos tanto dentro de Palestina como fuera de ella, cuando entrasen en contacto con los no judíos o  goyim. El reto principal que tuvieron que asumir los rabinos fue el de conseguir que los judíos  preservasen su identidad dentro de un mundo, con frecuencia hostil, y en la mayoría de los casos ajeno a sus prácticas religiosas y a su estilo de vida..

         - El segundo momento de ruptura y quebranto del pueblo judío fue cuando se produjo la desaparición definitiva del reino de Judá y la salida de los judíos de Palestina. Fuera de su tierra patria, los judíos hubieron de someterse a las leyes civiles y penales de gobernantes que no pertenecían a su pueblo ni compartían sus creencias.

Cómo conservar la propia identidad en medio de otras culturas fue una tarea muy difícil para la que los rabinos hubieron de arbitrar fórmulas que permitieran la supervivencia física y espiritual de la diáspora, esto es,  de los judíos afincados en otras naciones. Para ello los judíos tuvieron una gran suerte, pues dada su peculiaridad religioso-social, casi en todas partes, se les concedió una autonomía jurídica amplia, sin más limitación que los intereses generales de cada Estado: deberían pagar impuestos al estado, no alterar la paz pública y ser fieles ante potenciales enemigos extranjeros. Triple norma a la que supieron responder los  rabinos con un proverbio arameo que dice así: diná de malkutá, diná (“la ley del reino es ley”).  La propia convivencia de los judíos dependería del mayor grado de respeto o no a las leyes de los reinos en los que se  encontraban en

cada momento, cuando éstas no eran abiertamente opuestas a sus propias convicciones religiosas judías.

 

Los judíos y Lucena (alisana al-yahud)

Una de las comunidades de la diáspora judía en al-Andalus, que consiguió mayor autonomía jurídica en el medievo, fue precisamente la de Lucena, ciudad de Córdoba que, según una de las responsa de R. Natronai  "era un lugar de Israel en el que vivían muchos israelitas”, hasta el punto de llamársele Alisana-al yahud (Lucena de los judíos), dada la proporcionalmente destacada presencia de judíos en ella.

La  casi exclusividad judía de la población de Lucena es proverbial en los textos medievales:

-Rabí Menahem ben Aarón afirma en su libro Provisión para el camino que "toda la ciudad era de judíos"; -y otro tanto hace el geógrafo árabe Al Idrisí. Por las memorias del último rey  zirí de Granada, Abd Allah, publicadas por Levi-Provençal, sabemos que los musulmanes enviaban a veces a Lucena una guarnición militar y que había un responsable o jefe de los judíos puesto por Abd Allah, llamado Ibn Maymún, suegro de Abu Rabí, tesorero del abuelo de Abd Allah.  

         No obstante hemos de pensar razonablemente que  en Lucena los judíos convivían con un contingente de musulmanes y mozárabes, sin duda menor, aunque cualquier intento de presentar cifras de población se enfrenta con la ausencia de firmes fundamentos documentales.

 

La academia rabínica de Lucena

Lucena gozaba de una famosa academia rabínica, de la que tenemos abundantes testimonios literarios, creada a imagen de las famosas academias judías de Babilonia.

         No sabemos exactamente cómo estaba configurada esta Academia de Lucena, pero conocemos su importancia por documentos escritos y por el enorme influjo y prestigio de que gozó, a juzgar por la nómina importante de visitantes ilustres que tuvo o de personajes judíos de gran talla que vivieron en ella:

-Moisés Ibn Ezra, nacido en Granada hacia el año 1055, pasó su juventud con toda probabilidad en Lucena, ya que él mismo dice que fue en esta ciudad discípulo de Yishaq ibn Gayyat; ilustre poeta de Lucena; 

- Yehuda ha Leví, uno de los poetas hispano hebreos más prestigiosos del siglo XI español, nacido en Tudela hacia el año 1070;

-Abrahán ibn Ezra, también de Tudela, nacido hacia el 1089, poeta relacionado con los poetas judíos más importantes de la época, el primero que supo abrirse a la temática poética de los árabes, apareciendo en sus poesías temas realistas, de la vida diaria, asuntos prosaicos y triviales, personajes de la vida cotidiana, mendigos o tahúres, los juegos de azar o del ajedrez; pero también poeta litúrgico con más de quinientos poemas sinagogales, en cuya poesía hay un fuerte influjo neoplatónico; pero no sólo poeta, también escribió tratados por lo general breves sobre cuestiones gramaticales, comentarios bíblicos, matemáticas, astronomía, astrología, filosofía  que abrieron las puertas del mundo de la cultura árabe a los judíos europeos.

