Donde se tracta del conoscimiento que Mercurio Trimegisto tuvo de un solo y verdadero dios
Mercurio dicho Trimegisto, natural y legislador de la tierra de los egiptios, fue tan
singular
y tenido por los hombres en tanta
veneración,
que le contaron en el número de sus dioses, haciéndole infinitos templos dedicados a su deidad. Pero las antiguas fábulas de los poetas dejadas de Mercurio con derecho título ser loado por sus virtudes, mediante las cuales le fe dado el connombre que habemos dicho, a saber, Trimegisto, que significa varón por tres maneras grande, lo cual compete con razón a Mercurio, ca se dice haber sido grande en esfuerzo, grande en imperio y grande en
sciencia.
En esfuerzo fue Mercurio Trimegisto grande porque por las
armas
conquistó gran parte del reino de Egipto y se defendió de muchos que le querían empescer; en imperio, porque fue
rey
de los egiptios y, como las gentes de aquel tiempo fuesen rudas y apartadas de la humana policía, les dio leyes justísimas que viviesen e por donde fuesen gobernados; en sciencia, porque fue el primero entre los filósofos que se apartó a la
contemplación
de las cosas divinas.
Este Mercurio, que por otro nombre es dicho Hermes, tuvo conoscimiento de un solo y verdadero dios e enseñó a los hombres el culto de aquel e en qué forma le habían de adorar, afirmando ser los dioses de los gentiles hombres ya muertos. Fue Mecurio Trimegisto naturalmente tan inclinado a la virtud, que de todo aquel ayuntamiento de hombres a quien la loca gentilidad llamó dioses sólo este fue el más casto y apartado de los vicios carnales de que los otros fueron tan maculados; este entre todos los gentiles fue el
primero
que de la majestad de Dios, de la orden de los demonios y de la inmortalidad de las ánimas con mayor
elegancia
e más alta e profundamente disputó, cuyas palabras no solo de filósofo, mas de profeta parescieron ser, ca anunció en ellas muchas cosas futuras, por lo cual es de Lactancio Firmiano contado entre los
profetas,
y el aurelio doctor Augustino en el octavo libro de la
Ciudad de Dios
le ayunta al número de las sibilas. Este, deseando atraer a los hombres al conoscimiento de Dios, dice a su hijo Tacio palabras dignas de admiración en un libro que aún hoy se lee, llamado la
Teología de Trimegisto,
que
tracta
del perfecto verbo de
Dios,
las cuales son estas:
Ea pues, oh hijo, mira el artificio del humano cuerpo, el cual te amonestará e dará a conoscer quién haya sido el hacedor de tan hermosa imagen, quién el pinctor de los ojos, quién el contorneador de las narices y orejas, quién apartó los labios de la boca, quién estendió e ligó los nervios, quién regó de sangre las venas, quién dio los huesos firmes, quien cubrió la carne de subtil cuero, quién apartó los dedos y los artejos, quién extendió los fundamentos de los pies, quién horadó los pozos y abrió los caminos a las superfluidades, quién cuajó el hígado, quién imprimió al corazón figura piramidal, quién esculpió en el pulmón las venas, quien quiso que las cosas hermosas y honrosas del cuerpo anduviesen públicas y descubiertas, quién de todo puncto escondió las vergonzosas en lugar obscuro e quiso que fuesen secretas a la vista de los hombres. Mira cuántas obras de la divina arte en una misma materia son demostradas, cada una de ellas por sí hermosa, ordenadamente medida, y todas ellas en sus proprios oficios no unas de otras diferentes, por donde claro se da a entender no ser otro alguno el que todas las corporales partes ordenó y compuso sino un solo eterno sapientísimo e invisible dios.
Dícese haber
florescido
Mercurio Trimegisto en el tiempo del patriarca e profeta Moisés, del cual dice Mercurio haber oído muchas cosas, aunque no declara su nombre. A este Mercurio Trimegisto
siguieron
después muchos filósofos, ca lo siguió Orfeo; a Orfeo, Pitágoras; a Pitágoras, Filolao, del cual fue secuaz el gran Sócrates, maestro del divino Platón.