Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo I. [Biografía de] El licenciado Pedro de Espinosa”
El
licenciado
Pedro de Espinosa,
presbítero,
nació en la ciudad de Antequera, a lo que se puede inferir, a fines del siglo XVI. Fue
capellán
del duque de Medina Sidonia, don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, el cual en el año de 1623 le nombró
rector
del colegio de San Ildefonso, que fundó a sus expensas en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, y algunos años después obtuvo otra capellanía, fundada también por el mismo duque. No existen más memorias hasta su muerte, acaecida en dicha ciudad el 21 de octubre de 1650. Espinosa fue uno de los
mejores
poetas de su tiempo; escribió varios libros y
tratados,
pero la mejor y más plausible de sus obras fue la pequeña colección de
poesías
selectas que intituló
Primera parte de las flores de poetas ilustres castellanos,
e
imprimió
en
Valladolid
en 1605. Obra estimable y
única
en su línea, que acreditó su delicado
gusto
y
talento
grande para la poesía, como se ve en las composiciones propias que insertó en ella y que coincide tanto con la presente, que si, como solo se ciñó a los poetas sus
contemporáneos,
la hubiera trabajado con otra extensión, otro método y otro discernimiento, tuviéramos hoy muy adelantado el proyecto del
Parnaso español.
También publicó un tratado, que intituló
Panegírico al Excelentísimo señor don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, duque de Medina Sidonia,
etc., e
imprimió,
a lo que parece, en
Sevilla,
1629; otro elogio en verso y prosa
Al retrato del mismo Duque,
su
mecenas,
dio a luz en Málaga, 1625. También fue autor del conocido y común librito
Espejo de cristal fino y antorcha que aviva el alma,
que imprimió a continuación del antecedente; y en el mismo año publicó en la ciudad de Sanlúcar un
salmo
en
elegante
verso que llamó “De penitencia, importantísimo para alcanzar el perdón de los pecados”, como asimismo el “Panegírico a la ciudad de Antequera” en 1626, el “Tesoro escondido”, en 1644, y el “Arte de bien morir”, impreso en
Madrid
después de su muerte, en 1651. Este es el sucinto elogio que tiene en el
Laurel de Apolo,
cuando trata en común de los ingenios de
Antequera:
Y la frente espaciosa
ceñida de
laurel
tenga Espinosa
con
méritos
de justa confianza.