-Samuel ibn Nagrela, de quien hemos publicado en dos volúmenes su obra completa poética, nacido  en Córdoba hacia el año 993, donde vivió hasta los desórdenes de 1033, para trasladarse a Málaga y Granada, llegando a los más altos cargos en la corte granadina con el rey Badis;

- el citado rabino  Yishaq ibn Gayyat ( el gran maestro y poeta judío de Lucena);

- su sucesor en la academia rabínica R. Isaac ben Yaaqob al-Fasí (el de Fez; a. 1089)

- o, cómo no citarlo,  el ilustre rabino de la academia talmúdica de Lucena Me'ir  ben Yosef ibn Migash, (el grande, me/gaj),  hijo y discípulo del famoso rabino Yosef ben Meir ha-levi ibn Migash.

La academia rabínica de Lucena tuvo que cerrarse a la llegada de los almohades; por este motivo Yosef ibn Migash tuvo que huir con su familia a Toledo según cuenta Abrahan ibn Daud en su Sefer haqabbalah.

         Además de estos personajes, bajo el epígrafe de Lucena, el Diccionario de autores judíos de al-Andalus, publicado en la serie Estudios de Cultura Hebrea de Ediciones El Almendro de Cordoba, cita trece destacadas personalidades más, que se distinguieron por el cultivo de la poesía, la filología, la traducción, el talmud, la halakhá y la filosofía judías.

No me voy a detener más por ahora en ponderar el glorioso pasado judío hispanohebreo medieval. Baste con esta apresurada síntesis o muestra de uno de los centros más vivos del mismo en el medievo cordobés.

        

CON RELACION AL FUTURO

Pero ¿en qué sentido  podemos decir que los judíos de al-Andalus en general y de Lucena en particular pueden servir de paradigma o ejemplo para construir el futuro de una acertada convivencia entre culturas?.

Recientemente hemos publicado un libro, fruto de un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, titulado JUDIOS ENTRE ARABES Y CRISTIANOS. LUCES Y SOMBRAS DE UNA CONVI-VENCIA, editado por A. Sáenz Badillos con la colaboración de destacados hebraístas y arabistas en el campo internacional. En este libro, el Profesor Sánez-Badillos tiene un capítulo final, a manera de síntesis, que a mi juicio es digno de ser  comentado. El capítulo se denomina VALORACION GLOBAL DE LA PRESENCIA JUDÍA EN ESPAÑA, cuya lectura recomiendo, porque creo que da respuesta a muchas preguntas y deshace muchos estereotipos respecto a las ideas que se tienen de los judíos medievales en general y de la convivencia entre culturas en particular.

Este autor define las relaciones de judíos con árabes y cristianos en el medievo como tan complejas y  dialécticas  que, en un momento dado, la sociedad mayoritaria, entonces cristiana, decidió cortar de golpe con la minoría judía expulsándola del suelo patrio,  porque ésta se había llegado a convertir en molesta.

Yo suelo decir que entre árabes, judíos y cristianos hubo en el medievo, sin lugar a dudas, una buena convivencia de cúspide, por intereses especialmente políticos, convivencia entre destacados judíos y dignatarios de corte o reyes de la época.

La relación de Hasday Ibn Shaprut con Abderramán III es buen ejemplo de esto. Hasdai ibn Shaprut era médico (redescubrió la tríaca o theríaca, especie de penicilina de amplio espectro inventada por los romanos y cuya fórmula se había perdido) y  fue traductor y diplomático en la corte de Abderramán, cargos que aprovechó para ejercer de nasí o príncipe de las comunidades judías de al-andalus. Américo Castro dice que "la historia de los españoles es el resultado de las armonías y desajustes de la conflictiva convivencia de tres castas de creyentes: cristianos, árabes y judíos"..

Por eso yo preferiría, en principio, con Américo Castro,  hablar de convivencia conflictiva, o mejor todavía de coexistencia, de una coexistencia compuesta de tolerancia e intolerancia, de convivencia y de persecución, con períodos de entendimiento y enfrentamiento de las tres "castas" entre sí.          La tolerancia habría permitido la coexistencia de cristianos, árabes y judíos hasta fines del siglo XV, mientras que el dominio total de la casta cristiana sobre las demás habría llevado a la exclusión de las otras dos y su eliminación a partir de 1492.

La convivencia de base, si la hubo, fue complicada; tuvo luces y sombras; al final predominaron las sombras, pues la aventura de caminar juntos no terminó bien. Tanto unos como otros fueron expulsados del suelo patrio.

 

Pero ¿qué fue en realidad lo positivo que tuvieron los judíos españoles que nos pueda servir hoy, como decía antes, de paradigma o modelo para la convivencia entre las diferentes culturas que pueblan ya muchas de nuestras grandes ciudades debido a los flujos migratorios modernos?

Yo creo, con el Prof. Angel Sáenz-Badillos, que lo positivo que tuvieron los judíos -que eran  una minoría dentro de la España musulmana o de los reinos cristianos-, es que no se mantuvieron cerrados o encerrados en sí mismos y en su cultura, sino que supieron abrirse a la cultura circundante (árabe o cristiana) sin perder por ello su propia identidad judía.

Y esto lo vemos principalmente encarnado en la obra literaria y científica de los judíos andalusíes,  que supuso una gran fusión de elementos propios con los más relevantes de la cultura árabe y algunos de la cristiana, de las que se dejaron impregnar para enriquecer la suya propia.

Y tal vez ésta sea la mejor lección que podemos sacar de los judíos de al-Andalus. Éstos no fueron simples herederos de los judíos de Palestina o Babilonia, sino el resultado de una apertura al entorno arábigo y  cristiano en el que vivieron inmersos en el medievo. Con los judíos españoles podemos decir que nació un nuevo tipo de judío, de corte más universal, de talante más abierto, más inserto en el mundo. Y este modelo o tipo nuevo de judío español se genera o surge precisamente en la atmósfera de las cortes andalusíes. Como dice Sáenz- Badillos "estos cortesanos judíos tuvieron que vivir al mismo tiempo en dos sistemas ideológicos distintos y no pocas veces enfrentados; manteniéndose fieles a su fe judía, sin que eso se pueda poner en duda, pero asimilando también los valores culturales de sus vecinos musulmanes, con un pie en cada mundo.  Los judíos de al-Andalus, olvidando actitudes más tradicionales, cerradas por completo a los influjos externos y el apego a sus costumbres, se dejarían fecundar por la cultura de sus vecinos, educando a sus hijos en la cultura árabe no menos que en la propia tradición judía".

Dejando a un lado el temor a verse asimilados por la cultura mayoritaria circundante, fueron capaces de incorporar los valores más positivos de la civilización árabe, de integrarse en ella, sumergiéndose profundamente en sus aguas, sin olvidar nunca el verdadero carácter del judaísmo y sin perder su propia identidad.

Lo que caracteriza a estos judíos de al-Andalus es su apertura, su aceptación de cuanto hay de positivo y valioso en el mundo que les rodea. Y ésta es la mejor base para establecer una sana y fecunda convivencia entre culturas, con quienes no son como nosotros ni tienen por qué serlo. Este deseo de asimilar cuanto hay de positivo y valioso en el mundo que les rodeaba, hizo que surgieran en al-Andalus esos hombres únicos en el judaísmo de todos los tiempos, capaces de aventurarse en la vida de las cortes árabes, de acercarse al poder y compartir sus glorias y sus riesgos sin olvidarse de ser plenamente judíos, haciendo en sus escritos una verdadera síntesis de cultura profana y religiosa, de hermanamiento de la filosofía con la fe sincera,  de observancia de los rigurosos preceptos de la ley judía en medio de un clima netamente hedonista.

Para muchos judíos andalusíes la armonía entre fe y razón, la aceptación de la filosofía y el saber de los griegos fue  una postura casi connatural.

Y este talante abierto se muestra principalmente en la literatura y, especialmente, en las creaciones poéticas de los judíos de al-Andalus a partir del s. X. En esta época surge entre los judíos un nuevo modo de hacer poesía, esta vez  profana, hecho insólito en la tradición poética judía que había sido hasta entonces puramente litúrgica o sinagogal.

Y sería un magrebí educado en Oriente y establecido en Córdoba, llamado Dunás ben Labrat (protegido por Hasday ibn Shaprut, ministro en la corte de Abderramán) quien, poco después del año 958, daría el paso decisivo al idear la forma en la que puede imitarse en hebreo el sistema métrico cuantitativo utilizado por los árabes en su poesía. Este hecho se consideró revolucionario hasta el punto de que otro judío, también afincado en Córdoba, Menahem ben Saruq, lo consideró como un atentado contra la lengua hebrea, al obligarla a adaptarse a las reglas de la lengua árabe.

Pero no sólo cambió la métrica de la poesía hebrea, imitando la de los árabes. La poesía que había sido hasta entonces religiosa y sinagogal se hace en Córdoba profana  y cortesana, y acepta el conjunto de temas, géneros, motivos e imágenes de la poesía árabe: cantos de boda, cantos al amor, al vino, a la mujer,  a la amistad se dan la mano con poesías de corte más tradicional de carácter litúrgico y sinagogal. Poco después, en la España cristiana, entraría en la poesía hebrea también el ritmo de las tonadillas populares, en romance; ritmo que los judíos tratarán también de recoger e imitar en sus moaxajas muchas veces terminadas con inigualables coplillas en romance, denominadas jarchas (los primeros ejemplos de jarchas se descubren en los poetas hispano-hebreos; después en los árabes). Así se fusionan fructíferamente en una sola lengua tres culturas distintas. Y es en al-Andalus y sobre todo en Córdoba donde se produce esa múltiple fecundación...

 

Quiero terminar leyendo alguna de estas poesías que expresan el nuevo talante de ese judío que se puede proponer como paradigma o ejemplo para consolidar en el futuro una convivencia entre culturas: fiel a sí mismo y a sus tradiciones, pero abierto a asimilar y aceptar lo que de bueno le brindan las culturas circundantes.

Conservando su propia identidad, pero respetando y asimilando lo que tienen de bueno las otras culturas.

Comienzo por la lectura de un poema escrito en Córdoba con toda probabilidad por una poetisa judía, la esposa de  Dunás ben labrat.  Es un poema de despedida, muy bello y sentido en el que la poetisa con su hijo en brazos ve partir a su esposo que abandona -momentáneamente creemos- España.

         ¿Se acordará de la cierva graciosa su amado?

         Cuando él iba a partir tenía ella en sus brazos al hijo querido.

         El le puso el anillo de su diestra en su mano izquierda

         y ella le puso en su brazo su ajorca.

         Mientras ella cogía su velo como recuerdo,

         tomaba él el suyo para memoria.

         No se quedaría él en Sefarad aunque recibiera medio reino de su señor

 

Leamos otro de Dunás ben Labrat, uno de los primeros ejemplos que se conocen de invitación a la bebida en lengua hebrea, que recoge en una primera parte todos los convencionalismos del género tradicional en la poesía árabe y clásica a la que sigue una segunda reflexión típicamente judía que corrige la perspectiva de la vida fácil y agradable (el carpe diem) mediante el recuerdo de la desolación en que se encuentra Jerusalén y la situación misma del pueblo judío.

 

         Me dice: "No duermas, bebe vino viejo.

         Hay alheñas y lirios, mirra y áloes,

         en el jardín con granados, palmeras y parras,

         plantas agradables y muchos tamariscos,

         ruido de acequias y sones de laúdes,

         acompañados de la voz de cantores con cítaras y adufes.

 

         Allí hay árboles frondosos, ramas con hermosos frutos,

         aves de toda especie cantando entre las hojas;

         las palomas zurean al sonar la melodías

         y responden las tórtolas con arrullos de flauta.

 

         Bebamos entre arriates rodeados de azucenas,

         alejemos las penas con varios panegíricos,

         comamos dulces manjares, apuremos las jarras,

         seamos cual gigantes y vaciemos crateras.

 

         Me  levantaré por la mañana para degollar terneros

         sanos y escogidos, carneros y novillos;

         nos ungiremos con buen aceite, con aroma de ramas frescas;

         antes que nos llegue el día de la ira, gocemos de bienestar.

