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Título del texto editado:
FEIJOO Y MONTENEGRO (Don Fr. Benito Jerónimo)
Autor del texto editado:
Sempere y Guarinos, Juan 1754-1830
Título de la obra:
Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III. Tomo III.
Autor de la obra:
Sempere y Guarinos, Juan 1754-1830
Edición:
Madrid: Imprenta Real, 1786


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FEIJOO Y MONTENEGRO (Don Fr. Benito Jerónimo) Maestro General del Orden de San Benito, del Consejo de S. M., etc. Teatro crítico universal, o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes , 8 tomos en 4 impresos en diferentes años desde 1726 hasta 1760 y reimpresos 15 veces en varias Imprentas.


Siempre han tenido en España los Regulares un grande influjo en los progresos y decadencia de la literatura. En algunos libros extranjeros se les atribuye a ellos principalmente el atraso que han experimentado las ciencias y artes desde fines del siglo XVI. La ignorancia y la pereza de los frailes, dice el Dr. Eduardo Clarke, contra los cuales aquel (Erasmo) tanto declamó, han variado muy poco desde entonces, a lo menos en España. Muy pocos de ellos saben hablar ni aun entienden siquiera el latín, y son muchos menos todavía los que se aplican a las ciencias útiles. Todos sus estudios están reducidos a la escolástica y a la controversia. No hablo aquí sino de los frailes en general, con las limitaciones que es justo hacer. Sé la estimación que se merecen los Flórez, Ponces, un Burriel, un Panel, etc. Pero, a la verdad, estos religiosos son muy raros y brillan entre sus hermanos como las lámparas en los sepulcros.

Don Antonio Pons ha manifestado ya las muchas alucinaciones en que incurrió aquel inglés hablando de nuestras cosas, y no sería difícil demostrar que esta es una de las mayores, a lo menos en los términos en que se expresa.

Pero es indubitable que dos acaecimientos literarios, a que principalmente dieron origen algunos Regulares, influyeron mucho en la decadencia de nuestra literatura. El primero fueron las famosas disputas de Auxiliis, que, dividiendo en dos escuelas principales toda la Teología y aun la Filosofía y otras ciencias que no tienen la menor relación con aquellas sublimes materias, retrajeron a los ingenios de aplicarse a otros estudios y conocimientos. Los Regulares españoles más juiciosos han conocido este daño, y así decía el P. Fr. Jerónimo de Salamanca, religioso Capuchino: «Yo tengo por cierto que desde que se movieron las disputas de ciencia médica y Física Predeterminación, con tanto ardor de las partes, padeció España notable quiebra en todas las ciencias. Es verdad que florecían entonces unos ingenios monstruosos, aquellos grandes teólogos Domingo Báñez, Diego Álvarez, Tomás de Lemos, Zumel, Luis de Molina, Gregorio de Valencia, Gabriel Vázquez, el eximio Suárez y otros muchos ingenios capacísimos para la ciencia universal, y que elevaron la Teología a su mayor perfección; pero es igualmente cierto que los sucesores de esos gigantes degeneraron en pigmeos, comparados con sus maestros, sin que pudiese España consolar su pérdida con lo de David: Pro Patribus tuis nati sunt tibi Filii; porque, enardecidos en las sobredichas disputas, se vio toda su Teología redundante de inútiles cuestiones puramente metafísicas y de las que se dicen de supuesto imposible, cuando al mismo tiempo los teólogos de las otras naciones peleaban gloriosamente con los herejes sobre el punto gravísimo de las tradiciones, de la autoridad de la Iglesia y sus concilios, de la infalibilidad del Romano Pontífice y su potestad suprema y monárquica, del carácter de la verdadera Iglesia de Cristo y Religión, con otros puntos de la Historia Eclesiástica».

El otro acaecimiento fue la ficción de los falsos cronicones, los cuales, corrompiendo nuestra historia nacional, han hecho transcendental este daño a otras ciencias y que en gran parte se fundan sobre la misma historia.

Se descuidó del estudio del dogma y de las demás verdades teológicas por atender casi únicamente a la defensa las opiniones que caracterizaban a cada escuela. Y la impostura de los falsos cronicones, corrompiendo nuestra historia nacional, ha hecho transcendental este daño a la jurisprudencia civil y canónica, cuyo estudio en gran parte se funda sobre la misma historia.

Mas, como quiera que haya sido en otros tiempos, en este siglo no puede dudarse que los Regulares han sido de los primeros en aprovecharse de las luces de las ciencias y las artes, y que han contribuido mucho para fomentarlas y propagarlas. Si viciaron nuestra historia eclesiástica y profana con la ficción de los cronicones en el siglo pasado, en éste la han purgado y hecho nuevos descubrimientos por medio de la diplomática y de la crítica. Tampoco han faltado entre los Regulares españoles quienes se hayan aplicado a las ciencias naturales y a los demás ramos de la literatura. Los pocos conocimientos que había de Física y de Matemáticas a principios del actual reinado ¿a quién se debieron, por la mayor parte, si no a los Regulares?

¿Quién ignora lo que padecieron los PP. Feijoo y Rodríguez por querer reformar la Medicina, el P. Ribera por combatir la barbarie de Salamanca, y el P. Isla por satirizar los defectos introducidos en el púlpito? Cuando el Consejo ha exhortado a las Universidades y sabios de España a que escriban cursos de todas las ciencias más conformes al gusto que reina ahora generalmente en Europa, ¿quién ha sido el primero en este trabajo si no un religioso Capuchino? Los nombres de los PP. Miñana, Interián de Ayala, Berganza, Sarmiento, Rodríguez, San José, Flórez, Risco, Ribera, Scio, Buriel, Isla, Andrés, Aymerich, Lasala, Colomés, Eximeno, Serrano, Mohedano, Villaroig, Cabadés, ocuparán siempre un lugar muy distinguido entre los sabios españoles.

Pero cuando no hubiera otro, bastaba para acreditar a todos el P. Feijoo Habrá algunos que se hayan aventajado a este sabio en ciertos ramos de literatura, pero ninguno se le podrá comparar ni en la universalidad ni en la felicidad de producirse, ni en la firmeza para combatir las preocupaciones vulgares. Él solo, dice el citado Clarke, ha hecho más para formar el gusto de los españoles y para enseñarles a pensar que todos sus predecesores.

España tiene en esta parte una ventaja de la que han carecido, ciertamente, otras naciones. En estas la ilustración ha andado acompañada regularmente de la impiedad, y los progresos del entendimiento han ocasionado frecuentemente disputas peligrosas y opiniones extravagantes y perjudiciales a la Religión y al Estado. En España ha salido una gran copia de luces del mismo lugar donde algunos creen que tiene colocado su trono la superstición. Porque ¿quién ha declamado con mayor vigor contra la falsa devoción, contra las opiniones vulgares acerca de las brujas, duendes y energúmenos, contra los abusos de la autoridad y contra los vicios de la enseñanza de nuestras Universidades, que el P. Feijoo

Las obras de este sabio produjeron una fermentación útil; hicieron empezar a dudar; dieron a conocer otros libros muy distintos de los que había en el país; excitaron la curiosidad; y en fin abrieron la puerta a la razón, que antes habían cerrado la indolencia y la falsa sabiduría.

El arduo empeño que emprendió el P. Feijoo le suscitó infinito número de contrarios y no pocos embarazos. Pero su patriotismo, ayudado de su pluma feliz y más particularmente del arreglo de su conducta, triunfó de todos ellos, y grabó su nombre en el templo de la inmortalidad El Papa Benedicto XIV, el cardenal Querini y un gran número de literatos de primer orden lo honraron con sus elogios. Fernando VI le concedió honores de Consejero Nuestro augusto monarca Carlos III hizo la mayor estimación de su persona. Y toda la nación venera el nombre del principal restaurador de su literatura. La fama del eruditísimo Feijoo, dice el sr. conde de Campomanes en su Vida, durará entre nosotros mientras la nación sea culta, y en los fastos de su literatura hará época la de su tiempo.

El dar idea de todas las obras de este sabio sería un trabajo muy prolijo y nada necesario, pues andan en manos de todos a lo menos, su Teatro y Cartas, de las que se han hecho quince ediciones; y así bastara poner aquí la cronología de todas ellas y de sus impugnaciones y apologías, según la arregló el ilmo. señor conde de Campomanes, digno escritor de la Vida del P. Feijoo, que está en el primer tomo del Teatro Crítico, con un ligero extracto de su contenido.

Año de 1725


Carta Apologética de la Medicina Escéptica del dr. Martínez. Va añadida en la última impresión.

