En el mismo tiempo que duró el destierro de los dos duques de Cartagena, Severiano y Teodora, como dijimos de san Isidoro, nació también en Sevilla san Fulgencio,
imitador
de sus dos grandes hermanos en la santidad y letras.
Fue primero
obispo
de Cartagena y después de Écija, sufragáneo entonces de la metrópoli hispalense. Fue
doctísimo
en las lenguas hebrea, siriaca, griega y latina, gótica, arábiga e italiana. En las Sagradas Escrituras fue
eminentísimo.
Escribió
los
libros
siguientes:
Sobre el Pentateuco,
Sobre los Reyes,
Sobre Isaías,
Sobre los doce Profetas Menores,
Sobre los Psalmos,
Sobre los Evangelios,
Libro de la fe de la Encarnación.
Consérvanse algunas de sus obras
manuscritas
en el convento de San Benito de Oña, y otro conserva la librería de la santa Iglesia de Córdoba. Hay alguna controversia sobre si el
libro
de las
Mitologías
es de san Fulgencio Astigitano o de san Fulgencio Ruspense, en África, que fue también muy
docto.