        

Yo le recrimino: "calla, calla, ¿cómo puedes decir eso,

         si el Santuario, escabel del Señor, es de los incircuncisos?

         Has hablado neciamente escogiendo la pereza,

         profiriendo palabras vanas, como los bufones y necios,

         has abandonado la reflexión sobre la Ley del Altísimo.

         ¿Vas a regocijarte mientras corren por Sión los chacales?

         ¿Cómo podemos beber vino, cómo levantar los ojos,

         si no somos nada, despreciados y aborrecidos?

        

Leo un tercer poema, en el  que el poeta Yishaq ibn Jalfún, poeta cortesano cordobés, se queja del amado que no corresponde  realmente a su afecto:

         Con falaz cortesía, boca halagadora y hablar tierno

         engañarme quieres y aplacarme;

         mi corazón robar pretendes con lisonjas,

te finges hermoso y no lo eres.

        

Te acercas sonriente, con corazón perverso,

         como arcilla recubierta de plata.

         Parece que hay remedios en tu boca,

         mas herida de víbora no cura con conjuros.

 

O este otro poema, lleno de ironía, que se debate entre  el idealismo del amante y la realidad:

         Me despierta el amor y brinco,

         cual ciervo, para mirar los ojos de mi amada.

         Me acerco, y junto a ella está su madre,

         su padre, su hermano y su tío.

         La miro y vuelvo la espalda,

         como si no fuera su amigo ni amante.

         Me asustan, aunque mi corazón sienta por ella

         lo que la mujer al morir su único hijo.     

        

Precioso este poema de amor de Samuel ha-Nagid:

         ¡Despacio! que mi corazón no es como el hierro,

         no puedo soportar el enfado de mi amado

         ¿Es acaso incurable mi herida, siendo tú médico?

         ¿Será eterno mi dolor, si tú sabes de conjuros?

         Bebe el vino y la leche de mis labios

         y dame la recompensa de mi vino y mi leche.

         Extiende tu mano y pon en tus palmas mi corazón

         para que no lo cojan gentes extrañas...

 

Cómo contrastan estos poemas hedonistas de canto al amor y a los placeres de la vida con estos dos, de corte más tradicional, que voy a leer, que consideran la vida como un fluir entre dos llantos, y la tierra como una prisión para el hombre:

Presta atención y comprenderás que es vergonzoso

sentir alegría estando entre dos llantos:

lloras cuando vienes al mundo,

y otro llorará por ti cuando salgas...

...

La tierra es para el hombre una prisión toda su vida:

por eso digo esta verdad al simple:

aunque corras, los cielos te rodean por todas partes;

intenta salir a ver si puedes...                         

 

Pero terminemos con un canto  de boda, como símbolo de la fecundidad y vida que puede producirse cuando las culturas se miran sin recelo ni miedo, como el amado mira a su amada, representados en esta poesía, tomada de una antología de cantos de boda hispano-hebreos, recientemente publicada, por un cervatillo y una hermosa gacela:. 

 

¡Deja de escudriñar el futuro y el pasado

y fíjate en lo que aquí ves!

El cervatillo caza leones con sus ojos,

a él la gacela lo caza con los suyos.

Si ella con sus ojos lo hace morir y muere,

con su boca le devuelve la vida y vive.

 

Son dos piedras preciosas

y Dios las unirá para que sean la piedra angular;

son astros luminosos en la tierra tenebrosa,

ríos, torrentes del Edén en la tierra reseca...


 

 

JUDÍOS ENTRE ÁRABES  Y CRISTIANOS

EN EL MEDIEVO ESPAÑOL

Bases para la convivencia hoy

Jesús Peláez

Catedrático de la Universidad de Córdoba

 

Resumen

 

La conferencia tiene dos partes: 

-En la primera, mirando hacia atrás,  se examina a vuelo de pájaro el glorioso pasado judío de la ciudad de Lucena (Córdoba) y de su academia rabínica;

-En la segunda,  mirando al futuro,  se propone en qué sentido los judíos medievales de Lucena, en particular, y los de al-Andalus, en general, pueden servir hoy de paradigma o ejemplo para cimentar una convivencia entre culturas que cada vez se muestra más conflictiva en nuestro mundo moderno.

 

 

                                     Córdoba, 19 de Marzo de 2001