1726


Tomo Primero del Teatro Crítico, publicado en 3 de septiembre. La obra está dividida por discursos, cuyo objeto principal es combatir varias preocupaciones vulgares, así en materia de artes y ciencias, como en las máximas acerca de la conducta de la vida. El primero de toda la obra y de este tomo es contra el adagio que dice que la voz del pueblo es voz del Cielo. Luego sigue hablando sobre la verdadera felicidad natural, la que prueba que se puede conseguir en cualquiera estado. Son muy dignas de tenerse presentes las reflexiones que pone en este discurso sobre los mendigos y sobre la falta de prudencia que suele haber en el repartimiento de la limosna. Carácter de la verdadera política. Falibilidad de la medicina, y particularmente de lo arriesgados que son los dos remedios más comunes de sangría y purga. Advertencias sobre el régimen para la conservación de la salud. Impugnación de la opinión que dice que el estudio acorta la vida. Contra los astrólogos judiciarios y pronósticos, y contra el miedo que se tiene comúnmente a los eclipses, cometas y a los climatéricos. Contra la opinión de que el mundo se envejece o que va a menos la vida de los hombres y el vigor de la naturaleza. Declamación contra la introducción de la música profana en los templos. Paralelo de las lenguas castellana y francesa, en el que prueba que ésta no tiene ventaja alguna sobre la nuestra. Y concluye con una defensa de las mujeres, probando que no son inferiores a los hombres, ni en las dotes del ánimo ni en las del espíritu.

Carta Apologética de este tomo, escrita por el Dr. Martínez, publicada en 5 de octubre, en la cual se defiende incidentemente la medicina de las impugnaciones del Teatro.

Breves apuntamientos en defensa de la medicina y de los médicos contra el Teatro, por el dr. don Pedro Acuenza, médico de Cámara, publicado en 22 de octubre.

Templador Médico del dr. don Francisco Rivera, médico que fue después de Cámara, contra el Teatro Crítico en 29 del mismo mes.

Diálogo harmónico sobre el «Teatro Crítico» en defensa de la música de los Templos, por don Eustaquio Cerbellón, en 3 de diciembre.

Contra defensa crítica a favor de los hombres, contra la nueva defensa de las mujeres, que es uno de los discursos del Teatro, papel anónimo que salió en 17 de diciembre.

Medicina Cortesan satisfactoria del dr. Rivera al P. Feijoo, en 24 del mismo.

1727


Anotaciones al «Teatro Crítico» anónimo, en 21 de enero.

Juicio final de la Astrología en defensa del «Teatro Crítico», su autor el dr. Martínez, en 4 de febrero.

Discurso filológico crítico sobre el Corolario del paralelo de lenguas, anónimo, en el mismo día.

Estrado Crítico en defensa de las mujeres, contra el Teatro Crítico, anónimo, en 16 del mismo.

Antiteatro, su autor don Jerónimo Zafra, en 25 de febrero.

Noticias críticas sobre el «Teatro Crítico», anónimo, en 11 de marzo.

Residencia médico-cristiana contra el «Teatro Crítico», por el dr. don Bernardo Araujo, médico que fue de Cámara, en 25 de marzo.

Antiteatro Délfico del «Teatro Crítico» anónimo, en el mismo día.

Escuela Médica en respuesta al Teatro Crítico por el dr. don Francisco Suárez de Rivera, en 15 de abril.

Medicina vindicata contra el P. Feijoo, por el dr. don Ignacio García Ros, en 6 de mayo.

Cátedra de desengaños médicos en defensa del P. Feijoo, anónimo, en 1 de julio.

Respuesta a la Carta inserta en el Teatro Crítico de Feijoo sobre el estado del matrimonio, en 16 de diciembre.

