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Título del texto editado:
Comento contra setenta y tres estancias que don Juan de Alarcón ha escrito a las fiestas de los conciertos hechos con el príncipe de Gales y la señora infanta María
Autor del texto editado:
Quevedo y Villegas, Francisco 1580-1645
Título de la obra:
Comento contra setenta y tres estancias que don Juan de Alarcón ha escrito a las fiestas de los conciertos hechos con el príncipe de Gales y la señora infanta María
Autor de la obra:
Quevedo y Villegas, Francisco 1580-1645
Edición:
s.l.: s.i., s.f.


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COMENTO CONTRA SETENTA Y TRES ESTANCIAS QUE DON JUAN DE ALARCÓN HA ESCRITO A LAS FIESTAS DE LOS CONCIERTOS HECHOS CON EL PRÍNCIPE DE GALES Y LA SEÑORA INFANTA MARÍA

Al excelentísimo príncipe, Conde de Monterrey


Si de tan graves cuidados como penden de vuestra excelencia se libra en algún tiempo, le suplico le invierta en ser juez desta causa, que sólo su ingenio puede acreditar la parte favorecida. Si consigo este favor, me consagraré con más veras a solicitar su agrado. Guarde nuestro Señor a vuestra excelencia, etc.

Parece que don Juan de Alarcón ha escrito setenta y tres estancias a las fiestas de los conciertos hechos con el príncipe de Gales y la señora infanta de Castilla, que los setenta y dos intérpretes será fuerza que las declaren, si se han de entender; y la estancia que hay más, por faltar un intérprete para llegar al número de ellas, se quedará por entender hasta que Dios ordene otra cosa, por ser todas metáforas de metáforas, enigmas de enigmas y confusión de confusiones.

Aristóteles, en su Poética, hablando de la locución dice: “La bondad de la locución es que sea clara y no humilde”. ¿Qué dirá don Juan viendo esto, y que su elogio es una mezcla de metáforas y de nombres forasteros, usando de ellos tan mal que –como dice el mismo Aristóteles– quien hiciese esto pretende que su estilo sea ridículo? Pues, haciendo su discurso de metáforas, fabricó un enigma, y componiéndole de diversidad de lenguas, formó un barbarismo. No se entienda que excedemos de la verdad, y veamos las palabras forasteras, no conocidas ni oídas en nuestro idioma: hospicio, ávida, faustosa, obsequio, antistes, vegetado, plaustro, telus, sibilante, alfa, parangonada, triyugo, omega, Mavorte, solio, semejado, auspicio, circo, anglo, encomio, lustra, múrice, bicorne, minante, concitó, mugiente, predice. Estos pareen antes nombres de diablos en conjuro que de poeta en copla; de modo que candor, brillar y rutilante, en comparación de estas voces, es decir trajon, dijon, hendo y sobaco. Pues querer numerar las metáforas es imposible: quien las leyere, en el discurso de ello lo podrá inferir, mas, porque no entienda este trasguillo que se nos va la Pascua en flores, discurramos por menor por sus octavas, si a tanto espacio nos diere tiempo la ocupación de nuestros negocios y el nos se nos dar nada que yerre o que acierte. El título dice:

1 Elogio descriptivo.


Esto es desatino, que no hay elogio descriptivo, como no hay hombre y caballo ni tragicomedia, por ser de diferente especie; y aun en el estilo ha de haber diferencia en el elogio, que es alabanza, y en la narración de unas fiestas, porque tres estilos hay ínfimos: el primero es doctrinal; el segundo, descriptivo; y el tercero, laudatorio. Y uniendo y confundiéndolos, vino a formar un monstruo.

2 A la celebración.


Esta voz no es usada y es baja: podía decir celebrando o buscar otro estilo mejor.

3 Quien yerra obedeciendo no desmerece errando.


Él es sólo el herrador, mas preguntémosle si le mandaron que errase, que entonces tendría disculpa su yerro; pero mandarle escribir unas estancias y errallas no es hacer lo que le mandaron, pues le dijeron que las hiciese buenas.

4 En esta confianza se atreve este papel a las manos de vuestra excelencia.


En verdad que no se atrevió en esta confianza, sino en la misma satisfacción suya, que es la que todos sabemos.

5 Y en esa no teme las demás.


En esas, dijera yo, si hace relación de las manos; y si de la confianza, dijera en ella.

6 Guarde nuestro Señor a vuestra excelencia.


Falta: de mandarme escribir otras octavas.

7 El licenciado don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza


Los apellidos de don Juan crecen como hongos: ayer se llamaba Juan Ruiz, añadiósele el Alarcón, y hoy ajusta el Mendoza, que otros leen Mendacio. ¡Así creciese de cuerpo, que es mucha carga para tan pequeña bestezuela! Yo aseguro que tiene las corcovas llenas de apellidos. Y adviértase que la D nos es don, sino su medio retrato.

Ahora da principio al Elogio así:

8 Mientras


Mientras, marras y dizque son parientes. En tanto dicen los que no son corcovados de estilo, mas agradezcámosle que no dijo tanimientras.

9 La admiración avara.


¿Por qué es la admiración avara? Pues, en el nombre de admiración, se incluye toda la lisonja que se puede hacer a las grandezas dignas de ser admiradas, y avaro es no dar o hacer con escaseza lo que se puede; y así, hay grande diferencia entre la limitación forzosa y la avaricia, acto voluntario.

10 A tanta majestad, a tanta pompa.


Erró en la distribución, que más es majestad que pompa.

11 Y de su circo anfiteatro hacía.


Hacer al circo anfiteatro es lo mismo que si dijera que hicieron plaza a la plaza, porque el circo, el teatro y el anfiteatro servían para unos mismos espectáculos y sólo diferenciaban en la forma y arquitectura o por ser redondos o aovados; y tenía obligación de saber esto, por ser él también aovado. Apréndalo en Bulengerio (De Theatro), en Rosino, en Alejandro de Alejandro, en Lucio Floro y en cuantos escriben antigüedades romanas.

12 Los tafetanes, rasos, terciopelos, / telas, tabis, damascos y brocados.


Estos son versos retahíla, y quien los hizo con voces tan comunes, ¿por qué no dijo púrpura, siendo magnífica, y no múrice de Tirso? Nótese con cuidado que todo lo que escribe o es humilde o enigma o barbarismo.

13 Daban ventaja a su esplendor los cielos.


No daban tal, que, desde la comedia del ángel moro, no hay que fiar los cielos del corcovado.

14 Sobraban a la vista y al oído.


Esto es Garcilaso ajado.

15 De diosas dos la adoración humana.


Diosas no es ajustado ahora ni aun a las santas.

16 Del Anglo Endimión esta Diana.


El nombre de Diana le pertenece en los bosques, donde guardó perpetua virginidad, no en el cielo, que se llamó Luna y donde, agradecida del amor del pastor, bajaba cada día a hocicarse con él. No sé qué paridad tiene esta fábula con lo que quiso decir.

17 De cielo con razón presuntüoso.


Diga y declare qué cielo es presuntuoso sin razón.

18 Rosada y blanca, ostenta opuesto al austro
19 dos bellas albas.


¿Qué gramática es dos bellas albas, rosada y blanca?

20 Candores brilla.


Brillar no se puede decir de candores.

21 Ávida vista.


¡Qué bueno es para el pueblo lo de vista ávida!

22 ¿El rey! Turbada mano, flaco aliento…


No me espanto que tenga así la mano y el aliento el pobrecico…

23 No tanto entre topacios y jacintos.


Toda esta estancia no se puede entender, por estar el concepto (si alguno tiene) confuso y errado; porque en ella dice que “no tanto se oculta el alba que se corona de estrellas cuando nace el sol, cuantas postró Filipo majestades”, y este cuantas había de presuponer las estrellas y se adjetiva con el alba, porque este nombre cuantas es siempre correlativo de tantas. Y debía decir “no tantas estrellas se ocultan a la luz del sol cuando amanece cuantas luces eclipsó Filipo”; y dice “no tanto se oculta el alba a la luz del sol, cuantas deidades humanó Filipo”. Véase cuán claro es el yerro.

24 (Si su genio, si el signo su ascendente
25 predice efectos y verdades muestra).


Este paréntesis es el armazón de nuestro poeta.

26 Es Anglia España, y es España cielo.


Es equívoco, que se puede entender que es España Anglia, como que Anglia es España: y lo uno no es verdad; lo otro a nadie está bien, a la fe peor. Y deseo saber por qué es España cielo, mas no me acordaba: por estar en España aquellas santas reliquias de ingleses que acompañaron a su príncipe esta jornada.

27 Tudesca hueste.


Olvidósele la guarda española al cuitadico; algún palo le han dado con su “Quita, diablo”, teniéndole por sabandijón.

28 Movibles selvas, fuentes racionales.


A los carros que regaban la plaza llama fuentes racionales. Esto pertenecía a Aretusa, Biblis o Egeria, que fueron racionales y se convirtieron en fuentes, pero no a los que hacían este ministerio, que es dar a entender que los pícaros se iban meando. Y si así regaron, está bien llamarlos fuentes racionales; si regaron con los cueros, no está bien. O dígalo Richi, que en otro no es de creer en tal auditorio.

29 Diez veces quince son los que en ornado bruto.


En ornado bruto es caballo de masa metido en horno.

30 Clara familia infante.


Este infante gandido va entre esta familia circundante. Repito que no habrá dueña española ni diablo que le entienda, aunque diga que lo dijo por los caballerizos que llevaban a pie el caballo de su majestad.

31 A quien el moro
32 adusto, el escita helado se estremece.


El nombre a quien se estremece es estropeado romance, y aun no fuera bueno decir a que se estremece, sino de quien.

33 Cincuenta y nueve agravios del primero.


¿Cuándo se desagraviará este caballo, que pone el primero, siendo el más agraviado?

34 Culto el alarde irracional venera
35 por sacro altar de la deidad que espera.


A la silla del caballo, o al caballo mismo, llama sacro altar: parece herejía o encarecimiento temerario. Pero nota, cristiano, y considera la gran devoción de estos caballos, que, por dar ejemplo a los ingleses, veneran el altar.

36 Escala sirva al rey para el estribo.


No era esto necesario en la relación, porque, aunque se lleva para que su majestad suba al caballo, no ha de necesitar de escala para eso quien tiene su agilidad.

37 De cuatro copias de granate vivo.


No había granates originales por un ojo de la cara.

38 Cielo avariento.


Cielo avariento no hay, porque, si le hubiera, en él estuviera el rico avariento. El corcovado, como el cielo anduvo con él tan avaro, se la pegó de corcova como de puño. Al principio dijo también avara admiración.

39 Porque nadie presuma, en los despojos,
40 donde su alteza el pie, poner los ojos.


Aquellos despojos son si qué ni para qué, mas no advirtamos en esto sino que, en la parte que dice donde su alteza, había de decir su majestad, pues habla del rey, mas no cabía en el verso.

41 doce enfrenados montes, que de Ociro.


Las acémilas y las mulas no se dicen enfrenadas, sino los caballos; y a Ocíroe la llama Ociro el consonante de Tiro. ¿Quién le dio bula para alterar los nombres propios? (v. Hesíodo en la Teog., verso 360; Metamor., libro 2º, Natal C[onti], lib. 4º, cap. 12). Con esto quedará entendido cómo ha confirmado esta ninfa o sincopádola, de suerte que no la conocerá la madre que la parió.

42 En torno lustra la cuadrada arena.


La cuadrada arena sólo lo pudo decir un poeta que tiene cuadradas las costillas.

43 El concertado alarde en lento paso.


Lento paso es el del buey y el de la tortuga (como su mercede bien sabe), y no los galopes.

44 Alábela el callar que no enmudece.


Mejor enmudece el quitarse la habla y el morir, pero entre los hombres se dice al que hacen callar “que presto ha enmudecido”; y no hay otra señal de haber enmudecido sino callar.

45 Beticano bruto.


Mejor nombre se le debe al caballo que bruto, porque es el mejor entre los animales; y entre ellos llamamos bruto al de menor instinto y mayor rudeza.

46 Treinta invidias al sol en treinta espaldas.


No iba aquí la suya.

47 La oscura tela esconde, no guarnece.


Esconder lo oscuro no es habilidad.

48 Ya tiembla el turco, ya se turba el medo,
49 que el clarín hiere el elemento raro.


¡Lindo romance! Ya tiembla el turco, que el clarín hiere. Quien esto concertare concertará las costillas del autor.

50 De enamorado humor el tinto fruto.


A este tinto fruto le juzgara yo por vino tinto y no iba fuera de camino, pues dice en la misma estancia que podía matar la sed; mas, si se ha de entender porque el marqués de Castel-Rodrigo tiene por apellido Mora, y la mora es fruto tinto, tiene dificultad y es cosa ridícula. Aténgome a lo primero. Vase aquí de este concepto el autor, de la mosca a la mora.

51 Ornadas treinta y dos de plata pura.


Ornadas, si dice de pasteles, era notable cosa, y plata pura es baja voz y aguada.

52 El oro en dilatada vena
53 cubre desde la espalda a la herradura.


Desde la espalda: lo demás, por falta de oro, iba desdorado.

54 Oprime triplicada turba infante.


Repitió el mismo término infante, por ser de a pie, siendo tan malo.

55 Blanco tesoro de las Indias hierra.


Errar el tesoro de la India es ir allá y volver pobre.

56 Dos veces doce.


Y antes diez veces quince: parece que dice la tabla.

57 Saben con hierro penetrar sus huellas.


Penetrar el suelo con las huellas es pisar con puñales buidos.

58 Sus espaldas con oro las estrellas.


Estas espaldas penetrantes prestó el autor, llenas de puntas.

59 Pues del alfa del rey es él omega.


Este verso tiene más desatinos que letras: ni quiere decir nada el alfa del rey, porque el rey no tiene alfa, sino el alfabeto griego, que tomó este nombre de sus dos primeras letras: a, b. Y lo que él quiso decir, y no supo, se había de explicar diciendo que, si el rey es alfa, él es omega, siguiendo la mala metáfora que eligió, porque así se entendería que el rey llevaba el primer lugar y el duque el último, que son los que tienen en el alfabeto estas dos letras, a, o; mas, cuando no fuera yerro lo antecedente por las razones que digo, ¿qué quiere decir ser omega del alfa? Siendo esto precisamente ignorancia, porque, aun siguiendo su mismo símil, no hay omega del alfa, sino del alfabeto, como no hay z de la a, sino del a, b, c. Así que no está dicho lo que quiso de ningún modo.

60 Pagó el postrero universal tributo / el toro.


¿Qué más se podía decir de la muerte de Alejandro?

61 Que debe a sus exequias.


Exequias se deben al toro en la orden de los corcovados.

62 Triyugo impulso de valiente bruto.


Impulso no arrastra, sino impele; y llamar valiente bruto a las mulas no obliga, y afea y baja el llamar al caballo también bruto.

63 Solicitó el segundo con ligera hendida planta.


El primer toro no debía de tener la planta hendida, pues al segundo lo advierte.

64 Tanta conforme contingencia humana.


Dice que fue providencia soberana ser los toros unos borregos.

65 Los que a la pluma truecan ya la espada.


Como si hoy fueran estos señores secretarios, dice que mudan hoy por la espada la pluma: no sabe este que, aconsejando quien peleó, pelea mejor y con más propiedad; y trocar a la pluma ya la espada parece que es vomitar sobre la pluma y la espada.

66 Cuando la puerta, que antes el Oriente
67 saluda de la luz, que borda el día.


No quieren decir nada estos dos versos, ni entiendo qué es saludar de la luz, que así se lee, como está apuntado.

68 Filipo repitió, Filipo dijo.


Había de decir: Filipo dijo, Filipo repitió.

69 Sin desmentir, si fatigado gime,
70 del céfiro andaluz la noble raza.


¿Por qué había de desmentir, gimiendo, su noble raza? Puesto que, para desmentirla, o había de ser traidor o mal caballo; y, en este caso, no entraría su majestad en él.

71 Apenas toca el pie, menos imprime.


Aquí falta por decir qué es lo que apenas toca el pie, que está falta la oración.

72 Dándole, si lo ajusta o si lo bate,
73 el freno ley, impulso el acicate.


Esto mismo sucede con todos los caballos del mundo: que el freno les da la ley, y el impulso, el acicate. Díganos algo de nuevo.

74 Que ellos bajaron, por volar, al suelo,
75 y este penetra, por correr, el cielo.


Miente, que estos caballos no fueron precipitados al Pado ni bajaron al suelo; ni esotro penetró corriendo el cielo, sino la plaza. Del despeño de Faetón, véase Ovidio, libro 2º, donde dice que los caballos sacaron el carro del camino usado y se desenfrenaron, mas no que cayeron.

76 Con relámpagos siete ardiente rayo.


Mal seguirá metáfora, que es imposible hacer un rayo con siete relámpagos, porque con cada relámpago cae un rayo.

77 Se argumentaba en él lo horrendo y grave.


Argumentaba: imitación de “la puerta cerrada, / la niña dentro; / sácala el caballo / por argumento”.

78 Mendozas dos un cuarto son planeta.


Quiso decir son el cuarto planeta y, por decirlo, dijo son un cuarto de planeta, que es cuatro maravedís.

79 Dos consonancias en dos partos de Eolo.


Correspondencia, porque el caballo, digo las cerdas, no dan consonancia sino el arco de la vigüela y, aun allí, no la dan, si no la mueven. Y llamar paros de Eolo a los caballos fue desatino notable, que Eolo no parió: las yeguas de Lusitania dicen que se hacían preñadas del Céfiro o Favonio. Holgárame saber qué comadre le dijo que había parido Eolo, dios de los vientos.

80 Muestran que al carro van del sol uncidos.


Los caballos no se uncen, sino los bueyes y mulas.

81 Según le iguala su veloz consorte.


Consorte es correr con su mujer, que así se usurpa en lengua española.

82 Los aplausos prorrumpen alegría.


Prorrumpen alegría no se dice; en alegría, sí. El Tasso:

in languido oimé prorrupe e disse.
in haec verba prorrumpit.
(…)

85 Llegó a su nombre la opresión de Atlante.


¿Dónde está esta opresión de Atlante, que es necesario trascender tantas esferas para llegar allá el nombre? Que yo creo que, para llegar a Mauritania, donde está el monte Atlante, no hay esferas en el camino. ¿Qué más pudiera decir, si estuviera Atlas en el cielo impíreo? Y si dice la opresión de Atlante por la esfera que le oprime, esto es decir que llegó el nombre hasta el cielo, y para esto no se trascienden esferas, sino para ascender al empíreo, como he dicho.

86 Y en él arrebatando corazones.


Esto era más propio de sacre que de almirante.

87 Veloz caballo, vegetado monte.


Vegetado monte no es predicamento del caballo, sino sensitivo, porque las plantas son vegetadas, y los animales son sensitivos.

88 Y en la velocidad, puesto que negra.


¿Cómo se entiende velocidad negra? Ya lo entiendo: quiere decir velocidad desdichada por haber caído alguno, como pascua negra y negro san Juan.

89 Ira de Jove, fulminada en Flegra.


La ira de Jove no fue fulminada: fulminante, sí. Los gigantes fueron fulminados.

90 Dadme, pues, un aliento ¡oh musas nueve!
91 si a tanta empresa vuestra luz se atreve.


Gran ignorancia es que haya cantado de su majestad sin invocar las musas, y ahora lo haga para cantar al duque. ¿Cómo podrá disculpar su desvergüenza?

92 Rápido rucio es rayo arrebatado.


¡Barrabás te arrebate! Que, después que hizo este verso, no se halla una r por un ojo de la cara.

93 Pagan los pies lo que la espalda debe.


Azotábale en los pies, sin duda.

94 Un ángulo del circo en otra esfera.


En otra esfera no hace aquí sentido con lo demás. Véase cómo queda entendida la oración quitándolo y, con ella, es confuso desatino.

95 La espuela pica a otro león bermejo.


No hay caballo bermejo. Tomolo de los alquimistas.

96 Por diversas del círculo regiones.


Llamar diversas regiones del círculo es decir que corrían por diversas partes del mundo.

97 Hasta que en tortuosos cursos vino
98 a verse junta de los dos Fitones
99 una y otra cabeza.


Estos tortuosos (o c orcovados) curso quiere decir que son el caracol que hacían los caballeros. Y a estos cursos llaman Fitones, porque parece que asimilan una culebra; y a la culebra llaman Fitón (o Pitón), por la sierpe así llamada a que dio muerte Apolo. De modo que esto viene a ser metáfora de perífrasis y tan dificultoso que aun el diablo no lo podrá entender.

100 Aquí de Ampudia el advertido conde,
101 si bien no mendigó de la advertencia
102 tan natural acción.


Si no la tomó de la advertencia y es advertido, ¿de quién la tomó, jibadico?

103 Su campo ostenta el de Austria y el de Cea.


De esta estancia, como de otras muchas, no se puede entender palabra alguna.

104 Que no impriman sus pies al leño vano.


¡Leño vano la caña! Malo, que no es leño; lo otro, yo no sé cómo podía pisar el caballo la caña que el rey llevaba. Y no es alabanza decir que el rey la imprimía con poca violencia, pues la tiraba de suerte y con tal brío que al jibado le pasara de corcova a corcova, aunque llevara por adarga su relación, con ser tan dura.

105 Caña hacia atrás.


Esto no me huele bien, pero disimúlalo la grandeza del estilo con que escribe.

106 El rey repite, y tantas semideas.


¿Por qué quiere que se entienda (esta semblea de burujones) que estas semideas son las cañas, si por lo consecuente no es posible? Porque dice que, huyendo, al dios del campo enmudecieron. Y no es así, que Siringa no enmudeció al dios del campo –que así lo escribe él–; antes, huyendo, fue transformada, y no enmudeció, sino aumentó mucho más sus voces. Mira a Ovidio, pues que dices que con él te entienden: “Artae nova, vocisque Deum dulcedine captum”.

Lo que él hizo fue “legere et non intelligere”.

107 Cuanto inmobles las otras murmuraban.


Dice que las cañas inmobles murmuraban de Midas, pero Ovidio no dice sino que se movían. Nótense los términos: “tremulis et leni nam motus ab austro”; vean en qué se fundó para decir que murmuraban inmobles las cañas, que, trémulas, agitadas y sacudidas del aire, formaban voces. Él pensó que eran inmobles porque tenían raíces. ¿Cómo no sabe que inmoble es la cosa que no se mueve?

108 Concitó tan gloriosa su alabanza.


Concitar es mover con violencia y, comúnmente, se entiende por irritar o indignar, cuando dicen que se concitan los ánimos. ¡Buena alabanza del rey es decir que irritó o violentó aclamaciones, cuando todos naturalmente se hacían lenguas en su alabanza!

109 en pie le aguarda su adorada esposa.


Y después, en el otro verso:

110 con la acción misma la majestuosa
111 real copia honrándole le espera.


Después de decir que su majestad de la reina esperaba al rey en pie, nos advierte que también las demás personas reales se levantaron. ¡Miren si, estando en pie su majestad, habían de estar los demás sentados…!

112 Término fue una noche a muchos días.


No hay más que ver que este último verso.

113 En Madrid, por la viuda de Alonso Martín.


Todo se lo achacan a las pobres viudas. ¡Como no tienen quien vuelva por ellas! A fe que, si viviera Alonso Martín, que no se burlaran con ella.

Y debemos también considerar que esta palabra bruto la repite seis veces:

Caracteres que borre el marcial bruto.
…El ornado bruto.
Número igual de beticano bruto.
Al escuadrón, ya racional, ya bruto.
Triyugo impulso de valiente bruto.
Carlos le sigue de su bruto alado.


Marcial, tres:

Cuanto en el nombre en la marcial palestra.
Caracteres que borre el marcial bruto.
Festivo, si marcial.


Palestra, cuatro:

Cuanto en el nombre en la marcial palestra.
Mayo es agosto, y la palestra es prado.
Aumentó a la palestra luz süave.
Ojos de la palestra, aclamaciones.


Espalda, voz tan humilde, la repite tres veces.

Treinta invidias al sol en treinta espaldas.
Cubre desde la espalda a la herradura.
Sus espaldas con oro las estrellas.


Metal, cinco:

Duro en medio metal finge cadenas.
Metal de Ofir.
De cuatro voces de metal guiado.
Metal de cuatro alientos que repite.
El toro al filo del metal templado.


Ya se sabe que la repetición de las voces es vicio notable.

Habiendo dado fin a esta censura, me dijeron por cosa cierta que estas estancias no eran del señor don Juan, sino que él las pidió a diferentes personas; y así me dieron la memoria de sus dueños, cuyos nombres pongo aquí sin graduación, y el número de las estancias que compusieron.

Don Fernando de Lodeña 8
Don Diego de Villegas 6
El doctor Mirademescua 7
Don Pedro de la Barreda 5
Anastasio Pantaleón 8
Luis de Belmonte 10
Juan Pablo Mártir Rizo 6
Antonio López de Vega 4
Manuel Ponce 4
Francisco de Francia 2
Diego Vélez de Guevara 6
Luis Vélez de Guevara 7
.................................... 73


De modo que todas estas partidas suman y montan setenta y tres octavas, y el dicho señor don Juan no hizo sino trastocarlas y trasladarlas.

Dificulté el dar crédito a ello, así por no persuadirme que nuestro poeta haría una cosa semejante como por ser las octavas tan malas, y los autores dellas de tanta opinión. Por esta razón, lo pregunté luego a alguno dellos, y, todos conformes, me dijeron que eran suyas y que ellos las habían compuesto por hacer burla de don Juan, porque él llegaba a pidirles estancias en el estilo de don Luis; y que ellos, burlándose, hicieron las que se han visto, sin pasarle por la imaginación escribir de veras.

Con esto y con la décima de don Luis de Góngora, me persuadí que las estancias no tenían más que el nombre de don Juan, y que mi censura, por ser los versos como he dicho, bernardina.

Hoy de las fiestas reales
sastre y no poeta seas,
si a octavas como libreas
introduces oficiales.
¿De ajenas plumas te vales,
corneja? Desmentirás
la que delante y detrás
gémina concha te viste:
galápago siempre fuiste,
y galápago serás.


Confieso que me pesa de haberme cansado, mas, pues ha llegado hasta aquí, quédese lo dicho dicho.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera