A la muy magnífica señora doña Jerónima Palova de Almogavar
Si no hubiera sabido antes de ahora dónde llega el juicio de vuestra merced, bastárame para entendello ver que os parecía bien este libro. Mas ya estábades tan adelante en mi opinión que, pareciéndome este libro
bien
hasta aquí por muchas causas, la principal por donde ahora me lo parece es porque le habéis
aprobado;
de tal manera que podemos decir que le habés hecho, pues por vuestra causa le alcanzamos a tener en
lengua
que le entendemos. Porque no solamente no pensé poder acabar con Boscán que le
tradujese,
mas nunca me osé poner en decírselo, según le veía siempre
aborrecerse
con los que
romanzan
libros, aunque él a esto no lo llama romanzar, ni yo tampoco, mas, aunque lo fuera, creo que no se excusara de ello mandándolo vuestra merced. Estoy muy satisfecho de mí, porque antes que el libro viniese a vuestras manos, ya yo le tenía en tanto como entonces debía, porque. si ahora después que os parece bien empezara a conocelle, creyera que me llevara el juicio de vuestra opinión, pero ya no hay que sospechar en esto, sino tener por cierto que es libro que merece andar en vuestras manos para que luego se le parezca donde anduvo, y pueda después andar por el mundo sin
peligro.
Porque una de las cosas de que mayor necesidad hay do quiera que hay hombres y damas principales es de hacer no solamente todas las cosas que en aquella su manera de vivir acrecientan el punto y el valor de las personas, más aún de guardarse de todas las que pueden abajalle. Lo uno y lo otro se trata en este libro tan
sabia
y tan
cortesanamente,
que no me parece que hay qué desear en él sino vello cumplido todo en algún hombre, y también iba a decir en alguna dama, si no me acordara que estábades en el mundo para pedirme cuenta de las palabras ociosas. Demás de todo esto puédese considerar en el libro que como las cosas muy
acertadas
siempre se estienden a más de lo que prometen, de tal manera escribió el conde Castellón lo que
debía
hacer un singular
cortesano
que casi no dejó estado a quien no avisase de su oficio. En esto se puede ver lo que perderíamos en no tenelle. Y también tengo por muy principal el beneficio que se hace a la lengua
castellana
en poner en ella cosas que merezcan ser leídas, porque yo no sé qué desventura ha sido siempre la nuestra, que apenas ha nadie escrito en nuestra lengua sino lo que pudiera muy bien escusar, aunque esto sería malo de probar con los que traen entre las manos estos libros que
matan
hombres. Y supo vuestra merced escoger muy bien persona por cuyo medio hiciésedes este bien a todos, que siendo, a mi parecer, tan dificultosa cosa
traducir
bien un libro como hacelle de nuevo, diose Boscán en esto tan
buena
maña,
que cada vez que me pongo a leer este su libro, o, por mejor decir, vuestro, no me parece que le hay escrito en otra
lengua.
Y, si alguna vez se me acuerda del que le he visto y leído, luego el pensamiento se me vuelve al que tengo entre las manos.
Guardó una cosa en la lengua
castellana
que muy
pocos
la han alcanzado, que fue huir del
afetación
sin dar consigo en una
sequedad.
Y con gran
limpieza
de estilo usó de términos muy cortesanos y muy admitidos de los buenos oídos, y no
nuevos
ni al parecer desusados de la gente. Fue de más de esto muy fiel
tradutor,
porque
no se ató al rigor de la letra, como hacen algunos, sino a la verdad de las sentencias, y por diferentes caminos puso en esta lengua toda la
fuerza
y el
ornamento
de la otra. Y así lo dejó todo tan en su punto como lo halló, y hallolo tal que con poco trabajo podrían los defensores de ese libro responder a los que quisiesen
tachar
alguna cosa de él. No hablo en los hombres de tan tiernos, de tan delicados oídos que entre mil cosas buenas que terná este libro les ofenderá una o dos que no serán tan buenas como las otras, que de estos tales no puedo creer sino que aquellas dos les agradan y las otras les ofenden, y podríalo
probar
con muchas cosas que ellos fuera de esto aprueban. Mas no es de perder tiempo con estos, sino remitillos a quien les habla y les responde dentro en ellos mismos, y volvereme a los que con alguna apariencia de razón podrían en un lugar desear satisfación de algo que les ofendiese, y es que allí donde se trata de todas las maneras que puede haber de decir donaires y cosas bien dichas a propósito de hacer reír y de hablar delgadamente, hay algunas puestas por
enxemplo
que parece que no llegan al punto de las otras ni merecen ser tenidas por muy buenas de un hombre que tan avisadamente trató las otras partes, y de aquí podrán inferir una sospecha de no tan buen juicio ni tanta
fineza
del autor como le damos. Lo que a esto se puede
responder
es que la intinción del autor fue poner diversas maneras de hablar graciosamente y de decir donaires, y por que mejor pudiéramos conocer la diferencia y el linaje de cada una de aquellas maneras púsonos enxemplo de todas, y discurriendo por tantas suertes de hablar no podía haber tantas cosas bien dichas en cada una de estas que algunas de las que daba por enxemplo no fuesen algo más
bajas
que otras. Y por tales creo yo que las tuvo, sin engañarse punto en ellas, un autor tan
discreto
y tan avisado como este. Así que ya en esto se vee que él está fuera de culpa. Yo solo habré de quedar con una, que es haberme alargado más de lo que era menester. Mas enójanme las
sinrazones
y hácenme que las haga con una carta tan larga a quien no me tiene culpa. Confieso a vuestra merced que tuve tanta envidia de veros merecer sola las
gracias
que se deben por este libro, que me quise meter allá entre los renglones o como pudiese. Y porque hube miedo que alguno se quisiese meter en
traducir
este libro o, por mejor decir, dañalle,
trabajé
con Boscán que sin esperar otra cosa hiciese luego
imprimille
por atajar la presteza que los que escriben mal alguna cosa suelen tener en publicalla. Y aunque esta tradución me diera venganza de cualquier otra que hubiera, soy tan enemigo de cisma que aun esta tan sin peligro me enojara. Y por esto casi por fuerza le hice que a todo correr le pasase, y él me hizo estar presente a la postrera
lima,
más como a hombre acogido a razón que como ayudador de ninguna enmienda. Suplico a vuestra merced que, pues este libro está debajo de vuestro
amparo,
que no pierda nada por esta poca de parte que yo de él tomo, pues en pago de esto os le doy escrito de mejor letra, donde se lea vuestro nombre y vuestras obras.
Garcilaso de la Vega