1728


Tomo II del Teatro Crítico, en 6 de abril. En el primer discurso intitulado Guerras filosóficas examina varios sistemas modernos que se han sustituido a la filosofía peripatética, y nota el encono con que han tratado y perseguido muchas veces los partidarios de uno a los de los otros. De las fábulas introducidas en la historia natural. De la falsedad de las artes divinatorias, y particularmente de la quiromancia, oniromancia, apantomancia, cabalística, y otras de esta clase. De las profecías supuestas y, entre estas, de la falsedad de los oráculos de los gentiles y de los libros de las Sibilas, a lo menos como los tenemos ahora, puntos ambos muy importantes en la historia eclesiástica. De la mágica. No niega que haya hechiceros y hechicerías, pero asegura que la mayor parte de las que se refieren son falsas, y propone las causas de la gran credulidad del vulgo en esta parte. Declamación contra las modas, entre las cuales incluye también a las que se suelen introducir en materia de devoción, prefiriendo ciertos rezos y oraciones a las que la Iglesia general tiene adoptadas. Discurso contra la pretendida senectud moral del mundo, esto es, contra los que dicen que en nuestros tiempos están las costumbres más corrompidas que en los anteriores. De la sabiduría aparente y artificios con que muchos ignorantes se hacen tener por sabios. De las causas de la antigua oposición que ha habido entre las dos naciones francesa y española, a la que algunos han llamado antipatía. Contra la creencia de que hay días críticos. Del peso del aire. De la esfera del fuego, en donde prueba que no la tiene determinada. Contra la antiperístasis. Varias paradojas físicas. Mapa intelectual y cotejo de naciones, en el que prueba que en orden al uso del discurso es casi imperceptible la desigualdad que hay de unas a otras. Una carta del dr. Martín Martínez al P. Feijoo sobre el primer tomo del Teatro Crítico y la respuesta de éste. Y un escrito intitulado Veritas Vindicata adversus Medicinam vindicatam. De este último había sido el autor el dr. Ros.

Tertulia Histórica, impugnación del Teatro Crítico anónimo, en 20 del mismo.

1729


Tomo III del Teatro Crítico en 31 de mayo. Precede un prólogo apologético, en que se defiende de las impugnaciones que le había hecho el autor de un escrito intitulado Tertulia apologética, y particularmente en lo que había dicho sobre fr. Jerónimo Savonarola. En la obra trata de las socaliñas de los saludadores, de las patrañas que se venden con título de secretos de la naturaleza, y particularmente de los medicinales que venden los curanderos. Impugnación de la simpatía y antipatía en el sentido en que se toman vulgarmente. Niega la existencia de los duendes y espíritus familiares, la vara divinatoria y los zahoríes. De los milagros supuestos en general, y en particular de algunos efectos de la naturaleza que el vulgo suele tener por milagrosos. Paradojas matemáticas. Impugnación de la piedra filosofal. Examina la naturaleza del alma de los brutos y propone muchas razones en prueba de que tienen inteligencia y discurso. Analiza el amor patriótico, indagando sus causas y señalando sus diferencias, y demuestra que cuan útil es el amor de la patria tomado por el de toda la nación, es perjudicial el de las patrias, provincias o territorios particulares en que ha nacido y se ha criado cada uno. Carta de un togado a un hijo suyo recién elevado a la toga, sobre la recta administración de la justicia. Sobre la educación de los príncipes, y declamación contra los conquistadores. Del escepticismo filosófico o duda racional en asuntos de filosofía. La verdad vindicada, contra la Medicina vindicada traducción de la misma obra impresa en el tomo antecedente en latín, y aumentada con algunas adiciones.

Antiteatro Crítico sobre los dos primeros tomos del Teatro Crítico, su autor don Salvador José Mañer, en 7 de junio.

Apelación sobre la piedra filosofal contra el tomo 3 del Teatro Crítico, anónimo, en 6 de septiembre.

1730


Ilustración Apologética al 1º y 2º tomo del Teatro Crítico, donde se notan más de cuatrocientos descuidos al autor del Antiteatro, que en su defensa publicó el P. Feijoo, en 10 de enero.

El Tomo IV del Teatro Crítico, en 26 de diciembre. Pinta los caracteres de la falsa virtud. Trata de la nobleza, y del poco influjo que tiene la sangre en la verdadera. Trata de las fábulas a las que llaman lámparas inextinguibles. Prueba que no solamente los médicos se pueden curar a sí mismos cuando están enfermos, sin valerse de otro, sino también los que no lo son, como esto se haga con ciertas precauciones y reglas fáciles que prescribe. Declama contra los excesos que se suelen cometer en las peregrinaciones sagradas y romerías. Impugna la opinión de que en los criollos de América se adelanta la decrepitez respecto de otras naciones. De las causas del gran crédito que logró Aristóteles en las escuelas. Reflexiones sobre la historia, y dificultades de escribirla bien. Prueba que es falso cuanto se refiere de las transformaciones mágicas, esto es, de la conversión de hombres en bestias y en otras formas; y de las transmigraciones o vuelos nocturnos de las brujas y hechiceras. De las fábulas de las Batuecas y otros países imaginarios. Los que notan la dureza con que los historiadores Robertson, Rainal y otros extranjeros han tratado en sus escritos a los españoles que conquistaron la América pueden leer el 17 último de este discurso. Defiende que pecan los escritores inhábiles que venden sus malos libros al mismo precio que los buenos. De la preferencia entre antiguos y modernos, donde prueba que la mayor parte de los que se tienen por inventos de estos fueron ya conocidos por aquellos. Glorias de España o apología de los españoles contra las invectivas de los extranjeros, dividida en dos partes, en la primera de las cuales trata de las dotes de los españoles por lo que toca al corazón, y en la segunda, de las del entendimiento.

1731


Crítico y cortés, Castigo de pluma contra los descuidos del tomo 4 del Teatro Crítico: anónimo, en 30 de enero.

Antiteatro Crítico, tomo 2 y 3, su autor don Salvador Mañer, en que está la Réplica satisfactoria a la «Ilustración apologética», el 7 de agosto.

1732


Demostración crítica apologética del «Teatro Crítico universal», en defensa de los 4 primeros tomos y de la Ilustración apologética, contra las impugnaciones y contradicciones del vulgo, su Autor el R. P. fr. Martín Sarmiento, benedictino, lector de Teología Moral en San Martín de esta Corte, dos tomos, en 23 de diciembre.

1733


Tomo V del Teatro Crítico, en 7 de julio. Se examinan los motivos de la fe humana, la probabilidad, la verosimilitud, la fama y demás que inducen al asenso. Crítica de la Fisonomía o arte de conocer a los hombres por su semblante exterior. Idea de un nuevo arte fisonómico. Habiendo probado antes que el mundo no está ahora más corrompido que antes, prueba en el discurso intitulado Maquiavelismo de los antiguos que los príncipes de este siglo están muy distantes en su conducta de la de los tiempos anteriores y que en estos se vieron practicadas con más frecuencia las máximas que dejó impresas Maquiavelo. De la falsedad de varias observaciones comunes. De la falibilidad de las señales de la muerte, para evitar en lo posible muchas desgracias, como las que han ocurrido de enterrar a veces a los vivos por parecer que están muertos. Refuta el aforismo que llama exterminador esto es, que cuando el médico obra en todo conforme a razón, aunque el suceso no corresponda a su deseo, no ha de mudar el modo de curación, sino insistir o proseguir en el que al principio juzgó conveniente. Contra el dicho común, que la mentira siempre es hija de algo, demostrando la gran diversidad entre los orígenes de la historia y los de la fábula. Nuevas paradojas físicas. De la futilidad de los libros que tratan de política y máximas de estado. De las grandes ventajas de las experiencias y de los medios de hacerlas con acierto y utilidad. De las propiedades de la luz; existencia del vacío; intransmutabilidad de los elementos. Sobre los primeros pobladores de América. Sobre la poca fe que se merecen las tradiciones populares, y entre ellas muchas de las que se habían introducido en la historia eclesiástica. Sobre la transmutación de los metales y precauciones contra los alquimistas.

1734


Crisol crítico, teológico, histórico, político, físico y matemático, en que se quilatan las materias y puntos que se le han impugnado al Teatro Crítico, y pretendido defender en la Demostración crítica el M. R. P. lector fr. Martín Sarmiento, benedictino, en dos tomos, que son 4 y 5 del Antiteatro, su autor don Salvador José Mañer.

El Tomo VI del Teatro Crítico, en 31 de agosto. Empieza probando varias paradojas políticas y morales, no porque lo sean todas ellas, sino porque, atendiendo al mayor número de los que creen lo contrario y por estar entre otras, les aplica aquel nombre, como él mismo lo previene. Son notables las siguientes. La multitud de los días festivos, perjudicial al interés de la República y nada conveniente a la religión. Que debiera hacerse constar al magistrado de qué se sustentan todos los individuos del pueblo. Que gran parte de lo que se expende en limosnas no sólo se pierde, pero daña. Que la tortura es medio sumamente falible en la inquisición de los delitos. Luego forma la apología de algunos personajes famosos en la historia, entre los cuales coloca a Enrique de Villena, injustamente infamado de mago y hechicero. Sobre la fábula del establecimiento de la Inquisición en Portugal. Sobre varias producciones naturales que se creen perdidas y de otras que se tienen por nuevas. Reflexiones físicas y morales sobre varias maravillas de la naturaleza. Sobre los sátiros, tritones y nereidas. Examen filosófico de un hombre marino. Sobre la mentira y sus especies. Chistes de N. sobre las causas del gusto. De el no sé qué. Del error universal, esto es, del juicio ventajoso y no merecido que todos hacen de su propio entendimiento.

