Page 17 - El Síndrome de Disfunción Cognitiva en el gato doméstico (Felis silvestris catus)
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Los signos son tan variados e inespecíficos que Karagiannis et al. (2014) recomiendan realizar una evaluación completa del estado de salud del animal prestando especial atención al dolor, los déficits sensoriales y la hipertensión.
Como señala Pike (2004), “los trastornos de ansiedad son una secuela muy común del SDC. Si el animal tenía este problema anteriormente, se acentuará, pero es posible también que desarrolle nuevas fobias que agraven la ansiedad previa”.
DIAGNÓSTICO
En el proceso diagnóstico del SDC es fundamental ser consciente de que el diagnóstico debe ser por exclusión, por lo que es primordial descartar y tratar otras enfermedades que puedan producir signos comunes al CDS y que nos complican enormemente el diagnóstico (Denis, 2018).
Por otra parte, deberemos tener en cuenta que si existían patologías previas se pueden exacerbar por el SDC, o por la progresión misma de la edad. (Pike, 2004). En este sentido, el veterinario juega un rol esencial al asesorar a los propietarios y prestarles apoyo para que la detección sea lo más temprana posible.
Según Gunn-Moore (2011), los propietarios suelen infravalorar los signos que, por analogía con los humanos, son achacables a la edad, sin percatarse de su gravedad y sin ser conscientes de que podrían mejorar en gran medida con un tratamiento adecuado (Gunn-Moore, 2011). De hecho, otros autores utilizaron con éxito las comparaciones del deterioro de los animales con el alzheimer o la demencia senil, para hacer que los propietarios asumieran la gravedad de la situación (Cory, 2013).
En cambio, cuando los signos afectan a la calidad de vida de los propietarios, éstos buscan en mucha mayor medida la ayuda de un profesional y están mucho más dispuestos a tratar al animal (Karagiannis, Mills, & Ecawbm, 2014). Según la VIN (Veterinary Information Network) los signos más reportados por los propietarios de gatos mayores fueron vocalizaciones (sobre todo durante la noche), agresividad y marcaje. (Landsberg et al., 2012).
Los dos pilares para llegar al diagnóstico por exclusión son: descartar otras patologías y descartar cambios ambientales que puedan afectar al comportamiento. Así mismo, es necesario constatar que éste último no esté siendo afectado por la medicación que se administre para otra patología concomitante (Karagiannis et al., 2014). Si sabemos con certeza que el animal ya padece otra patología, es fundamental analizar cómo puede ésta o su tratamiento afectar al comportamiento y al estado físico del paciente y monitorizarla lo mejor posible para tener todo bajo control (Landsberg et al., 2012).
Ortiz Martínez, Menor-Campos
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