El calor, superior a los treinta grados a primeras horas de la tarde, fue una de las notas que acompañó en su recorrido a buena parte de las Hermandades que realizaron estación de penitencia  durante el Martes Santo. Entre ellas a la del Santo Cristo de la Universidad y Nuestra Señora de la Presentación y Santo Tomás de Aquino cuyos sesenta nazarenos iniciaron puntualmente su itinerario desde la Iglesia de San Rafael congregando cada año a un mayor número  de personas que la aguardan en diversos lugares de su discurrir. Muchas de ellas incluso cambiando de emplazamiento según la hora ya que la procesión adquiere estéticas diferentes según la luz del día deja paso al crepúsculo y a la noche.

Los orígenes, naturaleza y fines de las cofradías sacramentales son aspectos imprescindibles para entender la floración de estas hermandades en el orbe católico, sobre todo tras el Concilio de Trento. Un ejemplo lo hallamos en el caso de la villa cordobesa de Espejo: Una cofradía del Santísimo Sacramento que surge en el ámbito rural llegando a alcanzar ribetes de verdadero esplendor. La festividad del Corpus Christi y su octava, en la que esta institución sacramental tiene un especial protagonismo, eran aprovechadas por las potestades eclesiástica y civil que aunaban esfuerzos para alcanzar sus respectivos objetivos: cumplir con los dictados de la superioridad colaborando a la difusión del culto a la Eucaristía y el poder de la Iglesia frente a sus enemigos, y el mantenimiento del orden social establecido. Para ello se instrumentalizaba la persuasión que la exuberancia en el arte, la fiesta, el regocijo, ejercía en una masa campesina que ansiaba la llegada de la gran fiesta eucarística para goce, disfrute y evasión.

Sobre ello versa Miguel Ventura García, autor de varios libros y estudios sobre estos temas en esta obra editada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba en colaboración con Cajasur dentro de su colección “ Maior” de Estudios de Historia Moderna de la que hace el número 36.