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AL
PRÍNCIPE
NUESTRO SEÑOR
Dos cosas me han obligado a
escrebir
este libro, y las mismas a dirigirle a vuestra alteza: la primera, que no cubriese el
olvido
tan importante
victoria,
y la segunda, que descubriese el desengaño lo que ignoraba el vulgo, que tuvo a Francisco Draque en tal predicamento, siendo la verdad que no tomó grano de oro que no le costase mucha sangre. En la una verá vuestra alteza qué valor tienen los españoles y en la otra cómo acaban los enemigos de la Iglesia; y en entrambas lo que debe a quien le ofrece su vida. La de vuestra alteza guarde el Cielo para bien nuestro.
Lope de Vega Carpio.