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A LA ILUSTRÍSIMA SEÑORA DOÑA LEONOR PIMENTEL.
Suelen con alegres instrumentos los que cultivan los campos ofrecer a los templos las más granadas espigas coronadas de flores, reconociendo a la benignidad del cielo la fertilidad del año, y yo, a su imitación, ofrezco a vuestra señoría, como a templo de las musas, estos versos, en reconocimiento de lo que deben a la influencia del sol de su claro juicio, con que los mira y defiende; no coronados de flores, de que debiera adornarlos por la
esterilidad
de mi ingenio, sino del
nombre
de vuestra señoría, de quien siendo para su conservación favorecidos como lo fueron para nacer y salir a
luz,
bien los puedo prometer
inmortal
vida. No excuso el atrevimiento, por la diferencia que hay de presentar a ofrecer, que lo primero es vanidad y lo segundo sacrificio, y, cuando fuera error, ¿cuál puede ser tan grande que no le
disculpe
tan gran deseo? Dios guarde a vuestra señoría.
Lope de Vega Carpio