Combate intelectual contra el Teatro Crítico, por don Manuel Ballester, en 14 de septiembre.

El famoso hombre marino, contra un discurso del Teatro Crítico, su autor don Salvador Mañer, que le publicó bajo del anagrama de don Álvaro Menardes, en 19 de octubre.

Impugnación al P. Feijoo sobre la vida del falso Nuncio de Portugal, por don Manuel Martín, en 7 de diciembre.

1735


Vindicias de Savonarola contra el P. Feijoo, su autor fr. Jacinto Segura, del Orden de Predicadores.

Teatro Anticrítico, los dos primeros tomos, su autor don Ignacio de Armesto y Osorio, residente en esta Corte.

1736


El Tomo VII del Teatro Crítico, en 28 de agosto. Demostración de la omnipotencia y sabiduría de Dios, particularmente por las obras más pequeñas de la naturaleza. Sobre la formación de las piedras y de las petrificaciones. Causas del color negro de los etíopes. Demarcación de las dos Etiopías y conjeturas sobre el sitio en donde estuvo el Paraíso. Sobre la venida del Anticristo. Sobre la fábula del Purgatorio de San Patricio. Son muy dignas de saberse por todos las palabras con que empieza este discurso: «Dios, dice, no sólo quiere en los hombres religión verdadera, sino pura, y con tal pureza, que excluya no sólo errores perniciosos, mas también fábulas inútiles o noticias inciertas; aquellos la destruyen, estas la afean. El grano del Evangelio no presta nutrimento seguro, si no separado de la paja. Paja llamo a las relaciones de revelaciones y milagros que carecen de fundamento sólido; y aunque vulgarmente se crea que estas alimentan en algún modo la piedad, digo que ese es un alimento vicioso, sujeto a muchos inconvenientes, que hemos ponderado en otros lugares. La doctrina celestial por sí misma sola tiene todo el influjo que es menester para conducirnos a la patria. Todo lo que se le sobreañade es superfluo, y las superfluidades, no menos que en el humano, son nocivas en el cuerpo místico...». Impugna la opinión vulgar de las cuevas de Salamanca y Toledo, y que hubiese escuelas de mágica en España, y la práctica supersticiosa del Toro de San Marcos. Refuta la opinión de que los alimentos cuaresmales son de inferior calidad a los de carne. De los caracteres de la verdadera y falsa urbanidad. De lo que conviene quitar en las Súmulas, y de lo que sobra y falta en la Lógica, Metafísica, Física y Medicina. Sobre las causas del amor, en donde impugna el axioma que la semejanza es causa del amor, y la vanidad de los filtros o medicinas amatorias; a lo que sigue otro discurso sobre los remedios del mismo amor, en que, después de señalar los que propuso Ovidio, propone uno que tiene por nuevo, y muy eficaz.

1737


Teatro Anticrítico, de don Ignacio Armesto; el último tomo, en 28 de mayo.

1739


El Tomo VIII del Teatro Crítico, en 14 de abril. Continúa tratando de la reforma de los estudios. Sobre el poco examen con que se ponen las noticias en las gacetas. Prueba que son rarísimos los energúmenos verdaderos, y da reglas para conocerlos. Sobre la corruptibilidad de los cielos. Examen filosófico del suceso de la condesa Bandí, que se encontró quemada en la cama una mañana, sin saberse de donde provino el fuego ni cómo produjo éste su efecto sin dañar a la cama y muebles inmediatos. Pruebas de la opinión del marqués Maffei que el rayo no baja de las nubes, sino que se forma acá abajo. Paradojas médicas. De la importancia de la ciencia física para la moral. De la utilidad de la agricultura, honor y estimación que debe hacerse de ella, y medios de fomentarla. Declamación contra la ociosidad, en la que vuelve a tratar de la necesidad de reducir los días festivos.

1741


Suplemento a los ocho tomos del Teatro Crítico, en 7 de febrero.

Teatro de la verdad, o Apología por los exorcismos contra el Teatro Crítico, su autor fr. Alonso Rubiños, religioso mercedario, en 1 de agosto.

Duelos médicos, en defensa y desagravio de la facultad médica, contra el Teatro Crítico, su autor don Narciso Bonamich, médico de Villarejo de Salvanés, en 10 de octubre.

