A los mismos
«¡Aquí del conde Claros!», dijo, y luego
se agregaron a
Lope
sus
secuaces:
con la
Estrella de Venus,
cien rapaces,
y con mil
Soliloquios,
sólo un ciego;
con la
Epopeya,
un lanudazo lego,
con la
Arcadia,
dos dueñas incapaces,
tres monjas, con la
Angélica,
locuaces,
y con el
Peregrino,
un fray borrego;
con el
Isidro,
un cura de una aldea,
con los
Pastores de Belén,
Burguillo,
y con la
Filomena,
un
idïota.
Vinorre, Tifis de la
Dragontea,
Candil, farol de la estampada flota
de las
Comedias,
siguen su caudillo.