Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo II. [Biografía de] el licenciado Luis Barahona de Soto”
El
licenciado
Luis Barahona de Soto nació en la villa de Lucena, reino de Córdoba, y floreció a fines del siglo XVI. Fue de profesión
médico
y célebre en esta facultad, que ejerció muchos años en la villa de
Archidona,
reino de Sevilla, y mucho más
célebre
por la grandeza de su ingenio y
talento
para la
poesía,
como exagera bien el testimonio de Miguel de Cervantes, que en boca del cura que hizo el escrutinio de los libros de don Quijote dice, hablando del de
Las lágrimas de Angélica:
“lloráralas yo si tal libro hubiera mandado quemar, porque su autor fue uno de los
famosos
poetas del mundo, no solo en España, y fue felicísimo en la
traducción
de algunas fábulas de
Ovidio”.
Estas traducciones
no
han llegado a nuestros tiempos, pues solo se
conocen
algunas pocas obras
líricas,
como
églogas,
canciones
y sonetos en la
colección
de
Flores de poetas ilustres,
y otras sueltas en varios libros, por donde se acredita que fue un poeta lírico de los
mejores
de su tiempo, que es cuanto puede encarecerse y verificar el
juicio
de Cervantes. Pero lo que sobre todo le hizo famoso fue el
poema
de
Las lágrimas de Angélica,
impreso
en
Granada
en 1586, tomando su asunto desde donde le había dejado el célebre Ludovico
Ariosto,
y logrando no tan solo competir con él en la invención, en la idea y en el
estilo,
sino
aventajándole
algunas veces en todas estas circunstancias, por lo cual se ha hecho tan
rara
como
estimable
esta obra. Todos los
poetas
de su
tiempo
elogian encarecidamente al autor y a la obra, y en el
Laurel de Apolo,
así:
Y viva en este Soto,
mejor que en el de Ténedos remoto,
Phaselis y Tegira,
Apolo por la lira
del médico
excelente,
que en láminas de oro
escribió la ventura de Medoro.