Philosophical Skepticism

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Abderite Tradition / Metrodorus of Chios

Metrodoro de Quíos.

No carece de dificultades investigar la línea abderita después de Protágoras: Metrodoro de Quíos ocupa el primer lugar. Sin embargo, algunas fuentes citan a un tal Nesa o Neso1, del que sólo conocemos su nombre, que parece desempeñar el papel de mediador entre Demócrito y Metrodoro. De ese tal Nesa, según unos, o del mismo Demócrito, según otros, fue discípulo Metrodoro de Quíos. Aristocles parece despejar el problema cuando dice explícitamente que es de opinión general que Metrodoro de Quíos fue discípulo de Demócrito: "De éstos son Metrodoro de Quíos y Protágoras el abderita. Ciertamente, se decía que Metrodoro había escuchado a Demócrito"2. Sin embargo, esta noticia se ve empañada por la intercalación en otro texto, del mencionado Nesa entre Demócrito y Metrodoro; haciendo al de Quíos discípulo de Nesa y a éste de Demócrito: "Y de Jenófanes ha llegado a ser discípulo Parménides, de éste Meliso, de él Zenón, de él Leucipo, de él Demócrito, de él Protágoras, y Nesa. Y de Nesa, Metrodoro, de él Diógenes y de él Anaxarco"3.

Según el primer texto de Aristocles, Nesa sólo jugaría un papel poco significativo entre Demócrito, el maestro indiscutido, y Metrodoro. Clemente y Suidas, por su parte, relacionan en las sucesiones que presentan, a Metrodoro con Demócrito y con Pirrón. Clemente afirma que Demócrito fue maestro de Protágoras y Metrodoro; siendo éste último maestro de Diógenes de Esmirna que fue, a su vez, instructor de Anaxarco y éste último de Pirrón: "Oyentes de Demócrito fueron Protágoras de Abdera y Metrodoro de Quíos, de él Diógenes de Esmirna, de él Anaxarco, y de éste Pirrón, de él Nausífanes. De éste dicen algunos que Epicuro llegó a ser su discípulo"4.

La relación entre Metrodoro y Pirrón está bastante clara para Clemente. Suidas en su obra sobre Pirrón asegura que éste siguió las lecciones de Brisón discípulo de Clinomaco y después de Alejandro, discípulo de Metrodoro de Quíos. De nuevo atestiguamos la relación entre Metrodoro y Pirrón, aunque en este caso de forma indirecta a través de Alejandro: "Pirrón, hijo de Plistarco, de Elide, filósofo; el cual vivía en el tiempo de Filipo de Macedonia, en la 111ª Olimpíada y siguientes. Primero era pintor y después se dedicó a la filosofía y escuchó a Brisón, discípulo de Clinómaco, después a Alejandro, discípulo de Metrodoro de Quíos, del cual era maestro Metrodoro de Abdera"5.

Sexto Empírico cita tres veces a Metrodoro en su obra6. El texto más importante para investigar la filiación de Metrodoro se encuentra en M., VII, 48. En este pasaje Sexto habla del criterio y expone las opiniones más relevantes: unos, dice Sexto, conservan el criterio en el discurso racional, otros en las evidencias no racionales y unos terceros en ambas cosas. Añade, que algunos pensadores rechazan la existencia de un criterio y Metrodoro es uno de ellos. La importancia de este pasaje de Sexto radica tanto en la noticia misma del rechazo del criterio (que estudiaremos más adelante) como en el análisis de los filósofos que junto a Metrodoro niegan el criterio de verdad: además de los escépticos encontramos, entre otros, a Jenófanes, Protágoras y Gorgias. De nuevo descubrimos cierta relación entre Metrodoro y el escepticismo: "Y de los que conservaron [el criterio] tres han llegado a ser las opiniones más relevantes. Unos lo conservaron en el discurso racional, otros en las evidencias no racionales y otros en ambas cosas. Y lo rechazaron [el criterio] Jenófanes de Colofón, Jeníades de Corinto, Anacarsis el Escita, Protágoras y Dionisidoro, y por otra parte, además de éstos, Gorgias de Leontini, Metrodoro de Quíos, Anaxarco "el eudaimonista" y Monimo el cínico. [Y entre éstos están también los escépticos]"7.

