Jueces infernales, de Homero a Platón

Alberto Bernabé

En varios diálogos en los que trata sobre la suerte de las almas tras la muerte, Platón se refiere a jueces infernales, que juzgan a los difuntos para decidir su destino ultramundano. Estas referencias tienen dos características peculiares: 1) Platón presenta el juicio como un motivo tradicional, pese a que los jueces apenas se encuentran en los textos griegos anteriores y aparecen muy escasamente representados en la iconografía, 2) las versiones del tema en diversos diálogos no son del todo coherentes entre sí. Por ello se trata de examinar cómo configuró Platón el mito de los jueces infernales a partir de la tradición literaria griega, de separar lo tradicional de lo innovado por él, y de determinar los motivos de las variantes de las versiones que ofrece.

Tras señalar la manera en que Platón presenta estas referencias como tradicionales, se examinan sus antecedentes literarios: 1) la mención de Minos en la Odisea, 2) los pasajes de la épica sobre las islas de los bienaventurados o el Elisio, 3) las menciones de la balanza para pesar las keres en Homero y el Ciclo 4) las primeras referencias a jueces ultramundanos (Píndaro y Esquilo) y 5) su ausencia en los textos órficos hasta el muy tardío Papiro de Bologna.

Más tarde se señala que en la iconografía los jueces infernales solo aparecen en la cerámica apulia y, luego, en Macedonia, pero no en la cerámica ática. Este hecho, unido a que los autores literarios que hablan de los jueces viajaron a Sicilia, permite deducir que los jueces son de origen suritálico.

Platón configura a partir de estos orígenes diversos el mito de los jueces: Minos (tomado de Homero), Radamantis y Éaco (tomados de la tradición surtálica), y el postulado de un juicio ultramundano sobre el destino de las almas (tomado de Píndaro y Esquilo), pero sus versiones del tema varían según los propósitos de cada diálogo en que aparecen a) la garantía de que el sabio tendrá un reconocimiento a su virtud por una instancia superior (Apología), b) justificación de la falta de temor de Sócrates ante la muerte, para consolar a sus discípulos (Fedón); c) el intento de hacer desistir al inmoral Calicles de su creencia en la ley del más fuerte (Gorgias) y d) disuasión a los hombres de la ciudad ideal para evitar comportamientos injustos (República).