La biología de Aristóteles

Juan de Dios Bares
Vicente Sanfélix

Universidad de Valencia
Madrid, 12 de abril de 2002

Es sabido que la mayor parte de los escritos del Corpus tratan de temas biológicos. La biología, sin embargo, no era una ciencia establecida en tiempos de Aristóteles, quien la trata como una parte de la física, que se ocupa de animales y plantas, seres sometidos a generación y destrucción, al contrario que el estudio del cielo.

Aristóteles alaba en esta ciencia el rigor y la precisión de los conocimientos que pueden adquirirse en ella, y muy especialmente, la claridad con que en ella se advierte la presencia de la causalidad final. El hijo del médico parece a veces disculparse de su tendencia a estos temas, recurriendo al heracliteano "también aquí hay dioses".

Ciertamente, la articulación de un tipo de estudios marcadamente empíricos y observacionales con el ideal griego de ciencia teorética es problemático. Aristóteles se encuentra ante dos concepciones rivales de la naturaleza, su orden y estructura: el modelo platónico, finalista y ejemplar, y el atomista fundado en una concepción mecanicista causal. Su planteamiento parte de una crítica a la concepción platónica de "fuvsi", a la que despoja de su antropomorfismo, convirtiéndola en una causa interna del desarrollo de los seres naturales. Aun aceptando la insuficiencia teórica del mecanicismo como explicación global del orden natural, Aristóteles es plenamente consciente también de la potencia de la física democriteana, y lejos de despreciar el entramado de causas mecánicas que actúan al nivel material, lo transforma en el ámbito en que se ejerce la acción de la finalidad.

Lo importante no es la mera preeminencia de un tipo de causalidad sobre la otra, sino el modo como el Estagirita las cruza y las hace cooperar: el concepto de necesidad hipotética, que, siendo general, encuentra su más adecuada aplicación en la explicación biológica. Es esta noción la que obliga a articular teleología y observación, en un ideal a la vez explicativo y descriptivo. El entronque de la materia con la forma y la finalidad no se da en el plano cosmológico, sino en el seno de los organismos vivos. Es aquí donde la física aristotélica está en condiciones de sobrepasar ampliamente los rígidos esquemas de explicación anteriores, en términos de una física esencialmente dinámica, en la que lo fundamental no son ya las clasificaciones y taxonomías, sino las "praxei", la actividad del organismo, de sus miembros y estructuras, y que suele traducirse por "función".

El ser vivo es así un todo modélico que refleja el orden que el intelecto busca en la realidad, un mundo ordenado, un auténtico microcosmos cuyo orden es más palpable para nosotros que el del mismo universo.

Naturalmente, los planteamientos genéricos que encontramos en las obras teóricas del Corpus, la teoría de la demostración y la definición, la doctrina de la oujsiva, la articulación en géneros y especies, han de ser adaptados a la variedad y complejidad del objeto de estudio. Sin embargo, creemos que no hay ningún cambio fundamental en ninguno de estos temas con respecto a las posiciones del Aristóteles maduro.

Textos
  • Platón:
    • Leyes 892 a ss.
  • Aristóteles:
    • De Part. An, Libro I, passim, esp. 639 a 1- 642 b 5, 644 b 20- 646 a 5.
    • Fisica II, 198a 15- 200b 10.
    • Metafísica 1015 a 20-1015 b 15, 1050 a 15 –34, 1070 a 8-20.
    • An Pr. I, 1030 b 32- 40.
    • Gen et Corr. 337 b 8- ad fin.
    • De Somno 455 b 26.
    • Generatione Animalium, IV,3. 767 a 35 ss.