Una vez considerada la relación entre Metrodoro y el escepticismo pasemos a su pensamiento. Metrodoro mantiene como principios fundamentales de la naturaleza lo lleno y lo vacío, principios explícitos de la teoría atomista de Demócrito. Un pasaje de Simplicio afirma, a este respecto, que Metrodoro sostiene sobre el origen de las cosas lo mismo que los democríteos: "Y también Metrodoro de Quíos propone básicamente los mismos principios que los que rodeaban a Demócrito, estableciendo como primeras causas lo lleno y lo vacío"8. Análogamente, Aristocles dice también de Metrodoro que siguiendo las lecciones de Demócrito postuló como principios lo lleno y lo vacío: "Ciertamente, se decía que Metrodoro había escuchado a Demócrito; y que había establecido como principios lo lleno y lo vacío; de los cuales uno es ser y otro no-ser"9. La filosofía de Metrodoro depende, pues, de Demócrito; no sólo en la aceptación de los principios fundamentales de la teoría democrítea: átomos y vacío, sino en el reconocimiento también de otros aspectos de la doctrina de Demócrito de Abdera. Entre éstos hay que mencionar la concepción sobre los átomos10, sobre la infinitud de la materia, del espacio11 o de los mundos12. Creemos conveniente atender el razonamiento de Metrodoro sobre este último punto.

Partiendo de principios democríteos la argumentación seguida en esta cuestión es la siguiente: si la infinitud de los átomos, condicionada por la realidad del vacío, mantiene eternamente el movimiento, entonces este movimiento puede desarrollar infinitos procesos de formación y de desintegración de mundos infinitos13. Con referencia a este problema hay que entender un testimonio de Aristocles sobre el conocimiento en Metrodoro. En este pasaje postula Aristocles que, según Metrodoro, todo lo que puede ser pensado debe caer dentro de la realidad, pues al ser ésta infinita, en ella se dan infinitas posibilidades. Desde esta perspectiva, se entiende que la realidad debe corresponderse con la posibilidad, y todo lo que yo piense debe caer dentro de ella, idea que ya había sido prefigurada, en cierta medida, por Parménides al afirmar la cognoscibilidad del ser y la imposibilidad del no-ser, y por Protágoras al afirmar que sólo la apariencia era cognoscible. Así, debe ser entendida, a nuestro parecer, la sentencia de Metrodoro recogida por Aristocles, según la cual todo es lo que uno piensa: "Pero yendo más allá dice: «todo es, lo que uno piensa»"14. Entendiendo aquí "pensamiento" en sentido general, cotidiano, es decir, lo que a uno se le ocurre pensar; y no en sentido gnoseológico que conduciría a unas consecuencias de carácter idealistas que no creemos que estuvieran en el ánimo de Metrodoro.

Ahora bien, la fidelidad que demuestra Metrodoro a los principios democríteos en estas cuestiones no es, con todo, lo más interesante e importante de su filosofía; sino su preocupación por otros temas con un pensamiento original  y propio15, que le conduce a propuestas claramente escépticas. En los pasajes de Clemente, Suidas, Eusebio y Sexto mencionados arriba, se evidencia cierta relación entre Metrodoro y algunos pensadores significativos para nuestro estudio, como son Demócrito, Protágoras, Metrodoro y Pirrón. Esta unión o sucesión que todos estos textos demuestran, y que parece tener más la forma de una afinidad conceptual16 que de una sucesión en toda regla, va a guiar nuestra investigación ya que justifica razonablemente esa relación que desemboca en el escepticismo.

El punto de partida de Metrodoro en lo que al conocimiento se refiere, es el mismo que el de Demócrito; es decir, la negación de la verdad de las percepciones. Dice Aecio que tanto Demócrito como Metrodoro parten de que "las sensaciones son engañosas"17. La afirmación es rotunda, pues supone que a través de las sensaciones no conocemos nada, y ni siquiera es preciso atender a ellas pues no aportan un conocimiento certero de la realidad. En Demócrito, sin embargo, esta afirmación se veía compensada por la confirmación de la autonomía de la razón en el proceso del conocimiento. Sólo el conocimiento racional es válido; y sólo a través de la razón (pues el conocimiento sensible es erróneo) podemos conocer los principios fundamentales de la teoría atómica. En Metrodoro, por el contrario, desaparece este segundo requisito necesario en el sistema de Demócrito. El de Quíos no acepta que la razón conozca verdaderamente la realidad. Al contrario, su punto de partida es completamente opuesto, pues defiende que no conocemos nada. Da la sensación que este discípulo de Demócrito asume perfectamente aquel inconveniente que el filósofo de abdera ya presentaba con relación a los sentidos; es decir, si los sentidos no son capaces de aportar un conocimiento verdadero de la realidad ¿cómo puede sustentarse la razón que en última instancia toma de ellos su fundamento? Es evidente que no puede sostenerse sin su ayuda. Si las sensaciones son erróneas y no existe seguridad de que la razón por sí sola pueda sostenerse, ¿qué ocurre con el conocimiento que de hecho tenemos de la realidad? La respuesta de Metrodoro, apoyada en Jenófanes y en Demócrito, es contundente: "todas las cosas son según la opinión". Estamos ante la primera llamada de atención escéptica que provoca Metrodoro con su filosofía: "Metrodoro de Quíos decía que nadie conoce nada, sino que las cosas que creemos conocer, no las conocemos con exactitud, ni es preciso atender a las sensaciones; en efecto, todas las cosas son según la opinión (δοκήσει γάρ ἐστι τὰ πάντα)"18.

