Información sobre el texto

Título del texto editado:
“La vida de Lucio Apuleyo”
Autor del texto editado:
López de Cortegana, Diego (1455-1524)
Título de la obra:
Lucio Apuleyo del Asno de oro, corregido y añadido, en el cual se tractan muchas historias y fábulas alegres, y de como una moza su amiga por lo tornar ave, como se había tornado su señora que era gran hechicera, erro la bujeta y tornolo de hombre en asno
Autor de la obra:
Apuleyo, Lucio
Edición:
Sevilla: Jacobo Cromberger / Diego López de Cortegana, 1513 c.


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La vida de Lucio Apuleyo


Lucio Apuleyo, de noble linaje y en su secta platónico, fue natural de África, de una ciudad que se llama Orán, colonia y población de romanos, debajo del señorío del rey Sifas; la cual está asentada en los confines de Numidia y de Getulia, de donde el mismo Apuleyo confiesa ser medio númida y medio gétulo, y asimismo Sidonio le llama "Platónico de Orán." Su padre se llamaba Teseo, de los principales de la ciudad. La madre había nombre Salvia, excelente y honesta entre las otras dueñas. Su linaje y nobleza asaz paresce, según que el mismo Apuleyo dice descendir de aquel noble Plutarco queronense y de Sexto filósofo, sobrino de Plutarco. La mujer de Apuleyo se llamaba Pudentilla, adornada de todas las virtudes y hermosura que en una dueña pueden ser. Él era de buena estatura, los ojos verdes y el cabello rubio. Floresció en la ciudad de Cartago, seyendo procónsules Joliano Avito y Claudio Máximo, adonde en su mocedad él se empleó en todas las artes liberales y aprovechó mucho debajo de la disciplina de los maestros y preceptores cartagineses; de donde no sin causa él se alaba y predica ser criado de la ciudad de Cartago, a la cual llama "la celestial musa y venerable maestra de África."

Dende moró y estuvo en la ciudad de Atenas, de donde antiguamente se sacaban los ríos de todas las doctrinas, de los cuales él bebió gran cuantidad de todas las sciencias; conviene a saber, la fictión de la poesía y la limpieza de la geometría y el dulzor de la música, la austeridad de la dialéctica y el manjar celestial de toda la filosofía. En tal manera que con su grande estudio y sudor continuo alcanzó las nueve musas, que son nueve sciencias liberales.

Después se vino a Roma, adonde fue tan dado a la sciencia de la lengua latina que llegó a la cima y cumbre de la facundia romana. En tal manera que él fue habido y tenido igualmente por tan doctísimo cuan elocuente. Aquí fue ordenado y agregado en el número de los sacerdotes principales de Osiris, el cual se llama el Collegio sacro sancto, adonde, por mandado de aquel dios, él tomó cargo de abogar en las causas de los pobres.

Escribió algunos tratados y libros no menos doctos que elocuentes, de los cuales por negligencia de los tiempos pasados algunos son deseados y otros han parescido; así como cuatro libros que se llaman Floridos, en los cuales su florida facundia y olorosa doctrina maravillosamente deleita y aplace a quien lo leyere; asimismo la Oración copiosísima por la cual se defiende contra sus adversarios que le imponían crimen de magia, con tanta fuerza y vehemencia de doctrina y elocuencia que paresce que a sí mismo se vence. Escribió también un libro Del demonio de Sócrates, cuya auctoridad y testimonio allega el bienaventurado Sant Augustín en la Difinición de los demonios y en la Descripción de los hombres. Asimismo, escribió dos libros Del decreto y enseñanza de Platón, adonde lo que Platón escribió en diversos libros, Apuleyo recoligió breve y maravillosamente en aquellos dos tractados; escribió De cosmografía un libro, adonde no pocas cosas se contienen de los Metauros de Aristótiles y el Diálogo de Trimegisto.

Y estos once libros del Asno de oro, con tanta hermosura y tanta elegancia y diversidad de la narración que no hay cosa que se pueda decir más hermosa ni elegante, ni más florida ni más amable; en tal manera que con mucha razón se puede llamar Asno de oro, por el estilo cubierto de oro y limpia hermosura de su decir, comoquier que algunos le llaman "transfiguración o transformación," tomando argumento de la misma materia.

Y porque se acostumbra querer saber la intención del que escribió, es de saber que Apuleyo immitó y siguió en el argumento de esta su obra a Luciano, filósofo griego. Pero en este envolvimiento y escuridad de transformación paresce que quiso, como de paso, notar y señalar la natura de los mortales y costumbres humanas, porque seamos amonestados que nos tornamos de hombres en asnos cuando, como brutos animales, seguimos tras los deleites y vicios carnales con una asnal nescedad, y que no reluce en nosotros una centella de razón ni virtud; y en esta manera el hombre, según que enseña Orígenes en sus libros, es hecho como caballo y mulo, y así se transmuda el cuerpo humano en cuerpo de bestia.

Demás de esto, la reformación de asno en hombre significa que, hollados los vicios y quitados los deleites corporales, resucita la razón, y el hombre de dentro, que es verdadero hombre, salido de aquella cárcel y cieno del pecado mediante la virtud y religión, torna a la clara y luciente vida. En tal manera que podemos decir que los mancebos poseídos de los deleites se tornan en asnos, y después, cuando son viejos, esforzándose los ojos de la razón y madurándose las virtudes, apartada la figura de bestia, tornan a recebir la humana. Porque, según escribe Platón, entonces comienzan los ojos de la razón a ver agudamente, cuando los ojos del cuerpo deflorecen. Asimismo escribe Próculo, discípulo de Platón, que muchos hay en esta vida lobos y muchos puercos y muchos otros cercados de una forma de bestias brutas. De lo cual no nos debemos de maravillar, pues que en este lugar terreno está aquella maga Circes que transforma a los hombres en bestias, y esto es que cuando la razón está llena de olores terrenos y embriagada de placeres mundanos, tórnase como en bruto animal, hasta tanto que, gustadas las rosas (conviene a saber: la sciencia que es alumbramiento de la razón), cuyo olor suavísimo gustado, se torna en humana forma y razonable entendimiento, apartada de sí la gruesa cobertura de las cosas terrenales. E cierto que muy pocos hombres se hallan que estando revueltos en los vicios corporales vivan templadamente y sin perturbación alguna. También se puede referir esta materia de transmutación a los muchos trabajos y muchas variedades de la vida humana, en los cuales el hombre cuasi cada día se transmuda. Y porque estas prefaciones nos enseñan el argumento de la materia propuesta, dejando de más alargar en esto, vengamos a la lectión presente y argumento de ella.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera