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Título del texto editado:
“Dirigida al padre maestro fray Hortensio Félix Paravicino, predicador de su majestad y provincial dignísimo de la sagrada Religión de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo, dirigidas cada una de por sí a diferentes personas
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635) Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo, dirigidas cada una de por sí a diferentes personas Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: viuda de Alonso Martín de Balboa/Alonso Pérez, 1620









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Dirigida al padre maestro fray Hortensio Félix Paravicino, predicador de su majestad y provincial dignísimo de la sagrada Religión de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos


Séneca, en el Libro de la tranquilidad de la vida y en el capítulo de las amenazas de la muerte, para prevenir lo que dijo Canio Julio a un tirano le llama «vir in primis magnus», y prosigue: «cuius admirationi ne hoc quidem obstat, quod nostro saeculo natus est» 1 , notables palabras de aquel filósofo contra los que piensan que no se puede alabar ni estimar lo que habemos conocido y tratado, y que solo es digno de fama lo que no vimos ni conocimos. Confieso a vuestra paternidad ingenuamente que en mi vida fui de esta opinión, antes bien me causaron mayor admiración las obras de los ingenios que vi y traté, si los hallé dignos de alabanza, al igual de los antiguos en las mismas materias que escribieron. No sufren algunos la fama grande en los vivos y, por adquirirla ellos, se valen de tantas peregrinidades como Anaxágoras, que para obstentar su ingenio llamó negra a la nieve, no sin risa de Cicerón 2 , cuyo camino precipita a muchos mal contentos de la verdad común por irse solos. Otros que, siendo ignorantes, juzgan «non quantum ad quid rei, sed quantum ad quid nominis», como en el segundo de los Físicos dijo por los ciegos Aristóteles 3 , son opuestos «ex diametro» a la luz y les ofende la claridad de nombre ajeno; y, como no pueden escribir ni para deleitar ni para enseñar, amenazan con que pueden reprehender. Finalmente, no se halla quien por esta o por aquella razón no remita la fama a las cenizas: «Fama post cineres», dijo Ovidio 4 ; «Gloria non moritur», Claudiano 5 ; «Vivitur ingenio caetera mortis erunt», Virgilio 6 ; y que «Post mortem vivere facit», Livio 7 . Aunque a Ovidio, a Claudiano, a Virgilio y a Livio contradiga Boecio en el metro 7 del segundo libro: «mors spernit altam gloriam» 8 , y pregunte por los huesos de Fabricio, el rígido Catón y el valeroso Bruto 9 . Desdicha humana remitir precisamente la fama para el sepulcro, donde, callando la lengua, hablen los mármoles, y que lo que se merece en vida se reserve para la muerte, cuando el que no vio ni conoció al que escribe y él tenga tan poco que le agradecer, como quien ya no siente, haga tan diferente idea de su rostro, si no dijese vuestra paternidad que es bien que hable el bronce de una sepultura como trompeta a los oídos de la envidia, sordos a la alabanza de los buenos, sabios y virtuosos. No niego la obligación a la propia fama, premio de la virtud y de la honesta vida, pues dijo Cicerón que «futurae post obitum famae, etiam detracto sensu, consulendum est» 10 . Pero si la virtud máxima carece de envidia por opinión de tantos, ¿por qué no gozara de la fama en vida quien la merece muerto? Engáñase quien piensa que los que ya lo son no tienen enemigos, pues dejando aparte tanta suma de ejemplos, en nuestros días el Bocalino, ignorante maldiciente, escribió en sus Raguallos del Parnaso que el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, no merecía llamarse grande 11 , a cuyas frías razones respondió docta y bastantemente en libro particular Antonio de Porras, cuyo nombre se sacó de su anagrama, por cuyos temores justos bien puedo yo decir de vuestra paternidad lo que Séneca de Canio Julio, «vir in primis Magnus», y que no obste a su alabanza «quod nostro saeculo natus est». Al doctísimo padre Ibáñez, al discreto Casiro Verde, al clarísimo ingenio de fray Plácido de Tosantos y otros padres dignísimos, ¿qué objeción puede ser haber nacido en este siglo? ¿Por qué ha de perder la historia del padre doctor Mariana, de Alonso López de Haro, de Luis Cabrera de Córdoba y Gil González de Ávila del valor que las han de dar los futuros siglos por haber nacido en este? ¿Qué debe el valenciano Salat a Hipócrates, ni el granadino Berrio a Bártulo? ¿Fernando de Herrera a Horacio? ¿El Mudo a Apeles? ¿Y Felipe Roger a Orfeo tracio? Yo, doctísimo padre, con diferente opinión daré siempre alabanza y admiración a vuestra paternidad y a los divinos frutos de su peregrino ingenio, y cuanto más le he tratado y visto, en mayor veneración pienso tenerle, y así «non ego —con Horacio— meis chartis in ornatum silebo» 12 , sino que algún día me dilataré a sus loores, si bien con ruda pero ya conocida pluma. Bien atento a esta verdad hizo su majestad a vuestra paternidad uno de sus predicadores, y su sagrada religión su provincial dignísimo, grados sobre que vendrá bien alguno de mis deseos. Cumplido y conforme a la esperanza de tal sujeto, «non ex amore iudicium hoc, sed ex indicio amor», como dijo Filipo Beroaldo en una epístola 13 . Y, porque esta no exceda del justo límite, ofrezco a vuestra paternidad esta comedia, intitulada El cardenal de Belén, por la devoción grande que tiene al gran padre san Jerónimo y la veneración con que lee y trae sus lugares en el púlpito, donde aseguro a vuestra paternidad que pienso cuando le escucho que con el ingenio de Crisólogo habla la lengua que mereció en la de Grecia llamarse de oro. «Et absit assentatio», pues, como dijo un sabio, no puede ser especie de adulación «cum laus postulationem non praecedit» 14 . Con lo referido, pues, paga vuestra paternidad a quien le escucha con más afecto, pues, aunque fuese tan docto como Pico de la Mirandula, podía responderle lo que Angelo Policiano en una epístola, que, por ser tan notable como breve, la pondré toda: «quod honoris mei causa, tu quoque sederis inter auditores meos, non habeo gratiam, nam si placui, iam retuli, si non placui, nec debeo» 15 . Dios guarde a vuestra paternidad como sus altas virtudes, grandes letras y peregrino ingenio merecen y yo deseo.