1742


Bailes mal entendidos, y Señeri sin razón impugnado por el R. P. M. Feijoo, su autor don Nicolás de Zárate, en 13 de febrero.

El Tomo I de Cartas eruditas y curiosas, en que por la mayor parte se continúa el Teatro Crítico universal impugnando o reduciendo a dudosas varias opiniones comunes, en 4 de septiembre. Este tomo contiene veinte y cuatro cartas. Las más notables son sobre el influjo de la imaginación materna respecto del feto. Sobre el abuso de enterrar a los muertos antes de tiempo. Sobre el agua considerada como medicina universal. De los escritos médicos del P. Rodríguez, cisterciense, en la que prueba que para escribir bien sobre una facultad no se necesita haberla cursado en las Universidades o Estudios generales. Sobre el arte de la memoria, y el de Raimundo Lulio. De la necesidad de adoptar algunas voces nuevas en el idioma castellano. Sobre la multitud de los milagros. Cotejo de la música antigua y moderna. Del valor actual de la indulgencia plenaria, en la que prueba que ésta no se dice tal, porque actualmente y siempre remita toda la pena, sino porque es capaz de remitirla, suponiendo de parte del sujeto disposición proporcionada.

1744


El Príncipe de los poetas, Virgilio, contra las pretensiones de Lucano apoyadas por el P. Feijoo; su autor el P. Joaquín de Aguirre, de la Compañía de Jesús, en 24 de marzo.

1745


El Tomo II de Cartas eruditas, en 20 de julio. Se trata en ellas de la necesidad de reformar los abusos que se han introducido en la República. Se prueba que la elocuencia debe más a la naturaleza que al arte. De las causas del atraso que padecen las ciencias naturales en España. De la crítica. Sobre el aprecio que debe hacerse de los inventores, con motivo del nuevo arte de beneficiar la plata, inventado por don Lorenzo Felipe de la Torre, etc.

1746


Carta respuesta a la 17 de las eruditas del P. Feijoo, su autor el P. don Antonio Rodríguez, monje cisterciense, en 4 de enero.

Liber apologeticus artis magnae B. Raymundi Lulii Doctoris illuminati & Martyris, scriptus intus & foris ad justam & plenariam defensionem famae, sanctitatis, & doctrinae ejusdem ab injuriosâ calumniâ ipsi inique, opinative, et qualitercumque illatâ. Auctore R. P. Fr. Bartholomaeo Fornes, Praedicatore Apostolico, & Generali, S. Theol. Lectore, & in Salmantina Universitate Philosophiae, ac S. Theol. Baccalaureo, ac linguae Hebraicae, & S. Theol. Procathedratico, publicado en 20 de diciembre.

1749


Examen de la crisis del P. Feijoo sobre el Arte Luliano, en la que se manifiesta la santidad y culto del iluminado dr. y mártir, el B. Raimundo Lulio; la pureza de su doctrina y la utilidad de su arte y ciencia general, su autor el R. P. M. don Antonio Raimundo Pascual, del Orden de San Bernardo, dr. y catedrático de Filosofía y Teología Luliana en la Universidad de Mallorca, y maestro del número de la Congregación de Navarra y Aragón, tomo I publicado en 15 de abril.

Reflexiones Crítico-Apologéticas sobre las obras del P. Feijoo, en dos tomos, en defensa de las flores de san Luis del Monte, de la constante pureza de fe, admirable sabiduría y utilísima doctrina del iluminado dr. y esclarecido mártir, el B. Raimundo Lulio; de la gran erudición y sólido juicio del clarísimo dr. el V. fr. Nicolao de Lira; de la famosa literatura y constante veracidad histórica del ilmo. y V. sr. fr. Antonio de Guevara; y de otros clarísimos ingenios que ilustraron al orbe literario; su autor el P. fr. Francisco de Soto y Marne, lector de Teología en el convento de S. Francisco de Ciudad Rodrigo, y cronista general del Orden de San Francisco; publicáronse en 6 de mayo.

Justa Repulsa de inicuas acusaciones, escrita por el rmo. P. Feijoo contra los dos tomos antecedentes del P. Soto y Marne, en 23 de septiembre.