¿Cuál es la razón de que este testimonio de Epifanio muestre a un Metrodoro tan escéptico sobre las posibilidades del conocimiento? Podemos conjeturar que Metrodoro, consciente de lo engañoso que resulta el conocimiento sensible, se atreve a considerar la imposibilidad de un conocimiento cierto. En Demócrito la falibilidad del conocimiento sensible se soluciona, como hemos visto, recurriendo al concocimiento intelectivo: la razón, el logos, sin el concurso de los sentidos, descifra la verdad de la realidad que no es otra que átomos y vacío. El sistema democríteo exige como necesidad lógica aceptar este conocimiento racional como única posibilidad del conocimiento. Metrodoro, sin embargo, al afirmar que las cosas son según la opinión, tiene que concluir que no podemos saber con total certeza nada, ni siquiera esto último, si sabemos o no sabemos algo con garantía, pues no existe ningún criterio intersubjetivo que pueda proporcionar certeza en el conocimiento de las cosas. Así, según este texto, la idea de la convencionalidad de Demócrito se lleva en Metrodoro hasta sus últimas consecuencias, alcanzando también a los átomos y al vacío, ya que todas las cosas son según la opinión (dokései gár esti tà pánta). Esta afirmación de Metrodoro viene confirmada tanto por Epifanio en el fragmento arriba mencionado, como por Cicerón, Diógenes Laercio y Aristocles que vuelven a mencionarlo, casi en los mismos términos. La semejanza de todos estos textos quizá provenga de la utilización por parte de estos autores de una fuente común que pudo ser el libro de Metrodoro Sobre la naturaleza.

Cicerón también se refiere a Metrodoro como uno de los antecedentes del escepticismo; en este caso, de la «nueva academia». En su discurso sobre los antecedentes de ésta Cicerón encuentra, entre los filósofos antiguos, a Demócrito y a Metrodoro -que admiró muchísimo a Demócrito (Is qui hunc maxime est admiratus)-, como pilares fundamentales del escepticismo académico. Dice Cicerón que Metrodoro afirma lo siguiente sobre la naturaleza: "Niego -dice- que sepamos si sabemos algo o no sabemos nada, ni siquiera que sepamos que no sabemos (o sabemos) tal cosa, ni si absolutamente existe alguna cosa o nada"19.   En este mismo sentido, se orienta el testimonio de Diógenes Laercio sobre Metrodoro. En el epígrafe dedicado a Anaxarco Diógenes recoge la noticia de que Anaxarco fue discípulo de Metrodoro y afirma: "el cual (Metrodoro) decía «que ni siquiera esto mismo sabía que nada sabía»"20.

De todas las transmisiones que tenemos de este pasaje emitido por Metrodoro, la que aporta más detalles es la de  Aristocles en la Praeparatio de Eusebio. Aquí se añade que esta famosa declaración de Metrodoro proporciona fundamentos (malos recursos, kakàs aphormàs ) a Pirrón para el desarrollo de su escepticismo: "Escribiendo sobre la naturaleza comenzaba con esta introducción: «ninguno de nosotros sabe nada, ni siquiera esto mismo si sabemos o no sabemos nada». La cual introducción proporcionó malos recursos a Pirrón, que nació después de esto"21. Las declaraciones de este texto coinciden casi completamente con las que veíamos en el pasaje antes citado de Epifanio22: "Metrodoro de Quíos decía que nadie conoce nada". Esta afirmación junto con la anterior puede ser fácilmente relacionada con alguna de las sentencias argüidas por los escépticos, según las cuales no podemos conocer nada, ni siquiera la declaración misma que afirma que no podemos conocer nada. La relación que Aristocles señala entre el pensamiento de Metrodoro y el de Pirrón no nos extraña. Advertimos, no obstante, en Aristocles cierto tono crítico, pues dice que el principio ("ninguno de nosotros sabe nada, ni siquiera esto mismo, si sabemos o no sabemos nada") proporciona malos recursos a Pirrón para el desarrollo de su escepticismo: para Aristocles hay, pues,  una relación directa, nada positiva, entre el principio apuntado por Metrodoro y la filosofía de Pirrón.

Sexto incluye, como hemos visto, a Metrodoro en el grupo de los que rechazan cualquier tipo de criterio. Así, junto a Jenófanes y Jeníades, Anacarsis, Protágoras y Gorgias, Metrodoro cierra el círculo de los que niegan la existencia del criterio de verdad. Más explícito es Sexto en otro texto en el que cita de nuevo la declaración escéptica de Metrodoro "oudèn ísmen, oud'autò toûto ísmen hóti oudèn ísmen", que utiliza para afirmar que el de Quíos abolió cualquier tipo de criterio: "Y no pocos eran, como declaré más arriba, los que afirmaron que los del círculo de Metrodoro y Anaxarco y también los de Monimo, rechazaron el criterio, sobre todo Metrodoro porque dijo: «nosotros no sabemos nada, ni siquiera esto mismo sabemos que no sabemos nada»"23. Este texto, que hace referencia a un pasaje ya citado24, revela dos detalles: el primero, que Sexto incluye a Metrodoro entre los que eliminan el criterio debido a su declaración escéptica; y segundo, más importante, que todos estos pensadores coinciden con los escépticos en la negación del criterio, por eso al citarlos Sexto observa que entre ellos también están los escépticos.

En resumen, observamos dos actitudes en Metrodoro. Una claramente atomista en cuanto se refiere a los principios que rigen la realidad, y otra en cuanto al método "propio" del que se servía al escribir sobre la naturaleza que tiene algunas consecuencias manifiestamente escépticas para el conocimiento25. Metrodoro defiende claramente los principios físicos democríteos. Sin embargo, el de Quíos no se limita sólo a transmitir exactamente las teorías de Demócrito, sino que profundiza en aquellas dificultades que el sistema atomista ya detectaba y no resolvía. Metrodoro niega que podamos conocer la verdad. La teoría materialista de Demócrito defiende un conocimiento racional de la realidad, sin embargo el rechazo de los sentidos que este conocimiento conlleva genera algunas dificultades sin solución. Metrodoro renuncia a encontrar una solución, consciente del fracaso que supone querer fundamentar el conocimiento de la realidad. Así pues, debemos interpretar esta doble actitud en el sentido de que el de Quíos renuncia a relacionar lo que es la verdad en sentido democríteo, átomos y vacío, con las apariencias que tenemos de ella; es decir, con el conocimiento que tenemos a través de la percepción del mundo. En Metrodoro asistimos, de nuevo, al fracaso del hombre con respecto al conocimiento. Creer una verdad y defenderla no es problemático, pero demostrar que es tal como yo creo que es, parece imposible. La trascendencia de la tesis de Metrodoro, a tenor sobre todo de los textos que Sexto Empírico ha dejado, no radica sólo en la seguridad de que este problema no tiene solución, sino en la convicción de que no puede ser solucionado. De ahí que podamos decir que si bien  no cree en la fiabilidad de los sentidos en el acto de conocimiento, recordemos el texto DK 70 A 22 citado más arriba en donde decía que las apariencias son engañosas, acepta posiciones escépticas al no confiar tampoco en la posibilidad de llegar al verdadero conocimiento a través de la razón, del logos.

Así pues, sólo en la estrategia, el de Quíos anticipa la llegada del escepticismo helenístico26. Este esquema, previo a cualquier investigación, es un antecedente metodológico muy importante para el escepticismo de Pirrón; el cual tomará un camino de análisis diferente, ya que al declarar que las cosas son, por su propia naturaleza, "indeterminadas, sin estabilidad e indiscernibles", califica como innecesaria cualquier investigación científica que se realice a partir de aquí, por lo cual el hombre no debe poner su confianza ni en las opiniones, ni en las sensaciones sino presentarse ante ellas sin pre-juicios, de modo impasible, llegando a la suspensión del juicio. Como vemos, poco a poco la tesis de la imposibilidad de un conocimiento cierto a través de los sentidos se va haciendo más fuerte, pero a su vez la confianza de la razón se va haciendo cada vez más débil. La explicación parece evidente, y ya la hemos articulado con Demócrito: si los sentidos no son fiables, de quién va a tomar sus certezas la razón si la única fuente que tiene, los sentidos, es errónea: la caída de éstos será la perdición de aquella. Por eso, la actitud de Metrodoro sobre el conocimiento, atestiguada por algunos fragmentos, y sobre todo por el escéptico Sexto Empírico, puede ser calificada, al menos en lo que se refiere a las posibilidades del conocimiento, como escéptica.


  1. Cfr. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 17, 10: DK 69 A 1; D.L., IX, 58: DK 69 A 2; PORFIRIO, Quaest. hom., I, 137, 14: DK 69 B 1; y PROCLO, in Hes. Opp., 84: DK 69 B 2.
  2. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19, 8-9: MIGNE, P.G., XXI, 1260 A.
  3. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 17, 10: MIGNE, P.G., XXI, 1245 C.
  4. CLEMENTE, Strom., I, XIV, 64, 2-4: DK 70 A 1.
  5. SUIDAS, Πύρρωv,: DECLEVA CAIZZI, 1 B.
  6. Cfr. SEXTO, M., VII, 48, 87 y 88.
  7. SEXTO, M., VII, 47-48.
  8. TEOFRASTO, Phys. Opin., fr. 8: SIMPLICIO, Phys., 28, 27: DK 70 A 3. 
  9. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19: MIGNE, P.G., XXI, 1260 A-B.
  10. Cfr. AECIO, I, 5, 4: DK 70 A 6.
  11. Cfr. AECIO, I, 1, 3: DK 70 A 7; SIMPLICIO, Phys., 648, 14: DK 70 A 7.
  12. Cfr. EUSEBIO, Praep. Evang., I, 8, 11.
  13. Cfr. AECIO, I, 5, 4: DK 70 A 6.
  14. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19, 8: MIGNE, P.G., XXI, 1260 B: DK 70 B 1.
  15. Esta originalidad es observada por Simplicio y Teofrasto: "Acerca de las otras cosas, utiliza un método propio". TEOFRASTO, Physi. Opin., fr. 8: [SIMPLICIO, Phys., 28, 27]: DK 70 A 3.
  16. Cfr. DECLEVA CAIZZI, Op. cit., pp. 180-181.
  17. "ψεθδεῖς εἶναι τὰς αἰσθήσεις". AECIO, IV, 9, 1: DK 70 a 22.
  18. EPIFANIO, Adv. haer., III, 2, 9: DK 70 A 23; cfr. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19, 8-9: MIGNE, P.G., XXI, 1260 B.
  19. "Nego inquit scire nos sciamusne aliquid an nihil sciamus, ne id ipsum quidem nescire (aut scire) scire nos, nec omnino sitne aliquid an nihil sit".  CICERÓN, Acad., II, XXIII, 73: DK 70 B 1.
  20. "ὃς ἔλεγε μηδ’αὐτὸ τοῦτ’εἰδέναι ὅτι οὐδὲν οἶδε". D.L. IX, 58: DK 72 A 1.
  21. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19, 8: MIGNE, P.G., XXI, 1260 B: DK 70 B 1.
  22. Cfr. supra, nota 18.
  23. SEXTO, M., VII, 87-88: DK 70 A 25.
  24. Cfr. supra, nota 7.
  25. Cfr. por ejemplo, SEXTO, M., VII, 87-88: DK 70 A 25 y EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 19, 8-9: MIGNE, P.G., XXI, 1260 B. Aunque bien podemos pensar en la existencia de una cierta contradicción entre la aceptación de los principios físicos de la teoría atomista sobre la naturaleza y un cierto escepticismo en lo que a las posibilidades del conocimiento se refiere, Cfr. en este sentido, (cito los fragmentos a modo de ejemplo, sólo con la notación de DK) DK 70 A 2; 70 A 21; 70 A 3; 70 A 4; 70 A 5; 70 A 17; 70 A 19.
  26. Cfr. SEDLEY, D., "The Motivation of Greek Skepticism", pp. 9-29 en The Skeptical Tradition, ed. by  Myles BURNYEAT, Berkeley, Los Angeles, London, 1983, vid. principalmente, p. 14. Sedley también afirma que al declarar Pirrón como "simple verdad dogmática" que el mundo es, en su propia naturaleza, indeterminado, sin estabilidad e indiscernible, no era necesario seguir a partir de aquí, ninguna investigación, con lo que Pirrón hubiese quedado atrapado en sus propias declaraciones. Nosotros no estamos totalmente de acuerdo con Sedley, la declaración de que las cosas y no el mundo, son indeterminadas, sin estabilidad e indiscernibles, no creemos que actúe aquí como una declaración positiva, sino más bien como suspensiva ante la imposibilidad de saber cómo son por naturaleza las cosas. No es que yo acierte a calificar al mundo como indeterminado, sino que la indeterminación del mundo me impide conocerlo, por lo que tengo que suspender mi juicio indicando la razón de esta suspensión.