Martes, 24 Septiembre 2019 09:11

Descubren un nuevo mecanismo para impedir el crecimiento de un hongo que afecta a más de cien cultivos

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Miembros del grupo de investigación de Genética Molecular de la Patogénesis Fúngica de la Universidad de Córdoba Miembros del grupo de investigación de Genética Molecular de la Patogénesis Fúngica de la Universidad de Córdoba

En el trabajo, publicado en la revista NatureMicrobiology, han conseguido ‘engañar’ al patógeno aplicándole de forma artificial una feromona implicada en su desarrollo y reproducción


Es posiblemente uno de los hongos patógenos más importantes del mundo debido a su capacidad para atacar a más de cien cultivos distintos. Fusarium oxysporum puede pasar desapercibido en el suelo durante muchos años, pero cuando detecta una raíz de planta, crece directo hacia ella e infecta todo su sistema vascular, marchitando así los cultivos, por lo que supone un auténtico quebradero de cabeza para el sector agrícola.


Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba ha conseguido abrir una nueva vía de ataque para presentar batalla contra este hongo responsable de pérdidas millonarias. El estudio, publicado en la revista científica NatureMicrobiology, ha descubierto un nuevo mecanismo que podría impedir el desarrollo del patógeno.


El trabajo, firmado por Stefania Vitale, Antonio Di Pietro y David Turrà, describe por primera vez la feromona autocrina, uno de los mecanismos que el hongo utiliza para propagarse. Las feromonas son sustancias producidas por una gran variedad de organismos para enviar señales químicas entre individuos de distinto sexo con fines reproductivos. Este patógeno, sin embargo, a tenor de los resultados obtenidos, utiliza la feromona de un modo diferente.


Según revela la propia investigación, el hongo emplea la feromona para percibirse a sí mismo, es decir, para captar información sobre la densidad de población de su misma especie que hay alrededor. Si el patógeno detecta poca población, produce filamentos para colonizar el sustrato. Si, por el contrario, percibe que ya hay demasiada población en sus cercanías y que el espacio está lo suficientemente ocupado, las esporas no germinan y el hongo deja de multiplicarse en el terreno.


“En nuestras investigaciones hemos comprobado que, cuanta más densidad de población hay, más feromona se acumula alrededor del hongo y es en este caso cuando las esporas dejan de germinar”, señala el catedrático de Genética de la Universidad de Córdoba Antonio Di Pietro.


Este mecanismo de autoregulación, descrito por primera vez en el artículo, ha dado la pista al equipo de investigación para cortocircuitar el crecimiento del patógeno. En uno de los experimentos del estudio, tras suministrarle al hongo la feromona sintetizada artificialmente, se comprobó que el patógeno interrumpía su germinación.  “El hongo se comporta como si hubiera mucha densidad de población, aunque en realidad no la hay”, subraya Di Pietro. En otras palabras, al suministrarle la feromona de forma artificial, el hongo recibe un falso mensaje de que hay ‘overbooking’ a su alrededor y frena su crecimiento.


El estudio, por lo tanto, abre la puerta a que en el futuro pueda manipularse el desarrollo del patógeno, y los autores no descartan que este sistema de control descrito en la publicación pueda ser extensible a un grupo de hongos mucho mayor integrado por más de 60.00 especies: los ascomicetos.


No obstante, según señala Di Pietro, aún quedan por delante varios desafíos para que este virulento patógeno, que según la FAO podría dañar 36 millones de toneladas tan solo de banano en los próximos 20 años, pueda controlarse. Entre ellos, lograr una producción barata e industrial de la feromona que interrumpe el crecimiento del hongo y producir una molécula estable que no se degrade al ser aplicada sobre el organismo.

 

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