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Título del texto editado:
“Al muy ilustre señor don Diego Hurtado de Mendoza, embajador del emperador Carlos V en Venecia, en el santo Concilio Tridentino y en Roma. Ambrosio de Morales, coronista del rey nuestro señor y menor servidor de su señoría, besándole las manos con todo acatamiento, le ofrece y dedica esta su obra de las antigüedades de España”.
Autor del texto editado:
Morales, Ambrosio de, 1513-1591
Título de la obra:
Las antigüedades de las ciudades de España que van nombradas en la Corónica, con la averiguación de sus sitios y nombres antiguos, que escrebía Ambrosio de Morales, natural de Córdoba, coronista del rey católico nuestro señor don Filipe segundo de este nombre, y catedrático de Retórica en la Universidad de Alcalá de Henares, con un discurso general donde se enseña todo lo que a estas averiguaciones pertenece, para bien entenderlas y entender las antigüedades, con otras cosas, cuya suma va puesta luego a la cuarta hoja.
Autor de la obra:
Morales, Ambrósio de 1513-1591
Edición:
Alcalá de Henares: Juan Íñiguez de Lequerica, 1575


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Fuentes
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Al muy ilustre señor don Diego Hurtado de Mendoza, embajador del emperador Carlos V en Venecia, en el santo Concilio Tridentino y en Roma. Ambrosio de Morales, coronista del rey nuestro señor y menor servidor de su señoría, besándole las manos con todo acatamiento, le ofrece y dedica esta su obra de las antigüedades de España


Es tan de V.S. esta obra de las antigüedades de España, que cuando yo no le ofreciera el pequeño servicio de ella con grande afición, como aquí lo hago, con muchas causas me la pudiera pedir por derecho. Porque, teniendo yo en V.S. un tan principal señor, habiéndome hecho siempre la gran merced de tenerme muy en particular por su más servidor, si yo podía servir en algo con este pequeño don, a V.S. señaladamente debía ofrecerlo. ¿Y cómo no será mucha razón que vuelva a V.S. lo que tan de veras es suyo, por haberme enseñado tanto en ello? En estas antigüedades romanas de España tengo años atrás grandes avisos de V.S. en general, y en tan particular ha sido servido hacerme merced de decirme lo que irá siempre aquí señalado y celebrado. Diome también V.S. con insigne liberalidad todas las monedas antiguas que tenía de tiempo de romanos, con nombres de lugares de España, y copias y relaciones de inscripciones raras que por ella se hallan, y me ayudarán mucho en lo que yo aquí he de tratar, como en el discurso de la obra se verá. Y, si yo había de buscar quien bien juzgase de lo mucho que en esto se ha trabajado y descubierto, ¿quién puede hacer la estima de este mi trabajo como V.S., que tan singularmente entiende todo lo de las antigüedades romanas?, teniendo junto con esto tanta noticia y tan particular de las de España, que todos los que algo desean saber y con razón piensan que saben algo en ellas reconocen en V.S. un señorío y excelencia grande en saberlas y haberlas con mucho ingenio, diligencia y juicio averiguado. Y yo, que soy uno de los que más en esto conocen, tengo por muy venturosa esta mi obra, donde las he escrito, en verse en manos de V.S. por suya. También, si yo había de buscar grandeza, para favor y amparo de esta obra, en la de V.S. la tengo tal y tan cumplido, que ella está muy ufana en tener tal amparo y protección. Y no es solamente esta grandeza en V.S. la que todos comúnmente saben: de haber nacido en la ilustrísima casa de Mendoza, haber tenido por abuelo al marqués de Santillana; por padre, al conde de Tendilla; por hermanos, tantos y tan grandes caballeros como el marqués de Mondéjar, don Luis, en quien era parte de grandeza ser presidente del Consejo Real, y fue mayor saberla dejar; don Antonio, visorrey de la Nueva España y después del Perú; don Francisco de Mendoza, obispo de Jaén; don Bernardino de Mendoza, general de las galeras y vencedor de turcos y de moros por mar y por tierra, y que después en la vejez causó nueva admiración cuando en el Consejo de Estado descubrió más enteramente su prudencia. También es notorio en la grandeza de V.S. haber tenido por elección del alto juicio del emperador Carlos Quinto los grandes cargos de embajador en Venecia, en el Concilio Tridentino y después en Roma, y haber puesto admiración y espanto a toda Italia, en paz y en guerra teniéndolos. No hay duda sino que son estas insignes partes de una alta grandeza; mas otras hay en V.S. que, aunque no son tan sabidas, son en su manera bien iguales con ellas. Estas son grandezas de ingenio, excelencias de doctrina y gobierno de prudencia y experiencia incomparable. Y del ingenio de V.S. y su inmensa capacidad no sé decir más de que ha bastado llegar en todo género de letras a lo que hombres muy doctos han tenido por mucho alcanzarse en uno solo, y con esto en el ejercicio de la guerra y peso de grandes negocios se ha habido siempre como los más valientes soldados y como los más acertados gobernadores. Así, ha sido V.S. estudiante como los más señalados que en esto profesaron, y así ha sido soldado, capitán y gobernador como si no se hubiera dado tanto a las letras. Y verdaderamente lo de las letras y doctrina de V.S. llega a ser increíble, sino a quien familiarmente lo goza. Yo, que he recibido esta merced y he entendido en particular la estraña diligencia de V.S. en los estudios, puedo dar algún testimonio de ellos. Habiendo estudiado V.S. las tres lenguas, latina, griega y arábiga, en Granada y Salamanca, y después allí los derechos civil y canónico, y habiendo andado buena parte de España para ver y sacar fielmente las piedras antiguas de ella, se pasó a Italia, donde, siguiendo la guerra en el grado que su persona merecía, así repartía el tiempo del año, que, asistiendo los veranos en la guerra, los inviernos se iba a Roma y a Padua y a otras universidades donde había insignes maestros, como eran Augustino Ninfo, Montesdoca y otros, para oírles lógica, filosofía y matemáticas, con adelantar y leer V.S. después tanto en todo, que nadie lo podrá creer, sino quien, como yo, hubiere visto en su riquísima librería los libros que ha pasado y notado de su letra.

De este grande amor que V.S. ha tenido a las letras ha resultado el singular provecho de tener, como tenemos, tantos y tan insignes autores griegos que antes nos teníamos, pues nos hizo traer de Grecia muchas cosas de los santos Basilio, Gregorio Nacianceno y Cirilo y de otros excelentes autores, a todo Arquímedes, mucho de Herón, de Apiano Alejandrino y de otros. Y en la manera de haberlos habido hay otra singular alabanza, porque, habiendo V.S. enviádole al Gran Turco Solimán libremente y sin rescate un su cautivo, aquel gran señor le mandó decir que pidiese todo lo que quisiese; entonces V.S. le pidió dos cosas dignísimas de su grandeza y amor de las letras. Pidiole saca de trigo para los venecianos, que padecían gran hambre a la sazón, y libros de los que había en Grecia. Así, con haber dado la saca de trigo muy abundante, envió a vuestra señoría seis cajas de libros y más verdaderamente de inestimables tesoros de sabiduría.

Y quien tanto estudiaba ¿quién creerá que podía cumplir con el buen despacho de tantos y gravísimos negocios como siempre en los grandes cargos de V.S. se ofrecía? Pues cómo se trataba y expedía todo no es menester que yo aquí lo diga; España, Italia y muchas otras provincias están llenas de la fama, del valor, de la prudencia, vigilancia y presteza de V.S. Y, aunque aquellos grandes cargos siempre tienen mucho de los más arduos y graves negocios que se tratan en la cristiandad, mas en tiempo de V.S. acertaron a ser mucho mayores y extraordinarios en dificultad y en importancia, para que fuesen más digno sujeto de la gran prudencia y valor de quien los trataba. Y por ser todo esto tan público como comencé a decir, es bien dejarlo y sólo suplicar a V.S. con todo acatamiento reciba en el amparo de su grandeza esta mi obra, que habrá alcanzado un gran premio cuando llegare a merecer esta merced. Y yo soy obligado a procurarle con mayor afición y cuidado este tan gran bien a esta obra, por ser toda ella sembrada de mi mano, nacida y criada dentro de mi casa, sin que haya en ella cosa ajena ni tomada prestada, si no es lo mucho que V.S. fue servido poner en ella. Todo lo demás es enteramente mío, descubierto y hallado con mi poco ingenio, y juntado y dispuesto con mucho mi trabajo.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera