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Título del texto editado:
Anotaciones y defensas a las «Soledades»
Autor del texto editado:
Díaz de Ribas, Pedro 1587-1653?
Título de la obra:
Anotaciones y defensas a las «Soledades»
Autor de la obra:
Díaz de Ribas, Pedro 1587-1653?
Edición:
Manuscrito:
Díaz de Ribas,
1624
Transcripción realizada sobre el ejemplar de la Biblioteca Nacional de España, Ms. 3906
Encoding: Ioannis Mylonás Ojeda
Transcriptor: Juan Manuel Daza Somoano
Sevilla, 19 septiembre 2022
*
Dice
que el argumento de
su
obra son los pasos de un Peregrino en la soledad. Éste, pues, es el firme tronco de la Fábula, en quien se apoyan las demás circunstancias de ella, a quien intituló
Soledades
por el lugar donde sucedieron. La primera soledad se intitula la soledad de los campos y las personas que se introducen son pastores; la segunda, la soledad de las riberas; la tercera, la soledad de las selvas; y la cuarta, la soledad del yermo.
[…]
Eruditamente comienza el Poeta su narración: porque, según dicen los críticos, el cuento poético ha de comenzar por un caso insigne […] y así nuestro Poeta comienza por una tempestad, de que un mozo escapaba en una tabla. Y si el
Antídoto
condena
este modo de dar principio
ex abrupto,
sepa que con
acuerdo
tejió así la narración y, comenzando por una tempestad, dejó para el fin de la obra el contar el origen de los amores del peregrino y los demás discursos. Así
Virgilio
dividió su obra y el fin de la narración que Eneas hizo a Dido fue el principio de la obra del poeta. Y
Heliodoro
en la
Historia Etiópica
hizo lo mismo.
[…]
6.
Lagrimosas de amor dulces querellas / da al mar.
Reprehende
el
Antídoto
al poeta porque usa a menudo esta voz
dar
con extrañeza [...]. Huélgome que haya apuntado
objeción
que otros han puesto, dando ocasión de investigar la raíz y fundamento de los
modos
de hablar de nuestro poeta. Digo, pues, que la gala de la poesía es hablar con
propiedad,
1
y lo
ilustre
y grande que tiene el poema, deshace quien quiere que la voz
dar
se usurpe sólo en el vulgar significado. Así usó
Virgilio
de ella infinitas veces y siempre con extrañeza [...]. Otras muchas veces en peregrino significado, usa Virgilio esta voz. Y que algunas veces nuestro poeta se aprovecha de ella,
traduciendo
el frasi latino, es muy conforme a razón y se le deben dar
muchas
gracias, porque va descubriendo las
ocultas
minas y linderos de nuestra lengua, que, como hija de la latina, es capaz de admitir anchuras y licencias de esta. [...] Así, ejercitando nuestra lengua, ingenios cultos la ilustrarán de vocablos peregrinos, de nuevas locuciones, que después, introduciéndolas el uso común las hará vulgares. Y, porque siempre a propósito de esta objeción me acuerdo de unas palabras de un hombre judicioso en esta materia, Hernando de
Herrera,
las pondré aquí:
y no supieron inventar nuestros predecesores todos los modos y observaciones de la habla, ni los que ahora piensan haber conseguido todos sus misterios, y presumen poseer toda su noticia, vieron todos los secretos y toda la naturaleza de ella
[...]. Y, verdaderamente, parece que nuestro poeta ha abierto (a pesar de la emulación) lo dificultoso que impedía los amenos y espaciosos campos de nuestra lengua, aprovechándose de la belleza y tesoros de las frasis latinas y atribuyéndole toda su nativa fuerza, copia y elegancia, con tanta osadía que parece le ha dado toda la
alteza
a que podía llegar.
[...]
50.
Ingeniosa hiere otra.
Dice el
Antídoto:
también son crueles al oído casi todos los versos en que el poeta divide la sinalefa contra la costumbre de Hispania
[...]. La escuela de este poeta [Fernando de
Herrera]
hace lo mismo. Por donde me maravillo por qué razón los
críticos
de Sevilla niegan que es
lícito
en nuestra lengua dilatar la dicción resolviendo la sinéresis. Fuera de esto, dado caso que ninguno o hubiera usado en nuestra lengua, ¿qué
impide
hacerlo a nuestro poeta? ¿Es
digno
de vituperio o de loa
traducir
a nuestra lengua lo que adorna y agracia en
otras?
Luego,
Garci
Lasso, porque usó en nuestra lengua primero que
otro
las liras, octavas, tercetos, canciones, es digno de reprehensión.
[...]
198.
Oro trillado y néctar exprimido.
Reprehende el
Antídoto
en nuestro poeta que siempre habla con
exageraciones
y así a cualquier trigo llama oro y a cualquier vino, néctar y a la más humilde serrana la finge hermosa. Pero esta
reprehensión
nace de ignorar un
principio
en la poesía y es que, como el poeta pretende
deleitar,
siempre procura adornar sus historias con objetos agradables, voces sonoras y suaves y siempre pinta las cosas con la mayor hermosura y gracia que puedan tener dentro de su especie. Y quien más se adelante en esto más ajustado anda a los principios de su arte: en lo cual es semejante nuestro poeta al excelente pintor, que procura darle mayor belleza a lo que pinta que comúnmente le da la naturaleza. De aquí nace el atribuirle los autores al
ingenio
poético una participación de espíritu divino y de la hermosura y belleza del universo, y la opinión de algunos, como
Fracastorio
por todo el diálogo
De poética,
que dijeron ser el fin de los poetas representar la belleza de las cosas y así en sus pinturas parece descubren lo más bello, afectuoso y excelente en su género. De aquí nacen las pinturas de los ríos, selvas, tempestades, etc. que vemos en los poetas, y de aquí también el describir nuestro poeta con tanta
gala
las cosas que trata, llamando al vino néctar y fingiendo que cualquiera serrana es hermosa y bella, pues lo
mismo
hicieron los que compusieron
églogas
pastoriles.
La brevedad que piden las anotaciones no me deja
exornar
más este punto, bien que muy necesario para entender la elegancia de nuestro poeta.
[…]
215.
Las duras manos impedido.
Dice el
Antídoto:
bueno es el modo «las manos impedido», pero extravagante; una sola vez lo usó Garcilaso
[...]. Es muy de
reír
el argumento: Garcilaso no usó muchas veces este modo, luego no se ha de usar así [...]. Digo, pues, que bien puede haber gracia, grandeza y cultura en una locución y no haber sido
usada
de otros valientes poetas. Porque ni
Virgilio,
ni
Horacio,
ni el Tasso, ni los mejores poetas usaron todo lo
bello
y excelente que pueda exornar la poesía [...]. Digo, pues, que esta locución es elegante, peregrina y
bizarra.
Por esto (aunque propia de los
griegos),
los latinos la usurparon frecuentemente, como
Virgilio,
Valerio
Flacco, Claudiano, Silio Itálico, Lucano, etc. Virgilio usó de ella casi setenta veces. Así, bien podrá hacer lo mismo nuestro poeta a su
imitación,
como también a los
italianos
no les fue impedimento el uso frecuente de esta frasi el ser peregrina, propia de los griegos.
1. Otros mss. leen aquí «novedad» (N. del Transcriptor).
GRUPO PASO (HUM-241)
FFI2014-54367-C2-1-R
FFI2014-54367-C2-2-R
2018M Luisa Díez, Paloma Centenera