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Título del texto editado:
[sin título]
Autor del texto editado:
Morales y Padilla, Andrés de (s. XVII)
Título de la obra:
Historia general de Córdoba
Autor de la obra:
Morales y Padilla, Andrés de (s. XVII)
Edición:
1620 c.


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(…)

Fue alabado y tenido el doctor Sepúlveda por uno de los más famosos hombres en letras de su tiempo. De él dice Paulo Jovio (De los claros varones ): «En la actualidad, sin duda alguna, ante todo el cordobés Juan de Sepúlveda, distinguido con las más altas alabanzas, grave perito en lengua y ciencia».

Y Florido, en la apología que hace contra los calumniadores de la lengua latina, dice: «Juan de Sepúlveda, español, en nuestra época el filósofo y teólogo más celebrado».

Otros mil elogios se hallan de este doctísimo varón. Y, sin hacer agravio a nadie, fue el más excelente griego de su tiempo, y en la pureza y elegancia del latín tuvo raros que le igualasen. Verase bien en lo que tradujo de griego en latín, que fue la Metafísica de Aristóteles con el comentario de Alejandro, dedicado a Clemente VII. Todos los que saben de lengua se admiran de la linda traducción. Y en las epístolas que escribió contra Erasmo sobre algunas versiones que había hecho en el Testamento nuevo muy contra la fuerza de la palabra griega, como lo prueba evidentemente Sepúlveda. En historia escribió muchas cosas del emperador, principalmente las guerras de África y la historia del cardenal don Gil Carrillo de Albornoz, fundador de su colegio de Bolonia, con las constituciones de él y órdenes en latín tan puro y elegante, que entretiene el leerlo. Las epístolas familiares suyas corren parejas a las de Marco Tulio. También tradujo los Meteoros de Aristóteles, dedicolos al césar; y una oración en la que le exhorta a la guerra contra el turco; otro libro contra Erasmo, llamado Antapologia pro Alberto Pio, cuyo grande amigo fue; tradujo la (…) de Aristóteles y la comentó famosamente. Otro libro escribió, De correctione anni, al cardenal Cantareno; otro escribió, De justis bellis causis; otro, De fato et libero arbitrio, dedicado a don Juan de Toledo, obispo de Córdoba; otro, De ratione dicendi testimonium in causis occultorum criminorum; otro, De ritu nuptiarum et dispensationes; un Dialogus de honeste rei militari; y comentó a Aristóteles, De mundo.

Compuso un libro en que probaba podía con justicia el rey de España conquistar las Indias con guerra, con que después los gobernase en paz y justicia y les enseñase la fe de Cristo. No se lo dejaron imprimir en España porque fray Bartolomé de las Casas se le opuso, diciendo no se le podía hacer guerra para conquistarlos, sino por bien traerlos al evangelio. Hubo varias respuestas entre los dos que andan impresas, en que muestra el doctor Sepúlveda su gran ingenio. Creo no entendieron lo que él quiso decir, pues que el obispo Casas hace gran fuerza en las crueldades que hicieron los primeros conquistadores, que el doctor jamás quiso, ni permitió, ni aprobó. Dejo esta cuestión para que los teólogos la ventilen y cuándo es lícito hacer guerra, en las ocasiones en que hay obligación, que sí se puede, y si la hay por algunas causas que no son de historia.

Finalmente, fue hombre los más conocidos que hubo en el mundo en aquella era en griego, latinidad, humanidad, filosofía y teología. De esas cosas le comunicaban los doctos de la cristiandad (…).

El doctor Ginés de Sepúlveda nació en la ciudad de Córdoba de padres muy cristianos viejos e hidalgos. Tuvo un hermano famoso soldado en guerras del emperador Carlos V, llamado Bartolomé de Sepúlveda, un sobrino racionero de Córdoba y otra sobrina casada con don Alonso de Argote, caballero principal de Córdoba, de quien no hay noble sucesión. Estudió en Salamanca artes y teología, y llevó beca del colegio de Bolonia por oposición. Fue algunos años colegial y catedrático, y graduose doctor en teología. De allí le llevó a Roma el cardenal de Santacruz, protector de su colegio, y con autoridad apostólica hizole visitase y dejase impresas las órdenes y constituciones para su buen gobierno. En Roma leyó filosofía con salario público, y de allí le llevó el emperador Carlos por su cronista. Acompañó a su majestad muchos años y vino después a España y su patria Córdoba, donde los veranos se recogía a sus estudios junto a Pozoblanco, en una heredad amena que allí tenía. Acudía cada año a Valladolid cuando el emperador estaba por estas partes. Hizolo su majestad merced de alguna buena renta libre, porque deseaba siempre verse desocupado de negocios e iglesias por darse al descansado oficio de las letras, con el gusto de la soledad y de sus libros. Entretiene en sus cartas, pintando su heredad y vida que en ella tenía con admirable estilo y elocuencia. Tenía cartas de los hombres más sabios y más discretos del mundo, y respondía a ellas como se ve en sus libros de epístolas familiares, donde se verá el caso que de él hacían grandes príncipes de la cristiandad y alabanzas singulares suyas, una del cardenal Cantareno (epístola 28) y de otros.

Murió este gran varón en Córdoba. Vive su fama en el mundo y vivirá entre todos los hombres doctos.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera