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A DON MIGUEL DE NAVARRA Y MAULEÓN,
MARQUÉS
DE CORTES Y SEÑOR DE RADA Y TRAIBUENAS
Considerando, ilustrísimo señor, que la ociosidad es madre de todos los vicios, he procurado siempre de hablar con los muertos leyendo diversos libros llenos de historias antiguas, pues ellos son testigos de los tiempos y imágenes de la vida; y de los más de ellos y de la oficina de mi corto entendimiento he sacado con mi poco caudal estos
toscos
y mal limados diálogos; y viendo también cuán estragado está el gusto de nuestra naturaleza, los he guisado con un
sainete
de deleitación para que despierte el apetito, con título de
Noches de invierno,
llevando por blanco de aliviar la pesadumbre de ellas halagando los oídos al lector con algunas preguntas de la filosofía natural y
moral
insertas en apacibles
historias.
Y a la hora que amigos míos con instancia de razones y continua persuasión me convencieron a que los sacase a
luz,
me determiné y resolví́ en dedicarlos a vuestra señoría para ponerlos en una roca fortísima do se defiendan y estén
seguros
de los mordaces y detractores, los cuales considerando que están debajo del amparo de persona de tan claro y universal ingenio, a quien naturaleza en todo se ha mostrado propicia, podría ser que disimulen mis defectos. Y aunque es cosa muy sabida ser
pequeño
servicio este para persona tan grave y tan benemérita, pues desciende vuestra señoría de aquella realísima
estirpe
del rey Carlos Tercero de Navarra, por lo cual es más inclinado vuestra señiría a hacer mercedes que a recebir servicio, y así tengo por cierto no seré digno de reprehensión, suplico a vuestra señoría que aunque el presente sea pequeño y de poca
estima
lo acepte y reciba, que esa sola aceptación bastará para hacer agradables mis diálogos a todos y animarme a mí servicios mayores. Nuestro Señor la ilustrísima persona de vuestra señoría guarde por muchos años.
Antonio de Eslava