A la señora doña Agustina Spinola y Eraso
Entre los que han comenzado a ponderar la noble generosidad del señor Carlos Strata, también acreditada en sus aciertos, le ha cabido a mi grande inclinación esta
poca
parte, y, aunque de muchas se hace alguna, jamás bastarán tantos escritos (aun cuando más anhelen en dilatados encarecimientos) a pintar ni aun en bosquejo lo menos de facción que ostentó lo más del más que liberal ánimo suyo, en ocasión que la acción más alta pudiera parecer pigmea, nivelada con la
grandeza
del objeto a quien le dedico: todos la cantan, y, aunque ninguno bien, ellos menos mal que yo, y yo más aficionada que todos
ofrezco
a V. merced ese
poema,
inútil desperdicio de algunas horas, en cuyas atenciones aseguro a mi
ingenio
ricas medras, sino desmerece por
obra
de
mujer,
mas, cuando le
dedico
a
mujer,
aunque tan única, bien pienso que por humilde solicitará en su nobleza acogida, mi deseo para que luzca sus afectos, y V. merced en
aceptarlos
la nobilísima sangre que hereda de tantos señores, cardenales y pontífices, como en la clarísima casa de los Spinolas ha eternizado siempre, maravillas al mundo y jerarquías al cielo. Guarde Dios a V. merced, con felices aumentos.
Servidora de V. m.
Doña Ana Caro de Mallen.