1750


El Tomo III de Cartas eruditas, en 4 de agosto. Vuelve a tratar de la falibilidad de los adagios. Responde a algunas impugnaciones que se le habían hecho. Sobre los exorcismos. Contra la pretendida multitud de hechiceros. Argumentos a favor del sistema copernicano. Sobre la importancia de abreviar las causas judiciales y de erigir hospicios. Sobre las causas de los pocos progresos de las ciencias y artes en España. Esta carta es una de las más importantes y digna de ser leída, pues con la libertad propia de su carácter señala aquellas causas en su raíz, como en parte se podrá conocer por la conclusión de ella: "Yo veo bien, dice, que para introducir esta mudanza de método hay algunas dificultades, cuales son, en primer lugar, la falta de noticias en los lectores y catedráticos de Artes, y, en segundo, la falta de libros para adquirirlas. Pero la mayor de todas está de parte de los profesores antiguos o viejos, a lo menos de muchos de ellos, los cuales, mirando como desprecio de su existimada ciencia que en las Escuelas se empiece a enseñar lo que ellos ignoran, es natural se valgan de la autoridad que les dan sus años y sus honores para hacer odiosa esta novedad literaria. Los dos primeros estorbos considero bastantemente vencibles. Pero el último es formidable, y sólo veo que paulatinamente se puede ir removiendo este estorbo ofreciendo el tiempo algunos nuevos profesores de más que ordinaria capacidad y de espíritu generoso, que rompan la valla y vayan introduciendo el buen gusto literario en las Escuelas, repitiéndoles entre tanto a los viejos profesores el consejo saludable que les da el P. Dechales: Dum ipsi nihil explicant, & principiis universalibus insistunt, alios ulterius progredi aequo animo patiantur". Acaba finalmente exhortando al ministro a quien escribe a la fundación de una Academia de Ciencias y Artes, a imitación de la de París y de Berlín.

El Tomo II del examen de la crisis del P. Pascual, en defensa de la doctrina de Lulio, en 15 de diciembre.

1753


El Tomo IV de Cartas eruditas, en 14 de agosto. Trata de los que voluntariamente y sin particulares señales se meten a interpretar los arcanos de la Divina Providencia, advirtiendo que esto muchas veces más es efecto de la maledicencia que de la piedad y religión. Sobre la charlatanería de algunos médicos advenedizos. Sobre el proyecto de una historia general de las ciencias y artes. De los progresos del sistema copernicano, en la prueba que, bien lejos de ser privativamente propio de herejes o de filósofos sospechosos en la fe, como le había escrito cierto amigo, es seguido por innumerables autores católicos y se enseña dentro de la misma Roma, a vista y ciencia del Papa, del colegio de Cardenales y de otros muchos ilustres y doctos eclesiásticos que hay en aquella capital del catolicismo, no sólo como hipótesis, sino asertivamente; de modo que ya ha más de veinte años (y, por consiguiente, ahora más de cincuenta y tres) que fuera de las aulas de los Regulares apenas se encuentra filósofo y mucho menos astrónomo que siga el de Ptolemeo. «He puesto, añade, la excepción en las aulas de los Regulares , no en los Regulares, por tener entendido que muchos de estos, y aun los más en su particular, ha algunos años que desertaron del sistema de Ptolemeo hacia el de Copérnico».

1754


Satisfacción a la Carta 16 del tomo IV de las eruditas sobre los francmasones; su autor el R. P. fr. José Torrubia, coronista general del Orden de San Francisco.

1755


Cartas escritas sobre el terremoto acaecido en 1 de noviembre de este año, las cuales se publican en esta última impresión, porque antes andaban sueltas.

1760


El Tomo V de Cartas eruditas, que fue el último, en 20 de mayo. Prueba que los astros, y particularmente el sol y la luna, no tienen en el globo de la tierra el influjo que vulgarmente se cree. Hace algunas advertencias para los predicadores de misiones. Se recomienda la doctrina y escritos del médico Solano de Luque. Sobre la despoblación de España. Es muy singular la opinión del P. Feijoo, quien duda con razones bastante probables que España haya estado nunca más poblada que en este siglo, o a lo menos que no ha padecido diminución notable desde el tiempo de Felipe II. Reflexiones sobre la poesía. Disuade a un amigo del estudio de la lengua griega, y le persuade al de la Francesa, como más útil.

Nació el P. Feijoo el día 8 de octubre de 1676 en Casdemiro, pequeña aldea del obispado de Orense, y murió en el Colegio de San Vicente de Oviedo en 26 de septiembre de 1764.





GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera