La doctrina del "placer en movimiento" según Epicuro

Santiago González Escudero
Universidad de Oviedo
Madrid, 2001

Presentación

La aparición de la palabra "placer" siempre ha suscitado las críticas más severas sin contemplaciones. Cicerón llegó a decir que los epicúreos, pese a su filosofía del placer, en realidad tenían un comportamiento más bien virtuoso. Algo así como si reconociese que en eso del "placer" no iban en serio, porque de lo contrario no podía caber defensa alguna. Es más, si en realidad la simple mención de esta palabra ponía en guardia contra quien la empleare en apología, en contextos filosóficos por supuesto sólo se justificaba su presencia para plantear lo excelso de la virtud como objetivo en la vida.

Nadie, por supuesto, se detiene a pensar en posibles complejidades de una doctrina del placer, ni tan siquiera que puede existir una contradicción insalvable entre una vida excelsa y una vida sin placer, por más que el término latino "virtus", al oscurecer las características objetivas del griego "areté", pueda ser colmado con cualquier cosa.

En todo caso siempre se puede recurrir a justificar las apariciones de "placer" en una doctrina acudiendo a usos extraños y conceptos curiosos que en absoluto tienen que ver con lo que cualquiera entiende bajo ese nombre. Lo malo es que precisamente "placer" es un término de lo más tozudo, como el de otra sensación cualquiera, y, salvo en metáforas más o menos justificables, resulta complicado de disimular.

Cabe, con todo, un recurso a la insignificancia de los humanos frente a la divinidad, esto es, a los múltiples ataques del dolor y al placer que supone simplemente librarnos de este último. Aunque resistir el dolor con la sonrisa en los labios se considere propio de los héroes, la verdad es que no suele ser demasiado frecuente y uno tiene que agachar la cabeza ante la "anticipación" o el "recuerdo" de un simple problema con las muelas, avergonzado de haber sucumbido al temor y de haber sentido la consabida sensación de alivio que uno entiende como placer. Tal caso, sin embargo, no sería más que una manifestación de placer "localizado" en la parte del ser humano que en un momento dado sufre de una carencia.

Pese a todo, una teoría y más una filosofía del placer no se hace a partir de semejante situación, por mucho que se disimule poniéndola por delante siempre que se plantea la cuestión. Y en este sentido la doctrina de Epicuro no es una excepción en absoluto, por cuanto la distinción que él mismo hizo de los placeres daba pie a una salida por la tangente de las necesidades fisiológicas ineludibles. En consecuencia, el denominado "placer en movimiento", al precisar de una doctrina completa que nos explique su razón de ser, se solía dejar cuando menos en un segundo plano y cuando más en una falsa determinación del placer que se podía perfectamente reducir a la otra categoría establecida, la de los denominados "localizados".

Por esa razón vamos a plantear simplemente que una filosofía del placer, construida a partir de la teoría del mismo que tanto en Platón como en Aristóteles parte del concepto de "movimiento", no puede en absoluto reducirse a una idea del placer como satisfacción mecánica de las necesidades sino de deseos, de manera que se deja una puerta abierta a la representación, a la imaginación y al cambio de perspectivas.

Partes de la exposición

En consecuencia, lo que pretendemos desarrollar en esta exposición comprende dos partes:

  1. Establecer diferencias entre el uso corriente del concepto de "hēdonḗ", "placer", y su desarrollo como punto fundamental de una "teoría del placer" e incluso de una "filosofía del placer" entre los griegos.
  2. Caracterizar el denominado "placer cinético", o más propiamente "placer por movimiento", en la doctrina de Epicuro.

Ambas partes se relacionan entre sí cronológicamente, ya que podemos hablar de un primer momento en donde se genera un uso corriente de "placer", generalmente dentro de contextos fisiológicos. Se trata de un concepto muy concreto y dentro de la dialéctica uso/abuso, extendida previamente en una "anticipación" y posteriormente en un "recuerdo", positivo o negativo según las ocasiones. En todo caso, "placer" aparece relacionado con necesidades que se tienen que satisfacer.

Una segunda instancia supone una localización del "placer":

  1. Placer/dolor.
  2. Placeres del cuerpo/placeres del alma.
  3. Clases y límites del placer.

Lo que nos lleva a una "teoría del placer" tal como aparece en el contexto platónico y aristotélico.

Así que, a partir de la teoría del placer podemos hablar de cómo se puede establecer una filosofía en la que:

  1. El placer aparezca como criterio de verdad.
  2. El placer caracterice el conocimiento.
  3. El placer dictamine la conducta.
Puntos fundamentales

En síntesis, nuestra exposición sobre Epicuro se atendrá a los puntos siguientes:

  1. El concepto de "movimiento".
  2. El objetivo de la filosofía.
  3. Deseos y placeres.
  4. El concepto fisiológico de "placer" y los ejemplos epicúreos.
  5. Placer localizado y placer en movimiento.
  6. La acumulación de placeres.
  7. La phantasía y el modelo de vida.

Y tratará de plantear y, en su caso, de responder a las siguientes preguntas a las que siempre tuvieron que hacer frente los epicúreos.

  1. ¿El placer es lo mismo que la ausencia de responsabilidades?
  2. ¿Es lo mismo "vida placentera" que "vida sin preocupaciones"?
  3. ¿Es posible e incluso necesario oponer "virtud" a "placer"?
  4. ¿Se puede vivir como dice Epicuro?

A las que añadiremos nosotros dos más:

  1. ¿Es posible hablar de una filosofía que realmente hubiera eliminado la doctrina del placer?
  2. ¿Hay una diferencia radical entre las filosofías platónica y aristotélica y la epicúrea porque la doctrina del placer sustentada por esta última resulte fuera de lugar?
Textos

Vamos a referirnos fundamentalmente a los pasajes de Epicuro que vienen a continuación. Se sigue en líneas generales la edición de Arrighetti (Epicuro. Opere. Einaudi. Torino 1973).

  1. Mecanismo de deseos y de placeres. Evaluación de la "presencia" del placer como criterio. Epist. ad Menoeceum (Diógenes Laercio, X, 127,7-128,10).
  2. La acción de "colorear" que ejerce el placer: Máximas XXIX y XVIII.
  3. El placer como principio y criterio Ep. ad Menoeceum (Diógenes Laercio, X, 128,11-130,4).
  4. Los límites del placer: Máximas III y X, Gnomologium Vaticanum Frag.37. Athen.. XII, 546 f (`70 Us.).
  5. Tipificación de los placeres: Deperditorum librorum reliquiae (sobre elecciones y rechazos) Frag. 7: DL 136 (2Us.). (Sobre el fin) Athen. XII 546 e (67 Us.).
  6. ¿De qué placer hablamos?: Epist. ad Menoeceum (Diógenes Laercio, X, 130,5-132,1).