Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Al lector”
Autor del texto editado:
[Águila, Antonio Jacinto del]
Título de la obra:
Rimas de don Antonio de Paredes
Autor de la obra:
Paredes, Antonio de (ca. 1590-ca. 1622)
Edición:
Córdoba: Salvador de Cea Tesa, 1622


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Al lector


La muerte de don Antonio de Paredes fue de muy justo sentimiento a los que le conocimos y tratamos, no solo porque, siendo de loables costumbres, murió en su más florida edad, sino porque en ella se perdieron frutos muy importantes de su ingenio: suerte infeliz que se experimenta en los mejores naturales. Y, así, bien a nuestro propósito, podemos aplicarle lo que dice Quintiliano llorando la muerte de un hijo suyo mancebo:

Iuro per illos manes, has me in illo vidisse virtutes ingenii, nom modo ad percipiendas disciplinas, sed probitatis, pietatis: ut prorsus possit hinc esse tanti fulminis metus: quod observatum fere est, celerius occidere festinatam maturitatem: et esse nescio quam, quoe spes tantas decerpat, invidiam, ne videlicet ultra quam homini datum est, nostra provehantur.

Por disminuir parte de este sentimiento, juntamos estas pocas reliquias de sus versos, en quien como en imagen propia lo consideramos presente. Que así Ovidio, estando desterrado, persuade a sus amigos no hagan retratos suyos, pues más fiel lo hallarían en sus obras:

Sed carmina maior imago
sunt mea 1 .


Y el poeta Ennio, sintiendo su muerte cercana, dice a sus amigos no se duelan de ella, pues vive mientras dura su memoria en las obras que compuso:

Nemo me lachrymis decoret, nec funera fletu
Faxit: nam volito vivus per ora vivum.


E, imitándole, Horacio:

Non ego, quem vocas,
dilecte Moecenas, obibo.
Absint inani funere nenia,
luctusque turpes, e querimoniae 2 .


Y, si el deseo de la sepultura nace de aspirar los hombres a la inmortalidad, aun en lo caduco de sus cuerpos, por donde se engendraron en los ánimos levantados pensamientos de edificar pirámides y mausoleos, los amigos no le podemos eregir a don Antonio más glorioso e inmortal sepulcro que la publicación de sus obras, en quien se vincula la fama debida a los espíritus levantados de los poetas, los cuales, despreciando lo vil y caduco de las riquezas y el oro, solo se inclinan al buen nombre y fama duradera.

Y no solo en esto cumplimos con la piedad debida al difunto, sino con la obligación que tenemos de acrecentar la gloria de la nación y patria, las cuales se honran mucho con los escritos de los poetas, que, como ingenios más divinos y raros, y por la dulzura milagrosa de sus obras, son más estimados y conocidos en el mundo. Y confimome este pensamiento veer que cada día se imprimen nuevas obras de poesía y que entre ellas son muy raras las que merezcan ser estimadas, y que los ilustres ingenios y hombres doctos de nuestros tiempos que pudieran imprimir sus escritos con gloria de la nación no permiten salgan a luz. Y, así, después de su muerte, se olvidarán, o no habrá persona que con cuidado y fidelidad las disponga y publique. Juzgando, pues, el espíritu y natural de don Antonio de Paredes por excelente en la poesía, no me atreviera con todo eso a publicar alabanzas suyas si los mejores poetas y críticos nuestros no me hubieran dado su voto. Y, así fiados en su censura, bien podemos reírnos del gramático supersticioso y del plebeyo indocto que solo aprueban lo fácil y vulgar, y muerden lo que no entienden:

Plotius, et Varius, Moecenas, Vergiliusque,
Valgius, et probet hac Octavis, etc.
Demetri, teque Tigelli
discipulorum inter iubeo plorare cathedras 3 .


Tiene, pues, don Antonio de Paredes todas aquellas partes y gracias que son necesarias en la poesía y que más lucen en ella, como belleza y hermosura en las voces, en las frasis, en los pensamientos, y contextura de los versos, en lo cual dijeron algunos consistía el fin del poeta, y por quien se hicieron tan dulces y agradables los poetas italianos 4 . Tiene armonía y gala en los números, y es tan excelente en esta propiedad, que casi siempre que leo sus versos siento en el ánimo cierta fuerza y dulzura que me mueve, deleita y suspende. Tiene en los versos gravedad, llenura y espíritu.

Tiene modos y frasis poéticas con que adorna y viste aun las materias más humildes por maneras peregrinas y elegantes. Y cuando alguna vez aspira a estilo heroico y sublime retoca la oscuridad con hermosura y templa con la modestia de su juicio la hinchazón en que cayeron muchos por levantarse con flacas fuerzas y menos prudencia a esfera superior de estilo. Tiene dulzura y suavidad grande en los versos, con que regala los ánimos, por la cual virtud fueron principalmente alabados los mejores poetas, como Orfeo, Homero, Píndaro, Anacreón, etc. Y, juntamente, guarda con ella los nervios y así junta una templanza como de virtudes contrarias, porque es dulce con nervios, levantado y modesto, grave y venusto, figurado y cándido. Al fin, alcanza aquellas calidades que Escalígero 5 dice son el ánima de la poesía: nervios, números, candor y venustidad.

Tiene, pues, venustidad y gracia en el decir, la cual virtud es tan propia de la poesía, que fingieron los griegos andaban siempre las musas en compañía de las gracias. Esta alcanza casi por los caminos que la dulzura, como por los epítetos galanos, por los hipérbatos o transposiciones y por la contextura y engace de las dicciones, con que se hace la oración grave, elegante y venusta. De modo que la pudiéramos aplicar lo que dice Lucilio del poeta Albucio:

Quam lepide lexeta compostoe, ut tesseruloe omnes,
arte, pavimento, atq; emblemate vermiculato.


Tiene también, para conciliar las gracias, hermosura y copia de antítetos, que son dos contrarios con relación; usa de las repeticiones, como:

Si es peligroso el mar, si la marina
tan peligrosa fuera.


Y adórnase de otras figuras y esquemas, que son luces y flores bellas y suaves en la poesía. Repítalas por mí Cicerón 6 :

Nam & geminatio verborum habet interdum vim, leporem alias: & paulum immutatum verbum, atque deflexum, & eiusdem verbi creba, tum a primo repetitio, tum in extremum conuersio: & in eadem verba ímpetus, & concursio, & adiunctio, & progressio, & et eiusdem verbi crebius positi quadam distinctio, & revocatio verbi, & illa quoe similiter desinunt, aut quae cadunt similiter, aut quoe paribus paria referuntur; aut quac sunt inter se similia. Est etiam gradatio quaedam, &; conversio, & verborum concinna transgressio, & contrarium, & dissolutum, &c. Haec enim sunt fere atque horum similia, vel plura etiam esse possunt, quoe sententijs orationem, verborumque conformationibus illuminent.

Casi esto mismo repite Quintiliano, lib. 9, c. I, y Aristóteles, lib. 3, Ret., cap. 9. Estáncon tanta copia derramadas estas flores por todas las obras de don Antonio de Paredes, que tuviera por trabajo superfluo el enseñarlas.

Es, pues, tan excelente nuestro poeta, que en las academias de Madrid le compararon en el espíritu de los versos a Torcuato Tasso, y así dijo Miguel de Cervantes, alabando también otras virtudes suyas: 7

Este es un caballero de presencia
agradable, y que tiene de Torcuato
el alma sin ninguna diferencia.
De don Antonio de Paredes trato,
a quien dieron las musas, sus amigas,
en tierna edad anciano ingenio y trato.


Era semejante al Tasso, no solo en el garbo de los versos y elegancia de los números, sino en la gala, frasis y ornato de estilo. Porque los italianos llamaban al Tasso gigante di miniatura, que es varón excelentísimo en iluminar, porque, aunque sus conceptos eran buenos, el primor de sus obras consistía en los colores y luces con que las adornaba, ya de figuras, ya de números, y de otros modos pertenecientes a la elocución y ornato poético. También dicen algunos buenos críticos que don Antonio le da mucho aire a Tibulo por lo culto, puro, fácil y numeroso que ambos tienen. Juntamente con estas lumbres y adorno en el decir, no carecía de afectos, sentencias morales y viveza de conceptos. Y solo parecerá lo contrario a los que, arrebatados de lo dulce, numeroso y ataraceado del estilo, no atienden a los pensamientos que viste y esconde.

Todas estas virtudes y excelencias pueden cubrir algunas culpas ligeras en las obras de don Antonio, o, si no, escúselas la suerte infeliz que impidió la sazón de su ingenio y la última lima de sus versos:
Emendaturus, si licuisse, erit.





1. Lib. I, Tristia, eleg. 3.
2. Lib. 2, ode VII.
3. Horatio, lib. I, saty. II.
4. Fracastorio in Dialogo de Poetica.
5. Lib. 6 Poet., c. 3.
6. Lib. 3 De Orat.
7. Cap. del Viaje del Parnaso.

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera