Los bosques mediterráneos tienen capacidad para recuperarse de incendios forestales de forma natural
El profesor de la Universidad Miguel Hernández Jorge Mataix muestra en la UCO estrategias para recuperar zonas quemadas a partir de datos científicos
El fuego forma parte de la naturaleza. En ecosistemas como el mediterráneo, especies vegetales como el pino carrasco o la jara están adaptadas para convivir con incendios producidos de forma natural cada cierto tiempo. Ante un auditorio repleto de alumnos de la Universidad de Córdoba, el profesor de Ciencias de los Suelos de la Universidad Miguel Hernández de Elche Jorge Mataix ha explicado cómo diferentes factores inciden en la recuperación de una zona afectada por un incendio forestal y ha mostrado algunos ejemplos de recuperación en parques naturales de la provincia de Alicante. La conferencia forma parte de un ciclo organizado con motivo del Año Internacional de los Suelos por el Departamento de Edafología de la Universidad de Córdoba y del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, en colaboración con la Facultad de Ciencias y de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes.
Las plantas disponen de un sistema de coordinación eficaz entre sus diferentes órganos
Hojas, tallos y raíces, a pesar de su especialización, trabajan conjuntamente entre ellos más de lo que se pensaba, según un estudio de la UCO y el IRNAS-CSIC
Las plantas, al igual que muchos organismos, presentan distintos órganos especializados en diversas funciones. Las hojas están especializadas en captar la luz, las raíces en absorber el agua y los nutrientes del suelo, y el tallo en transportarlos a las hojas. Dada la diversificación de funciones, podría ser esperable que las características de los distintos órganos sean muy diferentes. Actualmente, en ecología vegetal existe un intenso debate sobre si estas características o atributos (llamadas rasgos funcionales) de las hojas, tallos y raíces funcionan de forma coordinada o no. La aclaración sobre este dilema aportaría luz a cómo funcionan las plantas y así poder predecir mejor los efectos potenciales de los cambios ambientales, como aquéllos derivados del cambio climático, sobre la composición de las comunidades vegetales.