De Andrés de Valmaseda
Al Reino escuro del temor y espanto,
sepulcro triste del eterno olvido,
al son del instrumento bien herido
el Tracio entona por su esposa el canto.
Movió el Infierno y suspendió el quebranto, [5]
mitigó el fuego y el rigor crecido,
y en tanto mal halló su bien perdido,
alivio su dolor, consuelo el llanto.
Vos,
Orfeo
español,
a la olvidada
Angélica, y de
España
a la nobleza, [10]
resucitáis
con una y otra historia.
Que el son de vuestra lira bien
templada
dar puede a un muerto espíritu y belleza,
muerte al olvido, y vida a la memoria.