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PRÓLOGO DE LOPE DE VEGA CARPIO, AL CONDE DE MORA.
Dos años he persuadido al autor de este libro que le diese a
luz,
así falta la confianza a los méritos y sobra la determinación a la ignorancia. Con dificultad los que saben comunican sus obras, con facilidad los que ignoran se precian de ellas. Lo[s] que dificultaban humildades han alcanzado ruegos. Temía Baltasar Elisio a este linaje de hombres que ellos se llaman
críticos
y yo le desengañé del nombre y de la ocupación:
margenan
libros a la traza de las moscas, en lo negro blanco y en lo blanco negro, juicios apasionados que pudiendo darse a conocer escribiendo bien, lo intentan diciendo mal; más que han de hacer, que no saben. Este libro cumple con su
obligación,
deleita y
enseña,
segura corre la más parte de él, porque es para quien sabe. Tiene más sentencias que palabras y no hay poeta latino ni griego que no esté en él por
imitación.
De todos y de la sagrada antigüedad dirá mal quien se le atreviere, no respetando en sus
frasis
las canas de tantos siglos. Esto es en las locuciones, que para lo sustancial del sujeto no hay santo ni doctor sacro que trate de esta
materia
cuya más selecta sentencia no tenga en él su engaste como los diamantes en el oro, y queda tan doctamente advertido en el censura y aprobación de vuestra señoría. Muchas veces le he pasado, tantas he quedado con deseo de volverse a pasar. A los
ingenios
piadosos,
nobles
y bien
nacidos,
que no andan a darse a conocer en las puertas de los libreros, sino en los libros, ni intentan fama con reprehensiones indignas, suplico le lean con atención y le honren como
merece,
para que tengamos de su
autor
las demás obras y nadie se persuada que este siglo es estéril de
ingenios,
sino abundante de maliciosos.
Lope de Vega Carpio.