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Viernes, 20 de Marzo de 2015 13:50

La implicación de los participantes es un factor clave para el éxito de una red social orientada a la enseñanza

A. M.
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La Universidad de Córdoba participa en la creación de una red social para estudiantes

Las redes sociales han permeado en la vida y las rutinas de muchas personas. Una parte importante de estos usuarios son estudiantes universitarios. Si este colectivo suele emplear estos entornos para estar en contacto con amigos, para compartir contenidos o para informarse, ¿por qué no también para recibir formación? Un proyecto en el que ha colaborado la Universidad de Córdoba ha creado una red social específica para la enseñanza universitaria y, a través de esta iniciativa, se ha hallado un factor clave para el éxito de este tipo de entornos personales de aprendizaje. Es necesaria la implicación de los participantes, ya sean profesores o alumnos, para que la red social educativa tenga éxito.


El crecimiento de Internet ha supuesto la generación de un número creciente de herramientas. La red ha pasado de forma progresiva de ser un almacén de información a un instrumento de elaboración colaborativa del conocimiento. En este entorno, denominado 2.0, la información se transmite con gran velocidad, las fuentes a las que acudir son muy diversas e incluso se sobrepasan barreras espaciotemporales que se establecieron en el pasado. El escenario ha cambiado, también para la enseñanza y el aprendizaje.
Con el fin de explorar las posibilidades de la educación 2.0, un grupo de investigadores de diversas universidades españolas crearon una red social dirigida a la educación universitaria. La red se denominó Dipro 2.0. El proyecto, dirigido por el catedrático de la Universidad de Sevilla Julio Cabero y con la participación de la profesora de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Córdoba Verónica Marín, estableció una metodología innovadora que puede servir de guía para otros proyectos de este tipo.
La red pretendía primero desarrollar contenidos sobre las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) dirigidos a formar a profesores. A partir de estos contenidos, se creaba un espacio de entrenamientos para que estos docentes practicaran. Después, se validaba todo el proceso. La última fase de todo el experimento contemplaba la organización de una comunidad interesada en el uso de estas nuevas plataformas educativas.


El equipo de investigadores contactó con este público potencial. Debido a que muchos pertenecían a diversas universidades españolas, muchos de estos interesados eran castellanoparlantes. Dipro 2.0 contó con 387 miembros internacionales, de los que 178 eran españoles.La siguiente nacionalidad más numerosa fue la mejicana, con 38 integrantes. La red, no obstante, no era exclusiva de hispanoparlantes, pues tambíen había participantes de países como Alemania, Belice o Ghana.

Resultados
En un primer momento, la red se alojó en Gruply, que permitía foros, discusión entre los participantes… en definitiva, retroalimentación. La participación, recuerda Verónica Marín, era alta. Sin embargo, esta plataforma dejó de ofrecer sus servicios a los investigadores y la red social tuvo que migrar a Ning, con menos posibilidades de generar implicación entre los participantes. La participación decayó a un tercio de los participantes, lo que permitió extraer a los investigadores una importante conclusión. “Si no se genera retroalimentación de forma continua, una red social destinada a la educación está abocada al fracaso”, resume Marín.


La red social permitió comprobar el diferente comportamiento que tienen los usuarios castellanoparlantes a ambos lados del Atlántico. “El perfil iberoamericano es muy diferente al español: comparte mucha más información, es muy activo. El español es generalmente más pasivo”, explica Verónica Marín.


El estudio permitió observar también algunas tendencias de uso de las redes sociales entre los estudiantes. La mayoría disponía de cuentas en Facebook, Twitter y Tuenti. Para su formación, era habitual entre ellos usar Moodle. La investigadora de la Universidad de Córdoba precisa que “no se usan las redes sociales más apropiadas o más completas, sino que existe un efecto arrastre y se emplean las más comunes entre las personas cercanas”. Por ello, considera que es posible crear redes sociales específicas destinadas al aprendizaje y la enseñanza.


Este proyecto de I+D+i obtuvo financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación en 2010 y el trabajo de propección de uso de las redes sociales entre el alumnado se realizó en 2011.


Verónica Marín Díaz, Ana Isabel Vázquez Martínez, Karen Josephine McMullin. First Steps Towards a University Social Network on Personal Learning Environments. The International Review of Research in Open and Distance Learning. 2014; Vol 15. Nº 3.