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Fray Domingo de Mendoza a Lope de Vega Carpio.
Habiéndose reformado poco ha en esta Corte, patria de vuestra merced tan dichosa, la santa y real y antigua devoción y Compañía de los Siete Dolores y Compasión de Nuestra Señora, con tanta aceptación y gusto de su gran patrón y defensor que lo es de ella, Su Majestad, particularmente por naturaleza y propiedad, así como lo es siempre de todas las cosas buenas y santas en general, acordose en el Cabildo de los hermanos, para que mejor se celebrase la fiesta de los milagros que se acostumbra a celebrar en cada un año por orden de Su Santidad y mandato de Su Majestad a tan soberana Señora, que en el presente se animasen y alentasen los gallardos y
laureados
poetas a celebrarla con variedad y primor de sus
heroicos
versos,
tan llenos de fervor y devoción de espíritu, fijando un edicto con músicas de chirimías, trompetas y atabales, que contenía una suma de gra[n]des y señalados premios, palma, honor, renombre, fama y lauro a los más insignes y victoriosos; y que señaladamente aquel fuese el mejorado que, junto con las alabanzas de la dolorosa madre
María,
cantase también algo del bienaventurado y santo labrador Isidro, que tan de veras contempló, oró y rezó, gustó y probó estos sus tan tiernos y santos dolores cuando en este valle de lágrimas labraba, sembraba y afanaba tierna y dolorosamente con tanta abundancia de ellas, mayormente en los ejercicios y trabajos en que Dios quiso probarle, como a escogido suyo, en el crisol de diferentes angustias y persecuciones.
Y como es razón reconocer a vuestra merced con todos estos títulos y razones por tan eminente, afamado y señalado en todas sus
insignes
obras, y que continuamente en semejantes empresas ha salido y sale laureado y victorioso con el lauro y
palma,
triunfo y renombre de singular vencedor, recibiré en esta ocasión la que siempre que en ella emplee su mano, con la demostración y verás de ese su precioso talento y caudal de vuestra merced, que Nuestro Señor guarde y aumente como sus aficionados y devotos servidores de vuestra merced deseamos. En Santo Tomás y Madrid, l6 de noviembre de 1598 años.
Fray Domingo de Mendoza.