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Martes, 27 de Septiembre de 2016 13:40

Estudian el uso de plasma físico para tratar el cáncer cutáneo sin lesionar la piel no afectada

IMIBIC
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Los investigadores que han realizado el estudio Los investigadores que han realizado el estudio IMIBIC

Este sistema destaca por su actuación selectiva sobre las células tumorales, siendo inocuo para las normales, así como por su fácil aplicación y bajo coste

Un equipo multidisciplinar de la Universidad de Córdoba (UCO), el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) y el Hospital Universitario Reina Sofía han elaborado un estudio que contempla el uso de plasma físico para tratar el cáncer cutáneo melanoma y no melanoma, sin que resulte lesionada la piel no afectada por el tumor.

El proyecto de investigación 'Desarrollo y evaluación de una solución activada por plasma atmosférico frío como adyuvante al tratamiento quirúrgico del cáncer cutáneo melanoma y no melanoma', dirigido por el dermatólogo del Hospital Universitario Reina Sofía e investigador del IMIBIC Juan Ruano, obtuvo uno de los dos galardones del III Premio de Innovación Biomédica IMIBIC. Su objetivo principal es obtener una solución activada por plasma atmosférico frío que pueda emplearse en el quirófano como tratamiento complementario a la cirugía de tumores de la piel, de una forma suficientemente efectiva sobre las células tumorales, sin lesionar la piel sana del paciente.

Desde el punto de vista físico, un plasma es un gas ionizado considerado como el cuarto estado de agregación de la materia, ya que presenta características propias diferentes a las de los gases normales. Se trata del estado de agregación más abundante de la naturaleza y la mayor parte de la materia en el universo visible se encuentra en estado de plasma, sobre todo plasma intergaláctico, aunque también forma parte de las estrellas o del fenómeno de la aurora boreal.

Pero también se pueden crear plasmas en laboratorio. Numerosos estudios han demostrado que en los plasmas no térmicos mantenidos a la presión atmosférica (también conocidos como plasmas atmosféricos fríos), se generan especies reactivas que en contacto con tejidos vivos son capaces de inhibir la proliferación y migración, e inducen la muerte de las células tumorales. Su alta selectividad sitúa a esta innovadora herramienta en el horizonte tecnológico del campo de la cirugía oncológica, ya que podría aumentar la precisión en la resección de tumores, minimizando los efectos no deseables que asocian otros tratamientos adyuvantes como la quimioterapia o la radioterapia intra/perilesional, según ha explicado la co-investigadora del proyecto y profesora de Física Aplicada de la UCO, Carmen García.

Hasta ahora, el uso del plasma atmosférico frío ha ido necesariamente ligado al empleo de dispositivos médicos que generan el plasma y permiten su aplicación. Sin embargo, esta dependencia tecnológica conllevaría un coste más elevado y una menor tasa de uso, factores que limitan su expansión como innovación terapéutica en entornos de alta demanda asistencial y recursos limitados. Recientemente se ha demostrado que la aplicación de un plasma a un medio acuoso consigue la activación de éste, formándose especies reactivas similares a las que forma el propio plasma en contacto con el tejido vivo y que perviven durante un período de tiempo. Este aspecto es muy interesante desde el punto de vista logístico, ya que se podría emplear en distintos puntos asistenciales como quirófanos y salas de radioterapia.

Debido a las oportunidades que ofrece esta estrategia, este equipo de investigadores se planteó la posibilidad de generar una solución activada por plasma físico que pudiera ser empleada en la práctica clínica para el tratamiento del cáncer cutáneo. La idea se encuentra en una primera fase experimental, tras la que pasaría a la fase clínica, que contempla el desarrollo de un ensayo clínico para evaluar su eficacia como adyuvante a la resección quirúrgica de los tumores primarios.

El cáncer de piel es el más frecuente en los seres humanos. Las estimaciones actuales establecen que una de cada cinco personas desarrollará esta enfermedad a lo largo de su vida.