Ordenación y control de la vida económica en Plasencia: el abasto de la carne.

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Gloria Lora Serrano

Resumen

El suministro de productos alimenticios básicos a la población de Plasencia, así como el control de su venta y consumo fue una de las principales preocupaciones de las autoridades municipales. El abasto de la carne, que estaba estrictamente controlado por las ordenanzas municipales, estuvo encomendado por el concejo a los «obligados», individuos que estaban comprometidos a proveer suficientemente las tablas de las carnicerías, llamadas togas. Este acuerdo se establecía mediante contrato concedido a quien ofrecía la carne al precio más bajo mediante subasta pública. Al final de la Edad Media, todos los «obligados» eran personas de Plasencia que pertenecían a las oligarquías locales; esto causó importantes abusos en el suministro, porque las autoridades buscaban su propio beneficio en lugar de los precios más bajo en el abasto. La venta de la carne se hacía en las carnicerías públicas cuya existencia nos consta al menos desde 1338. Desde el siglo XIII se diferenciaron las carnicerías cristianas de la específica para los judíos, ubicada probablemente en la plaza mayor. Aparte existía la llamada toga de abades, propiedad del cabildo catedral; su existencia fue fuente de con¬tinuos conflictos con el poder municipal. El consumo de carne rojas fue predominante. Los menudos, de alto valor nutritivo y bajo precio, eran alimento propio de los vecinos de clases más modestas, igual que la carne de los cerdos, criados junto a pollos, gallinas y patos. Perdices, conejos, palomas y liebres completaban la oferta de carnes; eran ofrecidos por los mismos cazadores en unos portales localizados junto a las carnicerías.

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