Información sobre el texto
Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo VIII. [Biografía de] Juan de la Cueva”
Autor del texto editado:
López de Sedano, Juan José (1729-1801)
Título de la obra:
Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Tomo VIII
Autor de la obra:
López de Sedano, Juan José (1729-1801)
Edición:
Madrid:
Antonio de Sancha,
1774
Relación de todos los textos preliminares de la obra:
* p. iii. “Prólogo”
* p. xv. “Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo VIII”
Transcripción realizada sobre el ejemplar Biblioteca Universidad de Alicante FL DRPS FA/1086
(texto completo)Encoding: Elena Cano Turrión
Editor: Tania Padilla Aguilera
Córdoba, 2 abril 2020
Juan de la Cueva nació en la ciudad de Sevilla, de
familia
ilustre
y antigua, a mediados del siglo XVI, a lo que buenamente se puede colegir. Ignóranse los hechos de su vida y tiempo de su muerte, aunque se deduce que pasó de los
50
años de edad, y que aún vivía por los de 1582, y solo por su retrato nos consta que fue de buena presencia, robusto de cuerpo, la cabeza abultada y grande, los ojos vivos, la nariz eminente, el cabello crespo y el semblante rígido, ceñudo y desapacible, por lo que reduciremos su noticia al tiempo y calidad de las obras de este ilustre cuanto
desconocido
poeta castellano. De ellas podremos inferir su carácter circunspecto, su sólido
juicio,
su tesón inflexible por la verdad y por la
corrección
de los abusos literarios que reinaban en los
escritores
y poetas de su tiempo, por lo cual sufrió las molestas
contradicciones
que no podían faltarle, como a tan grande
ingenio,
por parte de los culpados en los
vicios
que él pretendía corregir, de que se queja y satisface tan
honestamente
en varias partes de sus obras. Las que dio a luz y hasta ahora conocíamos son: las
Poesías
líricas,
que
imprimió
en
Sevilla,
año 1582, en un tomo en 8º;
Coro febeo de
romances
historiales,
impreso en dicha ciudad en 1588, un tomo en 8º; las
Comedias,
1ª parte,
en que se incluyen las
tragedias,
impreso en la misma ciudad en el propio año de 1588, un tomo en 4º;
La
conquista
de la Bética,
poema
heroico,
publicado en la referida ciudad de Sevilla, año 1603, en un tomo en 8º. Todas estas obras, que se han hecho ya rarísimas, manifiestan que nuestro Cueva fue uno de aquellos pocos que
nacieron
poetas y se perfeccionaron con el
arte.
Particularmente en las
Poesías
líricas
se ve su ingenio vivo, su
afluencia
copiosa y sobre todo su estilo, que podemos presentar por modelo de la
pureza
y
energía
del lenguaje castellano, como lo acredita la obra del
Examen poético,
que da principio al presente tomo al frente de su retrato. También debe estimarse su
talento
para la
epopeya
en el referido poema de
La
conquista
de la Bética,
que podremos contar entre los más
arreglados
o menos defectuosos que tiene la lengua castellana, pues, aunque nuestro autor se
descuidó
en la observancia de algunas
leyes
del poema
épico
por ceñirse demasiado a la verdad de la historia, pero la grandeza y felicidad de sus pensamientos y su noble, conceptuosa y
elegante
dicción, le dan un mérito muy
recomendable.
En cuanto al punto de las
comedias,
fue más
feliz
nuestro autor.
Siguió
en el
tiempo
a los
famosos
Lope de Rueda y Bartolomé de Torres Naharro, pero
excediolos
incomparablemente en las ventajas de su
erudición
y en la grandeza de su
ingenio,
con lo cual, y ayudado de su numerosa y elegante versificación,
levantó
de punto el
sistema
de la cómica española, cultivó el
artificio
y
pulió
el estilo del drama, sacándole de la antigua rudeza a que hasta entonces había estado reducido. En el tomo de sus
Comedias
incluyó sus
tragedias,
que son cuatro, las que intituló:
Los siete Infantes de Lara;
La muerte de Áyax Telamón;
La muerte de Virginia y Apio Claudio;
El príncipe tirano;
y todas se representaron en
Sevilla
por los años de 1579 y 1580, en las cuales, aunque no puede ocultarse que abandonó muchas
reglas
de los
antiguos
griegos y latinos, sin duda por las razones que expone en su obra del
Examen
poético,
introduciendo algunas
irregularidades
y
bajezas
impropias de la
noble
gravedad de estos poemas, por otra parte los recompensan las ventajas que constituyen el
mérito
de estas tragedias, como son la
viveza
en las pinturas de los afectos, el
espíritu
y
artificio
con que anima las pasiones, desempeñado todo en
maravillosos
pasajes con la
hermosura
de la sentencia y la característica circunstancia de la energía y
numerosidad
de su versificación, por lo que no se le puede negar sin agravio el título de unos de los
primeros
y más
ilustres
reformadores de la tragedia española y
maestros
de la poesía
castellana.
En medio de ser tan
clásicas
las obras
publicadas
de nuestro Cueva, no le hará menos famoso la noticia de las que existen
inéditas
e ignoradas hasta el presente. De unas y otras pensaba en hacer una edición completa, que dedicaba a su
hermano
el doctor Claudio de la Cueva, inquisidor y visitador de la Inquisición de Sicilia, cuya dedicatoria existe también con fecha en Sevilla a primero de enero de 1603, y todas ellas comprenden dos gruesos volúmenes en 4º, las más escritas de puño de nuestro autor. Habíanle murmurado que los argumentos de todas sus obras
publicadas
no se extendían a más que a
asuntos
amatorios,
contagio
que era común y lo ha sido en todos los tiempos, no solo de los poetas castellanos, sino de los de todas las naciones cultas. Para satisfacer esta nota incorporó en dichos dos tomos obras más
serias
que tenía compuestas de antemano con el ánimo de publicarlas juntas. La primera parte o primer tomo incluye todas las
Poesías
líricas
que había ya impreso en 1582, como
sonetos,
epístolas, elegías y canciones, con aumentos considerables. El segundo tomo o parte comprende siete
églogas;
Los amores de Marte y Venus,
poema;
Historia de la Cueva y descendencia de los duques de Alburquerque,
poema dedicado a doña Ana Téllez Girón, marquesa de Tarifa, con fecha de 15 de septiembre de 1604;
Viaje de Sanio, poeta; Al cielo de Júpiter,
poema dedicado a don Fernando Enríquez de Ribera, marqués de Tarifa, su
mecenas,
compuesto en el año de 1585;
Ejemplar
poético,
cuya obra ofrecemos al público, y de cuyo duplicado se habla también en el juicio de ella;
Epístola a Cristóbal de Zayas,
en que se incluye una
invectiva
contra la
Academia
de Juan de Mal Lara;
Los cuatro libros de los inventores de las cosas,
poema dedicado a doña Jerónima de Guzmán en 1508. En esta obra parece que se propuso una imitación de Polidoro
Virgilio,
a quien tal vez
mejora,
aunque nuestro autor era bastante para escribirla
originalmente;
La Muracinda,
poema
burlesco,
el cual no está concluido;
Batalla de ranas y ratones,
poema,
traducción
de la
Batracomiomaquia
de
Homero,
que solo consta en fragmentos. Asimismo, existe la segunda parte de los
romances,
que dice poseyó don Nicolás Antonio, y forman un tercer volumen igual a los dos antecedentes. En todas las cuales obras, no menos que en las publicadas, resplandece el
ingenio,
la
erudición
y el
gusto
de Juan de la Cueva, tanto en las producciones
originales,
como en las imitaciones de los célebres modelos de la
antigüedad.
Estos
manuscritos
paran en poder del señor conde del Águila, cuya curiosidad y buen gusto en atesorar las más exquisitas preciosidades literarias y documentos pertenecientes a los
famosos
escritores
sevillanos,
es bien notorio, y parece que ha recompensado la escasez de memorias que en ellos experimentamos, y sin cuyos auxilios hubiera también comprendido la desgracia a nuestro autor, como lo comprende en el
Laurel de Apolo
de Lope de Vega, donde ni aun siquiera se le
nombra,
bien que la falta de aquella noticia podrá suplir abundantemente la del gran
mérito
de sus obras.
GRUPO PASO (HUM-241)
FFI2014-54367-C2-1-R
FFI2014-54367-C2-2-R
2018M Luisa Díez, Paloma Centenera