Capellán y aficionadísimo servidor de vuestra paternidad,


Lope de Vega Carpio






1.  De tranquilitate animi, c. 14, núm. 4: «Canus Iulius, vir in primis magnus, cuius admirationi nec hoc quidem obstant quod nostro saeculo natus est, cum Gaio diu altercatus, postquam abcunti Phalaris ille dixit: Ne forte inepta spe te tibi blandiaris, duci te iussi. Gratias, inquit, ago, optime princeps» (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 869).
2.  Academica, I, Liber II, XXXI, 100 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 869).
3.  Phisica, II, c. I, 6 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 870).
4.  Epistulae ex Ponto, IV, ep. 16, verso 3 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 870).
5. En realidad, la cita es recogida por Ausonio en Septem Sapientium Sententiae, 7, Anacharsis Scytis. Lope recuerda la misma cita en la Jerusalén Conquistada (1609), en sus notas al verso «la vida de los tiempos vencedora» (XX, 52) y la atribuye a Tales Milesio, dentro de las sentencias de Ausonio (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 870).
6. Cita incluida en Elegiae in Maecenantem 1.38. Aunque está efectivamente atribuida a Virgilio, e incluida en algunos manuscritos de la Appendix Virgiliana, esta atribución es imposible por cuestiones cronológicas, como ya observa Aragone Terni. Mecenas murió once años más tarde (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 869).
7. «Fama post mortem vivere facit». Se atribuye el aforismo a Tito Livio, aunque no lo he podido localizar en su obra.
8.  De consolatione philosophiae, Libro II, Metrum 7, verso 12 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 870).
9. Amplía la cita de Boecio: «Ubi nunc fidelis ossa Fabricii manent / quid Brutus aut rigidus Cato?» (Libro II, Metrum 7, vv. 15-16) (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 870).
10.  De finibus bonorum et malorum, III, 17, 57. La cita literal, como recoge Lida Malkiel [La idea de la fama en la Edad Media castellana, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pág. 36], dice: «futurae post mortem famae tamen esse propter rem etiam detracto usu, consulendum» (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 871).
11. Bocalino, Centuria II, ragguaglio 38 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 871).
12. Carmina II, 9, vv. 30-31. Ad Lollium. El verso literal dice: «Non ego te meis chartis inornatum silebo» (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 872).
13. Es Filipo Beroaldo, el viejo (1453-1505), una de las grandes figuras del humanismo boloñés. La cita se incluye en la respuesta a la Epístola I de Angelo Policiano (Liber VI), con fecha de 1494 (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 873).
14. La cita se incluye en la Primera parte de las sentencias que hasta nuestros tiempos, para edificación de buenos costumbres, están por diversos autores escritas [...], Joan Álvarez, Coímbra, 1554 [pág. 254], y se sitúa en el apartado de citas de «Diversos autores latinos», sin que se especifique su autoría concreta (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 873).
15. La cita corresponde a la Epístola 3 del Libro XII, destinada a Pico della Mirandola (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 873).

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera