Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo VII. [Biografía de] Anastasio Pantaleón de Rivera”
Autor del texto editado:
López de Sedano, Juan José (1729-1801)
Título de la obra:
Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Tomo VII
Autor de la obra:
López de Sedano, Juan José (1729-1801)
Edición:
Madrid: Antonio de Sancha, 1773


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Fuentes
Información técnica






Anastasio Pantaleón de Rivera nació en Madrid por los años de 1600, de honrada familia, aunque no constan los nombres ni la condición de sus padres. Después de las primeras letras pasó a estudiar las leyes en la Universidad de Alcalá y a la de Salamanca, y, aunque en ambas no dejó de mostrar la capacidad de su talento y la viveza de su ingenio, no consiguió los mayores aprovechamientos en esta carrera por llamarle su inclinación y genio a las buenas letras, y principalmente a la poesía. Con esta determinación se dio al estudio de las lenguas griega y latina y las vulgares italiana y francesa, y, restituido a Madrid, continuó en los ejercicios o entretenimientos de sus poesías, con que se hizo estimado de algunas personas distinguidas de la corte y disfrutó la amistad de los poetas más afamados y que entonces florecían en Madrid, y fue incorporado y distinguido en las academias particulares que se formaban en aquel tiempo, donde recitaban y aun solían premiar las composiciones de sus individuos, en las cuales asambleas lograron mucho aplauso las producciones del feliz ingenio de nuestro Pantaleón. Este, sin duda, se hubiera perfeccionado y madurado con la edad si no le hubiera asaltado la muerte al mejor tiempo, en el verdor de su juventud, por medio de un extraño acaso en que, habiéndole equivocado por otro, le dieron una grande herida, de cuyas resultas estuvo padeciendo mucho género de dolencias y tormentos por espacio de dos años, y al fin le privaron de la vida en el de 1629 y antes de cumplir los 30 de su edad. La dulzura de sus costumbres junto con sus prendas intelectuales y personales le hicieron amable y estimado de todos cuantos le trataron, y principalmente por su rara humildad y modestia con que se abatía a sí mismo y a sus obras, por su delicado ingenio y genio singular para las gracias y donaires en toda especie de composiciones burlescas, que es a lo que más le llamó su inclinación y redujo las obras que conocemos, y cuyo especial talento hubiera logrado mayores progresos si con la imitación de otros modelos más clásicos que no faltaban en su tiempo, hubiese dado al arte y a la solidez lo que fió a la privacidad del ingenio con los modelos que se propuso imitar de algunos poetas sus amigos, como Góngora y Paravicino y otros que seguían el partido de los llamados “cultos”, con que pudieran sus obras merecer colocarse en otra clase más distinguida de la en que las dejó su desdichada suerte. Aun estas hubieran también seguido la desgracia de su autor, en virtud de que este en su muerte ordenó a su madre quemase cuantos papeles encontrase suyos, lo que ella ejecutó prontamente de los que pudo haber a las manos, pero la curiosidad y diligencia de don José Pellicer de Tovar, su grande amigo y que había sido su compañero en las universidades, , recogió de varios sujetos, enmendó y publicó las pocas poesías que hoy conocemos, tres años después de la muerte de nuestro autor, con un discurso o prólogo dirigido a dar noticia de él a los curiosos, al modo de los que se usaban en aquel tiempo, en los que a mucha costa de autoridades y buen recado de erudición que no venía al caso, lo que menos se encontraba en ellos eran las memorias del autor a quien pensaban ilustrar. Las poesías de nuestro Pantaleón se reducen todas a las especies de romances y letrillas, por la mayor parte burlescas, y varias cartas o papeles en prosa y verso de certámenes y academias particulares y otros dirigidos a varios amigos suyos, de que se compuso la edición ejecutada por Pellicer en Madrid, año de 1634. Después se han hecho otras dos ediciones más correctas y aumentadas con varias poesías que depositó nuestro autor y paraban en la biblioteca de don Lorenzo Ramírez de Prado. Igualmente constan que dejó escritas nuestro Pantaleón unas Notas “a Valeriano Flaco” y “a Arnobio Africano”, con dos sátiras ejemplares imitando a Juvenal y a Persio, que intitulaba El búho y El Anticristo, como asimismo la Historia arcana de Procopio traducida del griego en castellano. También tenía ejecutada, aunque no concluida, la Historia de la jornada de los Gelbes, cuyas obras se cree perecerían en el destino ordenado por el autor en su muerte, o que vendrían a manos donde tuviesen igual paradero. Lope de Vega en su Laurel de Apolo le hace el frío y exagerado elogio siguiente:

Para pintar las partes de Anastasio
será corto pincel el de Parrasio,
y pues ya tienes de él tantas premisas,
más vale que se queden indecisas.
Apresuró sus días mal contento
de que no ejecutó su entendimiento.






GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera