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Título del texto editado:
“El licenciado Isidro Flórez de Laviada a quien leyere”
Autor del texto editado:
Flórez de Laviada, Isidro
Título de la obra:
Ocios del conde don Bernardino de Rebolledo, señor de Irián. Tomo primero de sus obras poéticas, que da a luz el licenciado Isidro Flórez de Laviada...
Autor de la obra:
Rebolledo, Bernardino de (1597-1676)
Edición:
Amberes: Oficina Plantiniana, 1660


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El licenciado Isidro Flórez de Laviada a quien leyere


En el tiempo que tuve a mi cargo los papeles del señor conde don Bernardino de Rebolledo, le vi en los trabajos dar mucho que admirar a la constancia y en los ocios a la erudición. De un gran volumen que tenía este título, cedí diez años ha algunos asuntos a la importunidad del impresor; después, dio el autor a luz obras de más peso. Ahora, solicitado yo de los estudiosos de la pureza de la lengua española, me he resuelto a reducir lo impreso y manuescrito a tres tomos, en que se hallará suficiente instrucción para dirigir a la virtud todas las acciones de la vida humana. Va el primero dividido en cinco partes; precede la que se había impreso ya, que lo más de ella se reduce a un honesto arte amandi y erudito remedio amoris. La segunda contiene diferentes asuntos, jocosamente tratados; juntáronse a instancia de una gran dama que gustó mucho de ellos y van en la forma que estaban, quitándoles algo que no poca gracia les quita y sin declarar las alusiones a sucesos particulares, que les daban mucha en el tiempo que se escribieron. La tercera es una tragicomedia estudiosamente trabajada; diole este nombre su autor por ser las persones trágicas, pero no el caso, conforme el precepto de Aristóteles en la Poética, que obedeció también Plauto en su Anfitrión.

La antigüedad parece que señalaba un año al caso de un poema épico, o heroico, y a un dramático, trágico o cómico veinte y cuatro horas, conque los más de estos últimos argumentos ahora parecen frívolos o mal digeridos, y en nuestra lengua han sido infelizmente imitados, como se vio en La casa confusa del señor conde de Lemos, don Pedro, y en Las Firmezas de Isabela de don Luis de Góngora, por no hablar de autores menos estimados; y aun Torquato Tasso (tan dignamente celebrado) parece que tocó en este escollo, pues en toda su Aminta no pudo introducir paso en que hablasen el galán y la dama, refiriéndose todo por relaciones. Y en su Tragedia de Torismondo, que sucede en Noruega, hace que en un mismo día se formen castillos de nieve sobre el mar helado para combatirlos y defenderlos por fiesta y se cojan olorosas flores para adornar el templo, cosa bien ajena de aquel clima.

Hoy desea el auditorio tanto caso en cualquiera representación, que se han reducido a entremeses los de que usaba la comedia antigua, y así ha sido forzoso darle algunos meses de tiempo; no años o siglos, como con gran impropriedad comúnmente se hace. Fue también forzoso mudar de unos lugares a otros el teatro, pero la razón pide que nunca sea a parte muy distante ni en un mismo acto; sino después que la música, baile o entremés, haya significado intermisión de tiempo. Fáltase también ordinariamente en el decoro de las personas, conformidad de los tiempos y puntualidad de la cosmografía, dando con todo no poco que reír a los estranjeros. En este poema hallará quien con atención le observare todo el arte que en nuestro tiempo pide una representación española, opinión que también han seguido algunos autores franceses, en particular Scuderi, conociendo que las mudanzas de los tiempos la hacen también en el arte.

La cuarta parte contiene las Selvas Dánicas, poema que ha sido ya impreso y alabado de todos los doctos. Y la quinta, algunas obras morales y de devoción, tan elegantes como provechosas. A instancia del impresor añadí al fin de cada parte una epístola, o discurso en prosa, todos de tan buen gusto y tanta erudición, que, aunque hacen mayor el volumen, no le harán más pesado.

El segundo tomo será de la Selva Militar y Política, que imprimió el autor el año de cincuenta y dos, dirigida al serenísimo rey de romanos, don Fernando cuarto, que la estimó como la obra merecía, escribiéndole esta carta.

Al conde de Rebolledo, embajador del serenísimo rey católico al de Dinamarca

Amado conde de Rebolledo, he recebido con mucho gusto vuestro libro intitulado Selva Militar y Política, que me habéis dedicado. Agradeciéndoos mucho el buen celo que mostráis en todo, yo lo estimo como es razón y deseo que se ofrezcan ocasiones en que podáis esperimentar efectos de la benevolencia y benignidad con que os quedo propenso. De Praga, a 25 de setiembre de 1652.

Fernando.

Ilustró el autor de nuevo esta obra, que tan celebrada ha sido, para que aprendiese en ella las primeras letras el príncipe nuestro señor, a quien de nuevo la ha ofrecido.

El tercero tomo será de la Selva Sagrada, dedicada a la majestad del rey nuestro señor; la Égloga y Elegías sacras, a la señora reina Cristina de Suecia, cuando se convirtió a la religión católica; y el Idilio Sacro, a la majestad de la reina nuestra señora doña Mariana de Austria. Obras nunca bastantemente alabadas de los que tienen letras bastantes para conocer el primor de ellas, con que, sin de tenerme en esto, pasaré a dar alguna noticia del autor a los que estando sin ella desean tenerla.

Sus padres, don Jerónimo de Rebolledo, señor de Irían, y doña Ana de Villamizar y Lorenzana. La antigüedad de la casa de Rebolledo, de que estos señores lo son, traen algunos desde antes de la invasión de los árabes, hallando apoyo en los lugares de este nombre que se cobraron en el principio de la restauración. Otros le dan origen en la batalla de Clavijo, en que, muerto el alférez real don Lorenzo, hijo de don Gutierre, conde del Bierzo, fundador de la ilustre casa de Lorenzana (según la Corónica de la antigua nobleza de Galicia y fray Atanasio de Lobera en las Grandezas de León ), se recogieron las reliquias del destrozo al pendón del señor de Villalobos, que hoy se conserva con sus armas en aquella ciudad, por haber militado debajo de él el apóstol Santiago, que se apareció al rey y le animó a volver a pelear el día siguiente, en que se ganó tan célebre victoria. Dicen que un caballero, después de haber roto su lanza y espada, con el tronco de un roble, que aún en el lenguaje de aquellas montañas se llaman rebollos, mató tres caudillos moros y ganó este apellido y armas.

Unas memorias de Pedro Feijo, que se llama coronista del rey, refiriendo el mismo caso, le atribuyen a la batalla de Simancas. De tiempos tan antiguos, aun los sucesos de los reyes padecen invencibles dudas; ¿qué harán los de los particulares? Algo de esto parece que toca el previlegio Imperial.

Papeles he visto, de que se hace mucha estimación, que les dan por origen unos antiguos condes en Ruconia, o sea Rioja, como los más quieren, o Reinosa, adonde se conservan aún memorias muy lucidas de los de este apellido, y entre otras el convento de San Francisco, fundación suya, como consta por diferentes escrituras, y lo muestran en todas partes las armas con el roble y bellotas y las estrellas por orla, que los señores de esta casa siempre han traído, y se ven en los libros de las armas de la nobleza de España que mandó hacer el rey don Juan el segundo. Aunque allí las estrellas son trece, como las de los Salazares, redujéronlas estos señores a cinco por algún casamiento, cosa muy usada en España. Los Sandovales, por el que hicieron con la casa de Quiñones, orlaron con sus armas; y los Villamizares, con las de los Guzmanes.

Hacen mención los papeles citados del testamento de un conde don Rodrigo, otorgado era de 815, que es año de 777, y de otros de sus sucesores, hasta el que murió en la batalla de Uclés, en tiempo del rey don Alonso el Sexto, que ganó a Toledo y siempre se llamó emperador de la ciudad de León, como consta por muchas escrituras que trae la corónica y historia de los cinco reyes; baste referir una, señalando para su entierro el real convento de Sahagún:

Elegit ut post mortem meam ibi tumulatus requiescerem quatenus qui in vita nimio amore dilexi etiam difunctus foverem Datum hoc testamentum die Sabatum et idus decembris era M.C.XVIll Adefonsus legionensis urbis totiusque Hispaniae Imperator.

Fue aquella ciudad de las primeras que se poblaron en España con el nombre de Sublancia. Bajáronla en tiempo del emperador Trajano del monte (dos leguas distante) al sitio que hoy tiene, y, haciéndola colonia romana, tomó el nombre de la legión que la presidió. Desde entonces, se ha conservado en ella la verdadera religión, ilustrada con grandes ejemplos de santidad, de que solo referiré por único en el mundo el de su natural el valeroso centurión san Marcelo, que él y su mujer, doce hijos y una hija, padecieron martirio en tiempo de Diocleciano y los celebra la Iglesia. Gloriosa familia que igualó en la constancia, excediendo tanto en el número, a la de los siete Macabeos, de que las sagradas letras hacen mención. En tiempo de los romanos fue cabeza de Cantabria, Galicia y Asturias, y después, corte de los reyes suevos, que las dominaron, de cuya conquista se preciaron tanto los godos, que quiso Leovegildo que tomase su nombre y el león por armas. Fue el primer reino restaurador de España, a quien todos reconocieron, y así le daba dignamente este gran rey el nombre imperial, cuya corona tomó en ella su nieto, aunque, por estar más a la frontera, pasó la corte a Toledo. Y, como unas pérdidas se siguen a otras, sus sucesores antepusieron años después el título de reyes de Castilla al de León. Así descaece todo lo que llegó a la mayor grandeza.

Desde el tiempo de este rey no hacen los papeles que digo más mención de condes, y poco después cesaron en Castilla. A esto parece que miró la empresa que el de Rebolledo añadió a las armas, dando a entender que había resuscitado esta dignidad en su casa, que se conservó siempre con gran lustre, aunque perdió muchos heredamientos en las turbulencias del rey don Enrique el Segundo, por haber seguido el partido más fiel y menos dichoso, como se colige de las historias de aquel tiempo y de la defensa que en el nuestro hizo del rey don Pedro el señor conde de la Roca. Padeció el último daño en las de los Infantes de Aragón, si bien trasladaron el apellido lucidamente a aquel reino y el de Valencia, que los de Cataluña y los que de Navarra pasaron pocos años ha a Francia; antes habían salido de Castilla. El árbol que de esta casa está haciendo persona de grandes noticias y que sin duda saldrá a más luz la dará de todo.

Aunque en las paces se capituló el volver sus heredamientos a los Rebolledos, fue cláusula de mayor lucimiento que efecto; también los Sandovales, incluidos en ellas, se quedaron sin Castrogeriz, que había pasado a otro dueño. Gozaron estos señores siempre el título de ricos hombres, como se prueba con diferentes previlegios y con haber admitido a don Rodrigo de Rebolledo luego al brazo de los ricos hombres de Aragón, donde no se admitía a ninguno que no lo fuese, ni hoy se admite, sino a hijos de grandes o títulos. Y que entró luego consta por los papeles y registros que refiere Zurita en las Cortes de Zaragoza del año 1460. Quedaron estos señores, con lo que se pudo cobrar de la borrasca, en las montañas, sepulcro de la más segura y menos dichosa nobleza. Conserváronla casando más ilustre que ricamente, como se ve en el árbol de costados, que saldrá con el del apellido. La casa de Villamizar, en que ha entrado la de Luis Quijada, señor de Villagarcía, se cree que deciende de un infante de León, como lo muestran las armas, sus antiguas casas inmediatas al palacio de los reyes, su entierro en iglesia de fundación real, al lado del evangelio, estando al otro el de una infanta. Desde Nicolás de Villamizar, maestresala del rey don Juan el Segundo, tampoco han salido de los límites de León, cosa que hace los linajes menos conocidos que otros, que no son tan ilustres, y que me ha obligado a ofrecer estas leves noticias a la curiosidad del letor.

Desde sus primeros años, en el de 1611, se dedicó el conde de Rebolledo a las fatigas militares, que hasta este de 1660 ha continuado, habiendo pasado por todos los puestos, de alférez a general, con servicios que dieran bastante materia a mayor volumen. Cierto de que no espera ningún premio, dejaré de referirlos, mas no de acordar sus peregrinaciones, prometiéndome que parezcan bastantes, y más si consideran sobre las heridas y achaques que causan.

Por estar la Monarquía sin más guerra que la que por mar se hacía al turco, pasó de León, su patria, a Pincia o Valladolid, sobre el rio Pisoraca, hoy Pisuerga, a voto de los autores estranjeros la más hermosa de las ciudades de España y aun de Europa; a Segovia, al nacimiento del rio Areba, en las faldas de los montes que los antiguos llamaron Solivios, que dividen las dos Castillas, insigne por su acueducto, que se cree obra de Trajano; a Toledo, sobre el Tajo, poblada, según algunos, por Nabucodonosor, con Escalona, Yepes y Maqueda, puesta por Fulvio Nobilior en la obediencia romana, famosa corte de los reyes godos y emperadores de España; y, atravesando la Carpentania, a embarcarse en Denia, que debe el nombre al templo de Diana, cerca del promontorio Artemiso o Tenebrio , hoy cabo Martín; y, pasada la boca del río Sucro o Júcar, a Valencia, cabeza de los edetanos y del reino a que da nombre, sobre el Turia, que con voz arábiga llaman Guadalaviar; a los Alfaques de Tortosa, reliquias de la antigua Iberia; a Tarragona, fundada por Tubal y engrandecida por los Escipiones para cabeza de la Celtiberia y plaza de armas contra los cartagineses; a la boca del río Rubricato; al monte de Júpiter, escala de Aníbal; a Barcelona, población de los barquinos; a Rosas, colonia de los rodios, que uno mesmo es el nombre; al promontorio Afrodisio, que le tomó del templo de Venus Pirinea, hoy cabo de Creus.

Pasando el golfo que llamaban los antiguos Seno Gálico, a Marsella, población de los focenses desde el tiempo de Ciro y escuela de las letras griegas a los romanos; a Génova, puerta de Italia que destruyó Magón y restauró Lucrecio, insigne por su puerto y murallas, en que la naturaleza se ve oprimida del arte; a Afrodisio, puerto de Venus, y al de la Luna, cerca del rio Magra, cuya antigua ciudad, hoy asolada, fue cabeza de Tuscia; a Populonia o Pomblín; a la Elba que los griegos llamaron Atalia; a su fuerte plaza de Cosmópolis, en puerto de Argos, ahora Ferraro; a los que aún tienen los nombres de Telemón y Hércules; al promontorio de Circe, insigne en Homero, y la isla de Ponza, memorable por la batalla en que se perdieron los reyes de Aragón y Navarra, y se señaló tanto Rodrigo de Rebolledo, ascendiente de los señores marqueses de Ariza; a Gaeta, que conserva el nombre desde el tiempo de Eneas, pero no la capacidad del puerto que abrió Antonino Pio; a Miceno y Seno Lucrino, al lago Averno y reliquias de Cumas, llenas de antigüedades; a Puzol, colonia Augusta Neroniana, y a Parténope o Nápoles, cuya apacible variedad de objetos es sirena de todos los sentidos.

Estuvo en las principales poblaciones de la Campania Felice o Tierra de Labor, de la de Bari, que fue la antigua Peucecia, de Pulla, Lucania y Abruzo, adonde los sannites domaron infelizmente los romanos, y, en diferentes viajes, en Capri, favorecida de Augusto y corte de Tiberio; en Salerno, a quien dan nombre los pequeños ríos Erno y Sala; en Amalfi, patria de Flavio, primer inventor del uso del imán, y sagrario de las reliquias del apóstol san Andrés; en el promontorio Palinuro, epitafio del piloto de Eneas; en Policastro, que da nombre a aquel golfo; en el antiguo Trofeo, hoy Turpia, y su vecino puerto de Hércules; y, pasando los peñascos de Scila y Caribdis y el Faro, división de las dos Sicilias, de que tomó el nombre Reggio, hoy Rijoles, fundación antigua de Eolo, poblada por los de Calcedonia y ilustrada por Julio César. En la costa de la Magna Grecia vio a Calipso, que Homero llamó Ogigia, no la del mar de Fenicia o Siria, como inadvertidamente algunos pensaron, sino la que todos sitúan no lejos del cabo Lacinio, hoy de las Colunas, de quien dice Virgilio en el libro 3 de la Eneida: Hinc sinus Herculei si vera est fama, Tarenti cernitur attollit se diua Lucinia contra. Estuvo en Cotrón, escuela de Pitágoras; en Taranto, cabeza de los salentinos y patria del filósofo Arquitas; en el promontorio o cabo de Leuca, hoy de Santa María, en Idrunto o Otranto, y vio una y otra costa del mar Adriático, y en el Jonio las de Epiro o Albania, y a Corcira, hoy Corfú, las bocas de los ríos Aquerón y Aqueolo; a Duliquio o Ítaca, patria de Ulises, la Cefalonia, llamada así por cabeza de las islas circunvecinas; y en el golfo que ha sido teatro de las mayores batallas; a vista del estrecho de Corinto, las Equinedes o Corzolares, en que fingen los poetas que fatigaban a Fineo, rey de Arcadia las arpías; las Estrofades, a que se retiraron, hoy Estribalias; el Zante o antigua Zacinto, cuyos moradores fundaron mucho antes del viaje de los argonautas a Sagunto, hoy Monviedro, en España; el Prote o Prodano, de frente de Pilo, patria de Néstor, ahora Navarino; las bocas de los famosos ríos Peneo y Alfeo, el golfo de Mesenia o de Corón, en que desagua el Panisio, hoy Pirnaza, el promontorio Tenario, término del mar Jonio.

Entrando en el Egeo, la isla del Cyrico o antigua Citeria, en que estuvo el famoso templo de que tomó Venus este nombre y de donde robó Paris a Elena; la costa de Lacedemonia y su río Eurota, ahora Basilipatamo, el promontorio Malio, el golfo de Argos, ya de Nápoles, en que entra el rio Inaco; la isla de Céfira o Melos, hoy Milo, a donde fueron agasajados él y otros caballeros de la armada católica del cadí que la gobernaba por el Turco, teniendo por más seguro recibirlos de paz que ponerse en defensa. Pasó el golfo de Aquenas, y llegó en el Euripo cerca de la boca del Asopo, bojó por la parte exterior lo más de la isla Euboea o Negroponte, a donde nació el poeta Orfeo, у murió el filósofo Aristóteles. Estuvo en la de Andros, que rechazó la petición de Temístocles, mas no el castigo de Alcibiades; en Áulide, donde se juntó la armada griega para ir contra Troya; en Sciro, donde estuvo disfrazado Aquiles en casa del rey Licomedes; en Delos, fabulosamente ilustre por lo que escriben de ella los poetas; en Padmos, verdaderamente insigne por lo que san Juan escribió en ella; en otras de las Cíclades, y en diferentes partes de Asia en que desaguan los ríos Meandro, Caistro, Hermo y Caico.

Corrió las islas de África Fabiniana, Lampadosa, Pantanalea y Melita o Malta, insigne baluarte de la cristiandad por su fortaleza y por el valor de los caballeros que la defienden, y desde la antigua Marmárica, ahora Barca, hasta la Mauritania, reino de Fez, tomando tierra en la Sirte menor, en Susa, en el cabo que conserva el nombre y reliquias de Cartago, y en el que estuvo Siga, corte de Sifaz, rey de Numidia.

Pasó en España al sitio de la antigua Lucencia, sobre el río Tader, hoy Guadalatín; a Virge o Vera, a Murgis la marítima, hoy Muxacra; y, doblando el promontorio Caridemo, a quien dieron nombre las ágatas que en él se hallan de cabo de Ágata, a la antigua Abdera, reedificada en el puerto que se llamó Magno, por el rey Amalarico con nombre de Almería; a Malaca, hoy Málaga, poblada de los fenices y saqueada de Craso; a Heraclea, hoy Gibraltar, en el monte Calpe, una de las columnas de Hércules, opuesta al Abila, que es la otra, cerca de Ceuta; a Carteya o Tarceso, fundada por los focenses de Asia, que dio nombre al estrecho, insigne por la batalla en que Osiris mató a Gerión, primera colonia de romanos en España, hoy Tarifa, del nombre del capitán árabe que se fortificó en ella; a Cádiz, poblada por los fenices, a quien la quitaron los cartagineses, de cuya lengua tomó el nombre, que significa dique o reparo, celebrada en la antigüedad por las muertes que en ella dio a los Geriones Hércules y por su templo, que despojó César; al puerto a quien dio nombre Menesteo ateniense, hoy de Santa María, en la ribera del río Lete; al Fano del lucero san Lúcar, escala del comercio de las Indias; a la colonia Julia Romana Hispalis, sobre el río Betis, que también tomó el nombre del Héspero o lucero de la tarde, o, según san Isidoro, de los palos en que le aseguró su fundamento (de que se ríen los que poco después dan la mesma etimología a Estocolmo), dominada largo tiempo de los selingos, de que pudo tomar el nombre de Sevilla.

Fue por tierra a la antigua y fuerte Carmena o Carmona, refugio de Sergio Galba roto de los lusitanos, fiel después de la muerte al rey don Pedro; a Astige o Augustafirmia, colonia romana sobre el río Singulis, hoy Écija y el Genil; a Córdoba, que, habiendo mudado sitio por llegarse más al Betis, conserva el antiguo nombre y grandeza, ilustrada por Marcelo y hecha Colonia Patricia, silla del imperio de los africanos en España, patria de Séneca, Lucano y Osio; a Ilituriis, peligrosa a cartagineses y romanos, hoy Andújar, sobre Guadalquivir; a Mantua Carpentana o Madrid, corte del mayor monarca, en que se dice todo lo que fuera imposible decir de ella, de donde con poca detención volvió a Murcia, sobre el río Segura, cabeza de aquel reino, conquista del rey don Alonso el Sabio: llamaron los antiguos al rio Estabis, y a ella Murgis; a la tercer Cartago, fundada por Asdrúbal en los espartanos, que ya había fundado otra Amílcar, su suegro, en la Cosetania, parte de Cataluña, que es Villafranca o Cantavieja.

Enbarcándose, dobló el promontorio Sombrario, hoy cabo de Palos, y pasó a la isla que de los muchos pinos se llamó Pitiusa, hoy Ibiza, que no consiente ningún animal ponzoñoso, y a Ofiusa, poblada solo de ellos, como lo significa el nombre (llámase hoy Formentera), y a la antigua Ticuadra, patria del famoso Aníbal, Belcran o Conejera; a la mayor, Jinesia, llamada así por la desnudez de sus moradores, y Balear, por lo certero de sus tiros, que es lo que entrambas voces griegas significan, y a la menor, insigne por su puerto, a que dio Magón nombre; por haberlas vencido tomó Metelo el de Baleárico, hoy Mallorca y Menorca; a Cerdeña, a quien los griegos llamaron Ichnusa, voz derivada de Ichnos, que significa vestigio ( Sardinia. In Libico ſignat vestigia plantae ), y a ella y Córcega, las Sandalias de Italia, de donde le dan el nombre de Cerdeña, y otros de Sardo, hijo de Hércules; vio sus principales ciudades, Caller en el seno en que desembocan los ríos Calarite y Sepro, donde desbarató y prendió Tito Manlio Torcuato a Asdrúbal, general cartaginés; a Sacer, insigne por su acueducto, a Oristán, que se llamó Arbórea y antes Sulquio. Estuvo de asiento en Sicilia, patria de cíclopes y lestrigones, a quien la quitaron los sicanos o sículos españoles, fundaron los griegos en ella diferentes colonias, llamáronla Trinacria, y Homero, Isla del Sol; navegó sus costas desde el promontorio Peloro, hoy cabo de Faro; al Lilibeo en Marsala, poco distante de Trapana, sepulcro de Anquises, y al Paquino, hoy cabo Pájaro; vio la famosa Siracusa, cerca del rio Anapo, corte de tantos tiranos y patria del poeta Teócrito y de Arquímedes, insigne matemático; a Catania, en las faldas del monte Etna, más cerca del Peloro que del Paquino, pero distante toda la longitud de la isla del Lilibeo, cosa que notó mal alguno de nuestros mejores poetas; a la antiguamente tan opulenta Agrigento, a Paleópulis, que después se llamó Panormo, insigne corte de aquellos reyes; a Zancle, que, reedificada de los mesenios, la llamaron Mecina, y a las islas Lipárides o Vulcanias, que de Eolo, rey de Sicilia, tienen el nombre de Eólides, a quien los griegos llaman Efestiades.

Desembarcando en la región de los brutios o fugitivos, que por su fertilidad llaman en griego Calabria, fue a Cosencia, entierro del rey Alarico, que bañan los ríos Cratis y Buxento; a las reliquias de la antigua Pandosia, no lejos del río Aqueronte, en que mataron a Alejandro, rey de Epiro ; a las de Síbaris, que aún conserva su nombre, y por las montañas que, horribles más que basiliscos, se cree que le dan a parte de la Lucania, de Basilicata, si ya no le tomó del Emperador Basilio; a Posidonia, ahora Pesto, donde nacen rosas dos veces al año; a Nola, ilustre por las rotas de Aníbal y muerte de Augusto; a Capua, que se las ocasionó con sus regalos, cabeza de Campania, comparada a Cartago o Corinto, que, habiendo mudado sitio a la ribera del río Volturno, conserva el mesmo nombre, y de allí por la vía o calzada que tiene el de Apio Claudio, que la fabricó, a Roma, antigua silla del imperio del orbe, aun más gloriosa por serlo de san Pedro y de sus sucesores.

Habiéndose detenido lo que pedía la curiosa averiguación de tantas antigüedades, pasó a Narne, sobre el río Nera, fundada por Augusto de los despojos de los cimbros, nombrada por el puente que celebran Marcial y Procopio; a Spoleto, colonia romana y cabeza de la Umbria, que resistió a Aníbal y socorrió a Roma, ilustrada por Teodorico, destruida por sus godos, y vuelta a restaurar por Narsetes; a la antigua Asís, más insigne que por su templo de Júpiter pagano o el entierro de la reina de Chipre, por ser patria y sepulcro de san Francisco; a Tolentino, sobre el rio Chiento, donde reposa con gran veneración el cuerpo de San Nicolás; y, atravesando el Aperino, en la provincia Picenia, que tomó el nombre de su ciudad, situada a la boca del río Asontes, y ella de Pico, hijo de Saturno, o de la ave consagrada a Marte, que le fue de favorable auspicio; a Elbia Recina, hoy Requenate, adonde duran vestigios del gran anfiteatro, en la ribera del río Potencia; al devoto santuario de nuestra señora de Loreto, adonde obra Dios tantos milagros; a Ancona, cerca del promontorio Cimerio, en el mar Adriático, insigne un tiempo por su puerto, ilustrado de Trajano, cabeza de aquella marca y población de los siracusanos desterrados de Dionisio.

Pasando el rio Aesis, a la Colonia Senia, hoy Senogalla, sobre el Mise y de la otra parte del Metauro, donde vengaron los romanos la pérdida de Canas con la muerte de Asdrúbal Barquino y destruición de su ejército; al templo de la Fortuna, que aún conserva el nombre de Fano y el insigne arco dedicado al emperador Constantino; a Arimino, en la mesma costa, sobre el rio de su nombre, que ahora llaman Marequia, en que dura el puente obra de Augusto, como lo muestra la inscripción del arco triunfal de su entrada, donde se unen la vía Flaminia, que viene de Roma, y la Emilia, que pasa a Milán, que tomaron los nombres de los cónsules, que las hicieron por no tener ociosos los soldados, y la primera le dio a la provincia, que en tiempo de Carlo Magno se empezó a llamar Romania, y la segunda, a la Lombardía Cispadana; a Foro Livio, hoy Forli, entre los ríos Ronco y Montón; a Faenza, sobre el Amón o Anemo; a Foro Cornelio, hoy Ímola, entre los canales del río Santerno; a la antigua Felsina, poblada de los etruscos y ocupada de los boyos, de quien le quedó el nombre de Bolonia, insigne por su universidad, fundación del español Teodosio, que ilustró el glorioso santo Domingo con su doctrina, santidad y sepulcro, y el cardenal don Egidio de Albornoz, con un magnífico Colegio de Españoles; a Mutina, colonia de romanos, ahora Módena, situada entre los ríos Sequia y Panara; a Regio Colonia, fundada por Lépido sobre el rio Tarvey; a Parma, la antigua Crisópolis, fundada por Crisipo troyano, o, según otros, por los etruscos, sobre el río que la divide y da nombre, colonia de los romanos, que resistió dos años el cerco de Federico Segundo; a Placencia, también colonia, situada entre el Erídano o Po, y el Trebia; a Laus Pompeia, sobre el Ada, que tomó nombre de Pompeio Strabo, padre del Magno, que la ilustró, destruida de los milaneses y restaurada por el emperador Federico Primero, hoy Lodi; a la opulenta ciudad de Milán, situada en fertilísimo llano entre el Tesín y el Ada, de que pudo tomar el nombre, aunque son las opiniones tan varias, antigua cabeza de los insubres, ahora de Lombardía, y corte de los gobernadores de su estado; a Pavía, fundada por los cenomanos sobre el Tesín, de quien tomó antiguamente el nombre, corte de los longobardos, memorable por la batalla en que se perdió Francisco Primero, rey de Francia, y por ser depósito del cuerpo de san Agustín; a Antilia, ya Tortona por los tres dones o milagros que le atribuye la antigüedad: fue preso y muerto en ella el emperador Mayoriano, destruyola Federico Primero, y restauráronla los milaneses; a Serrabal, que tomó el nombre de cerrar el paso al Apenino o, a mi entender, del valle o río de Servia en que está situada, en Liguria, a quien dio nombre Ligur, hijo del egipcio Faetonte; a Savacia, que quieren que le tome de Savacio o Saturno, hoy Saona, que perdió el puerto que ha ganado Génova,

Embarcándose, pasó al Final, cabeza de uno de los siete estados que, con títulos de marqueses, dio Otón Segundo a siete hijos del duque de Sajonia, plaza importante y que aún lo fuera más si le abriera el puerto; a Albenga, en la ribera del río Merula, y en la del Rotario; a Albium Intermelium, hoy Veintemillas; a Mónaco, que aún conserva el nombre que le dio el quedar solo Hércules en ella después de haber desterrado los piratas, o el templo en que no había otro ídolo; al puerto Oliva, hoy de Villafranca, insigne por el trofeo de Augusto; a Niza, cerca del río Varo, término de Italia, colonia de los de Marsella, a quien dieron el nombre, que significa victoria, por la que habían ganado de los ligures, célebre por su anfiteatro y templos de Plutón y Aqueronte; a las islas de Titán que se llaman de la villa de Hieres, en la boca del rio Capeu, abundantes de coral; a las Pomas, donde tuvo su armada Junio Bruto, legado de César cuando el sitio a Marsella; a la torre de Bove, que nosotros llamamos de Ambúcar, y a su canal de las Martegues, a que hacen puente tres villas: la Isla, Ferrieres y Jonquieres.

Pasó por tierra a Arles, que los griegos llamaron Telina, sobre el rio Ródano, y no dividida de él, como en tiempo de Ausonio llegaba a ella el dominio de nuestros reyes godos; a Monte Pelusano, hoy Montpellier, que se tiene por la antigua Agatópolis, que alternaba el gobierno con Tolosa, más insigne por ser patria y estado de san Roque; a Bisiers, a quien Plinio llama Blitere septumanorum, sobre el río Obris; a Narbona, que dio nombre a la tercera parte de Francia, la primera colonia que fundaron en ella los romanos, llamada Decumana, de la legión décima, y Julia, por César, sobre el rio Atar, ahora Aude, que entra en el lago Ausonio o de Rubine.

Atravesando los Pirineos, que es más cierto haber tomado el nombre de su incendio o de los rayos que en ellos caen que de la ninfa Pirene, pasó a Perpiñán, ciudad principal de la Ceretania, hoy Cerdania, fundación de los penos o cartagineses, aunque otros la atribuyen a Perpena: reedificola Guinardo, conde de Ruisellón, sobre el rio de este nombre, de que le tomó la provincia, llamole la antigüedad Tetis, hoy vulgarmente Latet; al insigne convento y santuario de nuestra señora de Monserrate; a Lérida, sobre el Sicoris o Segre, antiguo teatro de militares tragedias; a Bílbilis, en la confluencia del río de su nombre y el Cojedo, que juntos forman el Salo, vulgarmente Jalón, y ella Calatayud, patria de Marcial; a Ariza, que los antiguos llamaron Arce, en los Arevacos; a Serguncia o Sigüenza, no lejos del nacimiento del rio Henares, que defendió el depósito de los celtíberos, a pesar de las armas de Catón; a Guadalajara, sobre el mesmo río, que Rasis llama Caraca; a San Lorenzo el Real, mauseolo de los monarcas de España, más insigne que el que labró a su hermano y marido Artemisa, reina de Caria; a Plasencia, poblada por el rey don Alonso el Tercero, a quien dio nombre la amenidad de su vera; a Salamanca, sobre el Tormes, que el Magini cree que se llamó Tacubi, y otros, Ermándica, destrozada por Aníbal, célebre madre de las ciencias por la insigne Universidad, que empezó a fundar el rey de León don Alonso el Noveno, y augmentó con la de Palencia su hijo, el rey don Fernando el Santo; a las Torres Silanas, hoy Tordesillas, sobre el río Duero; a la antigua Sarabris, hoy Toro, sobre el mesmo río; a Zamora, que los modernos juzgan ser Sentica, aunque los antiguos y diferentes concilios españoles la llaman Numancia; a las principales poblaciones de la Campania o Campos de los Godos; a Benavente, que resistió el sitio de los ejércitos de Inglaterra y Portugal; a la antigua ciudad de Astorga, insigne fuerza de los romanos y una de sus chancillerías; y, pasados los montes Narbasos, hoy de Arbas, en que se hicieron fuertes los suevos, a las más de las villas de Asturias, asilo de los cristianos en la invasión de los árabes.

Volviendo a Italia, estuvo en Alejandría, a la confluencia de los ríos Bormia y Tanar, que tomó el nombre de Alejandro Tercero, en cuyo tiempo se fundó, aunque primero la habían llamado Cesaria; en nueva Nueva Ara, hoy Novara, patria de Pedro Lombardo, maestro de las sentencias, donde vendieron los esguízaros a Ludovico Sforcia a los franceses, y los vencieron después en favor de Maximiliano, su hijo; en Cremona, sobre el Po, que se precia de fundación de Hércules con el nombre de Climene, destruida y restaurada por Vespasiano; en Guastala, plaza fuerte cerca del Po, sobre el río Crostolo; en Mantua, fundada mucho antes que Roma, en el lago que forma el Mincio, por Manto, hija de Tiresias o, según otros, por Oeno Bianor, rey de Toscana, celebrada de Virgilio, que nació en Andis, aldea dos millas distante, ilustrada de la condesa Matilde, cuyo sepulcro se ve en un suntuoso convento de San Benito, fundación suya; en Foro Fulvio, hoy Valencia del Po; en Casar, cabeza del estado que entre él y el Tanar se llamó Monteferaze, hoy Monferrato, insigne por su fortaleza y por las guerras que ha ocasionado; en Alba, sobre el Po, a quien Plinio da el nombre de Pompeya; en Asta Colonia Romana, vulgarmente Aste, sobre el Tanar; en Querasco, al mesmo río y cerca de las ruinas de la antigua Polenza; en Colonia Augusta Taurinorum, hoy Turín, a la confluencia del Po y la Dora, cabeza del Piamonte y corte de sus príncipes; en Sigusio, colonia pompeyana y puerta de los pasos de los Alpes Peninos y Cottes, abiertos por Aníbal y por Pompeyo, en que aún se reconoce el trofeo de Augusto, destruyola Constantino el Magno y después Federico Primero, es hoy Susa, a la entrada del río Sómer, en el Dora, corte de sus antiguos marqueses; entrando por el monte Cinicio o Monsenis en la región de los alóbroges, en que cae Saboya, cuyos antiguos reyes remitieron a Aníbal sus diferencias cuando venció la fiereza de la gente y de los Alpes, y sentenció en favor de Bronco, el mayor de los hermanos, pasó a Mauriana, sobre el río Larche, cabeza de aquel estado y entierro de Uberto, su primer conde, a quien la dio el emperador Enrique Tercero; a la Colonia Accensorium, que después se llamó Cularo de un legado de Diocleciano, y, ilustrada por el emperador Graciano, Granopulis, hoy Granoble, sobre el Isere, corte del parlamento del Delfinado, título de los primogénitos de Francia; a León, fundada por Ludos, rey de los galos, entre los ríos Ródano y Araris, hoy Sona, restaurada por Planco en tiempo de Augusto, quemada y reedificada de Nerón, gobernose por condes hasta que entró en la corona de Francia; a Clermón, la Augustonemetum de Tolomeo, según Escalígero, y, según el Magini, Gergovia, Sidonio la llama Auvergne, célebre por el concilio en que se decretó la guerra santa; a Limoges, sobre el rio Wiena, que muchos tienen por la antigua Ratiastum, aunque el sitio y nombre más conforma con el Limovicum de César, en cuyo cerco murió Ricardo, rey de Inglaterra; a Aquæ Augustæ, cabeza de los tarbelios, nombrada por sus baños, hoy Doux, sobre el río Dauve, hoy Doure.

Pasando el Badaso o Beovio que algunos antiguos llamaron Magrada, como el de África y Asia, término de España y Francia, a la región de los bárdulos, hoy Guipúzcoa, y a su principal villa, Tolosa, que algunos juzgan en el sitio de la antigua Paladia, a la entrada del rio Elduarzo, (que Jansonio llama Araxis, como al de Armenia) en el Orio; a Beisama, que se tiene por Seguisama, plaza de armas de los cántabros contra Augusto, y pasados los montes Candamios por la gruta con que los penetraron los romanos, facilitando lo inaccesible; a Victoria, que muchos, no reparando en la demarcación de Tolomeo, tienen por Belica, población principal de los cántabros, hoy ilustre cabeza de Álava, poblada por don Sancho el Séptimo, rey de Navarra; a Miranda sobre el río Ebro; a Lerma, sobre Arlanzón, lucida con las fábricas modernas que ya van pareciendo antiguas; a Aranjuez, insigne recreación de los monarcas de España, en la confluencia de los ríos Jarama y Tajo.

Volviendo a Francia, a Bayona sobre el río Atururs, hoy Douv, fundada por los boyos, que conserva el antiguo nombre y el dominio de los vascones franceses; a Chastellaraut, en el rio Wiene, cabeza de aquel antiguo ducado; a Blois, sobre el Liger o Loire, famosa por su acueducto y otras reliquias de la antigüedad; a Aurelia, hoy Orliens, sobre el Loire, fundada por los antiguos druidas, ilustrada. por el emperador Aureliano y cabeza de uno de los reinos en que repartieron la Francia los hijos de Clodoveo, hoy con título ducal herencia de los hermanos segundos de los reyes; a Estampes, sobre el río de su nombre, que otros llaman la pequeña Some, título de antiguos condes y después de duques; a Lutecia, en tiempo de César castillo en la isla que hace el rio Sequana o Seine, y hoy una de las más opulentas ciudades de Europa: tomó el nombre de París de los pueblos que dominaba, y ellos, como algunos creen, de los parrasienses asiáticos, compañeros de Hércules, famosa por su situación casi en el centro de Europa, por su Universidad y por ser antigua corte de los reyes de Francia; a Senlis, en la confluencia de dos pequeños ríos que entran en el Aesia, o Oyse, a quien dio el antiguo nombre de Silvetu la selva en que estaba, cuéntala el apendix de Eutropio por una de las principales ciudades de la Galia Bélgica, entrando en ella, o la Germania inferior, en que incluyeron tanta variedad de naciones los antiguos, que hoy se reducen a cuatro ducados, un marquesado, siete condados y cinco señorías, de que se componen las diez y siete provincias que se juntaron en Carlos, duque de Borgoña, y empezaron a dividirse en Filipe Segundo. Estuvo diferentes veces en sus principales ciudades, como en Cambray, que algunos quieren sea la antigua Samarobrina, principal cuartel del ejército de César sobre el río Skelde; en Buchain, a la mesma ribera, fundada de Pepino por la batalla que ganó de los ostrogodos, para cabeza del condado de Osterbant, que tomó el nombre de ellos; en Mons, que le toma del monte en que está situada, cerca del río Trulle: tuvo condes particulares, es hoy cabeza del país de Anonia o Henau, insigne por el capítulo de nobles canonesas fundado de santa Gertrudis, duquesa de Lorena; en Malbodium, sobre el río Sabis, hoy Maubuxa, y el Sambra, en que hay otro convento de canonesas, fundado por santa Aldegonda; en Landresi, sobre el mesmo río, quemada de los franceses el año de 1521 y 22, después de los imperiales nombrada por el socorro y retirada de Francisco Primero; en Arras o Retiacum, sobre el río Scarpa, cabeza de los atrebates, que lo fue un tiempo de Flandes y hoy lo es del País de Artoes; en Doay, sobre el mesmo río, que algunos, atentos a la denominación, tienen por Advatice, insigne por la universidad que instituyó con ella Filipe Segundo; en Gravelingas, que se tiene por Gesoriaco, en los Morinos, opuesta al puerto Icio de Cales, redificada por Teodorico de Alsacia sobre el río Aa y fortificada por Carlos Quinto; en Dunquerque, que tomó el nombre de la iglesia fabricada en sus dunas: fundola el conde Balduino el año de 966 (con ser difícil la entrada del puerto le hace memorable el daño que de sus bajeles han recebido los enemigos); en Ostende, aldea que se fortificó el año de 1578, y el de1601 se le puso el sitio que duró tres años, tres meses y tres días, en que de solos los sitiados murieron setenta y dos mil ciento y veinte y seis hombres; en Brujas, que tomó el nombre de las muchas puentes sobre los canales con que se comunica con Gante, la Inclusa, Blankenberg y Ostende, insigne por su gran comercio, cuyos moradores descubrieron las islas Casitérides, hoy de los Azores: nació en ella Filipe Primero; en Gante, a quien no halla Erasmo igual en Europa (préciase de fundación de César y patria de Carlos Quinto; tomó el nombre de los vándalos, en que ha mudado el tiempo algunas letras; forman en ella los ríos Skelde y Lieuve o Lise veinte y seis islas, en que se contaban treinta y cinco mil casas, que se comunican por cien puentes, y ella por los ríos con Amberes, Brujas y Dama, y con el mar por el canal que sale al Hont o fosa de Otón, cuya llave es la plaza que llaman el Saso); en Alost, fundada por los godos sobre el río Darue con el nombre de la situación al Oest o Oriente de Flandes, cabeza de la comarca que se solía llamar Bracantum, con título de condado; en Hulst, principal plaza del país de Was en la Flandes que llaman Imperial, entre dos canales que la juntan con el mar, patria de Cornelio Jansenio; en Rupelmunda, que tomó el nombre del río que cerca de ella le pierde en el Skelde, patria de Gerardo Mercator, a cuyo castillo llegó con una armada Jaquelina, condesa de Holanda, y sacó por fuerza a su marido, que el conde de Flandes tenía preso en él; en Dendermund o boca del río Dender, que entra cerca de ella en el Skelde, plaza que nunca el enemigo ha ocupado.

Pasando a Brabante (que se comprehendió antiguamente en la inferior Austrasia, llamada después Lotoringia), en Bruselas, que tomó el nombre de un burgo o castillo que los senones ingleses fundaron sobre el río Seone, digna corte de tan grandes estados y hospedaje de diferentes príncipes, pues solo en la renunciación del emperador Carlos Quinto hubo en ella siete reyes y reinas (comunícase por un canal con los ríos Rupel y Skelde, y por ellos con todas las demás villas); en Nivela, que llaman de las damas por un capítulo de nobles canonesas fundado por Getrudes. hija de Pepino; en Terlimón, sobre el rio Geete, antiguo cuartel de los romanos, como lo testifican sus murallas y los tres sepulcros o montes que le dan nombre, infelizmente memorable por las ruinas que ha padecido; en Diste, sobre el Démer, que fue de los duques de Cleves y ahora es de los príncipes de Orange; en Siken, en cuyo devoto santuario obra Dios tantos milagros; en Malinas, que de pequeños principios ha venido a grande esplendor: pasan juntos por ella el Démer y Dela, que le son de gran comodidad; es silla metropolitana, corte del Supremo Consejo y cuartel de la artillería; en Antuerpia o Amberes, en los Ambibarites, sobre el Skelde, que los antiguos llamaron tambien Tubada, que se cree que tomó el nombre alemán de Antorf o de la voz flamenca Aen de Werue, que significa ‘a la margen’, que del gigante y las manos cortadas no hay rastro en la antigüedad (es cabeza del marquesado del Sacro Imperio y ciudad que por la hermosura de sus edificios y igualdad de sus calles, fortaleza de su castillo y murallas, capacidad, seguridad y comercio de su puerto, no ha conocido igual en Europa); en Liera, en la confluencia de los dos ríos Neetes, en la fuerte plaza de Breda, sobre el rio Merk.

Pasando el Mosa, en la región que en tiempo de Augusto César ocuparon los sicambros, que de su ciudad Gelduba o de un castillo que mucho después se fundó se llama Geldres, en Ruremunda, que tomó el nombre del río Rura, que en ella entra en el Mosa; en Venlo, plaza que mostró ser fuerte en los dos sitios que resistió en tiempo de Carlos Quinto, y tan augmentada de fortificaciones se rindió en pocos días al señor infante don Fernando; en Geldres, sobre el rio Niers, que da nombre a la provincia, insigne por las veces que ha sido sitiada y socorrida; en la región de los menapios, en tiempo de Carlos Martel condado de Tuiterbande y ahora ducado de Cleves; en Goch, a la rivera del Niers, donde murió don Francisco de Moncada, marqués de Aitona; en Cleves, cabeza del estado y corte de los antiguos duques; en Jenep, que tomó nombre de un bosque de juníperos o enebros, a la entrada del Niers en el Mosa; en Kalker, cerca de donde echó Germánico el puente sobre el Rin, cuando pasó contra los marsos; en el fuerte a quien dio nombre Martín Skenke, que del servicio del rey pasó al de los Estados, situado en el ángulo de la Betua que divide el Bal del Rin.

En la región de los bruteros, en la fuerte plaza de Juliers, sobre el Rura, que da nombre a aquel ducado; en Aquisgrana, que le toma de los baños hechos por Sireno Granio en tiempo de Adriano, insigne por el sepulcro de Carlo Magno y por la coronación de los emperadores desde él hasta Carlos Quinto; en Nuis, sobre el rio Erpe, cerca de su entrada en el Rin, insigne por la resistencia que hizo a Carlos, duque de Borgoña, castigada por las armas españolas en tiempo del duque de Parma; en Colonia de los ubios, fundada por Agripa, ilustrada por Agripina, que por su grandeza y fidelidad alcanzó el nombre de Roma Alemana, que hoy merece por fu constancia en la religión; en Bona, fundación del tiempo de Augusto y corte de los electores arzobispos de Colonia; en Confluencia, donde entra el Mosa en el Rheno, insigne por su castillo, obra de romanos; y cerca de la pequeña isla de Pfalts, que da nombre al Palatinado; en Bachrach o Ara de Baco, a cuyo altar labrado en una peña en el fondo del Rin, que no se descubre sino los años muy secos, hacen gran fiesta los naturales prometiéndose muy feliz cosecha; en Vingen, fundación de los romanos a la entrada del rio Nalie en el Rin; en la antigua fuerza de Crucenac, sobre el mesmo Nalic, y en las villas del Huns Rụck o retirada de los hunos; en las ruinas de Ingeleim, que se precia de patria de Carlos Magno, célebre por su concilio; en Maguncia, cabeza del arzobispado y electorato, fundada por Druso en la ribera opuesta a la entrada del Meno en el Rin, de que se cree que tomó el nombre; en Bormes, célebre por las dietas que en ella se han tenido; en Manhein, fundada por los romanos a donde entra en el Rin el Nécar; y en todas las demás plazas del Palatinado inferior; en Spira, chancilleríą del Imperio, al desembocar del río de su mismo nombre en el Rin; en Keiserlauter, sobre el lago que da principio al rio Lauter; en Lanstul, que es lo mesmo que Silla del País; en Dospuentes, estado de uno de los Palatinos; en las plazas del rio Sara, que divide a Lorena de Alemania, desde donde entra en el Mosela hasta Sarbenden, cerca de su origen; en Diuce, sobre el lago do sale el rio Selma; en Falsburg, frontera de Alsacia; en Zaverna, fundada de los romanos y guarnecida de castillos para impedir las correrías de los alemanes, residencia después de los obispos de Argentina o Strasburg, bañada de los ríos Ill y Broch, que juntos con el Chinche entran cerca de ella en el Rin, insigne por su fortaleza, edificios, iglesia y torre; en la fuerte plaza de Brisak, de que hace mención el itinerario de Antonino y de quien toma nombre la Brisgovia; en la antigua Basilia, hoy Basilea, augmentada de las ruinas de la Colonia Augusta Rauracorum, dos leguas distante: divídela el Rin y recibe en ella los ríos Wies у Birsech, tiénese por la primera de las villas imperiales y es cabeza de un cantón de esguizaros; en Freiburg, que lo es de Brisgovia, situada en la falda de la Selva Negra, sobre el rio Eltz; en Baden y Turlak, cabezas de los estados de entrambos marqueses; en Filipsburg, mejor fortificada que defendida; en Pforzheim, a la confluencia de los ríos Entz y Nagold; en Tubingen, sobre el Nécar, nombrada por su universidad, cuyo primer rector fue Nauclero; en Wisensteig, sobre el río Wils; en Ulma, sobre el Danubio, a donde entran en él los ríos Blaur y Iser: tomó el nombre de los olmos que la cercaban cuando pequeña aldea, hoy ciudad imperial, insigne por sus edificios y fortificaciones.

Habiéndose embarcado en el Danubio, estuvo en Lauguingen donde entran en él el Brentz y Minder; en Neuburg, título del palatino, hoy duque de Juliers; en Ingolstat, insigne por su universidad у fortificaciones; en Ratisbona, donde entran en el Danubio el Regens y Nab, corte de los antiguos reyes de Baviera y villa imperial, insigne por las dietas que en ella ha habido; en Passau, ciudad episcopal situada en la frontera de Austria y confluencia del Inno y Danubio; en Landau, sobre el Iser; en Landshut, fundada por los duques de Baviera al mesmo río y adornada de ilustres edificios; en Augusta de los bendilices, que tomaron el nombre de su situación entre los ríos Vinda y Lico o Lech, colonia antigua y la más hermosa ciudad de Alemania; en Donawert, donde entra el Kessel en el Danubio, que le da el nombre; en Nortlingen, famosa por la batalla que en ella ganaron las armas imperiales y católicas a cargo del emperador Ferdinando Tercero, entonces rey de Hungría, y de don Fernando, cardenal infante de España; en Ala de Suevia, sobre el río Kochen; en Hailbron, que en alemán significa fuente clara; en Heidelberg, sobre el Nécar, antigua corte de los electores palatinos del Rin; en Darmstat, estado de uno de los langraves; en Franckfort sobre el Meno (a diferencia de otra que hay al Odera), insigne por la elección y coronación de los reyes de romanos, y por el concurso de ferias; en Linsburg, sobre el río Lanus, hoy Lona; en Nasao, cabeza del estado de que toman apellido los condes, hoy príncipes de Orange; en Lonestein, en la confluencia del Lona y Rheno, fortaleza edificada por los romanos; en Engres, donde entra el Sein en el Rin; y, volviendo a pasarle, en Andernach, insigne (según Amiano Marcelino) en tiempo del emperador Juliano; en Mexen, sobre el río Nett; en Cochen, sobre el Mosela; en Witelien, sobre el Seser; en Tréviris, fundada sobre el Mosela, según Eneas Silvio, 1300 años antes que Roma, Colonia Augusta, cabeza de los treveros y hoy del arzobispado y electorato a que da nombre; en Bianden, sobre el río Ur, fortaleza de los templarios; en la antigua Echternach, sobre el río Sura o Sour; en Lucisburgum, villa del sol sobre el río Alizonte o Alser, hoy Lucemburg, de quien toma nombre el ducado que dio emperadores a Alamania; en Divodorum o Teumbila, sobre el Mosela, que debe el nombre al templo de los dioses, una de las tres cortes que eligió Carlo Magno para los tribunales del gobierno de su monarquía (las otras eran Aquisgrana y Nimegen); en la Ara de la Luna, hoy Arlón, que fue cabeza de marquesado; en la Ara de Jove, hoy Ibues, sobre el río Chier; en la de Marte Marcha, en la de Diana Dinan, sobre el Mosa; en Charleron, monte de Carlos Quinto, que la hizo fortificar; en Namur o nuevo muro, como el de Grecia, de que hace mención Herodoto, fortificado por los romanos en la confluencia del Sambra y Mosa, que da nombre a todo el condado; en Anden, colegio de nobles canonesas fundado por Vega, hija de Pepino, de quien decendieron Carlos Martello y el Magno; en Santroin, cabeza de los centrones, de que hace mención César; en Lovaina, que Lipsio cree tomó el nombre de la situación en que la fundaron los normandos, sobre el río Dile: los naturales publican su castillo por obra de César, tuvo antiguos condes y hoy el primer voto de las villas de Brabante, instituyó el duque Juan su universidad, de que fue canciller el papa Adriano Sexto; en Valentiniana, del emperador Valentín, que la fundó sobre el Skelde, ahora Valencienes, cabeza de un estado que hoy se incluye en el de Henau.

En Perona, sobre el río Soma, llave de la entrada de Francia y plaza de las más fuertes de Picardía; en Chartres, sobre el río Eurer, cabeza de los carnutes, que dieron tanto que hacer a César y una de las más antiguas poblaciones de Francia; en Ambuese, en la confluencia de los ríos Mase y Loyre, en que murio Carlo Octavo. en Putiers, sobre el río Clain, fundada por los pitavienses, naturales del país que hoy toma su nombre, llamada por los romanos Augustoritum: dura en ella el palacio de Galieno, no de Galiana, como sin razón llamaron al de Toledo; en San Juan de Angeli, sobre el río Boutone, que de casa de recreación la hizo Pepino convento y resultó villa que ha dado que hacer a algunos reyes de Francia; en Blaye, a la boca del río Gironda, hoy Garona, que llama Toolomeo promontorio Santonum, y Ausonio, Blaya militar por la guarnición que tenían en ella los romanos; en Aquita, sobre el mesmo río, que tomó el nombre de sus aguas y le dio a la Aquitania, hoy Burdeos, Burgo de aguas o de galos, como suena la voz latina y quiere san Isidoro, patria del poeta Ausonio. Volvió en España a Pamplona, fundación según algunos de Pompeyo, a las faldas de los Pirineos, sobre el río Agra, cabeza del antiguo reino de Navarra, insigne por su fidelidad y fortaleza; a Tudela, que se precia de fundación de Tubal, en la entrada del río Orey en el Ebro; a Cascantes, de que se halla mención en algunas medallas de Tiberio; a Salduba o Colonia Cesárea Augusta, hoy Zaragoza, a donde entran los ríos Gállego y Güerba en el Ebro, corte del reino de Aragón, célebre por el santuario de nuestra Señora del Pilar, el primero que hubo en España; a Tarazona, a la falda de Moncauno, hoy Moncayo, sobre el río Queiles o Ouey; a Almazán, sobre el Duero, en quien halla Jansonio hasta en el nombre señas de la famosa Numancia; a la antigua Complutum o Alcalá de Henares, insigne universidad fundada por el cardenal arzobispo de Toledo fray Francisco Giménez de Cisneros; a la población en la frontera de los vaceos que de Castino, general del emperador Honorio, tomó el nombre de villa Castín; a la Ara de Velo o Arévalo, en la confluencia del río de su nombre y el Adax o Atajada; a la antigua ciudad de Burgos, sobre el río Arlanza, fundada de menores poblaciones, como Athenas, cobrada de los moros por los reyes de León (según Abentarique), ilustrada por el conde don Diego Porcelos y patria del insigne Fernán González; a Bilbao, a quien los estranjeros llaman Vilboa, que es declaración del nombre, fundación moderna sobre el río Nervio, aunque el Magine quiere que sea alguna de las antiguas Flaviobrigas, insigne por el comercio que la augmenta cada día; al Puerto que tomó nombre de los galos que le poblaron, hoy Portugalete, en la barra del mesmo río; al de Laredo, poblado por don Alonso Octavo, digno de mayor defensa y comercio. Pasó a la famosa Albión, que llamaron los griegos por lo que sus costas blanquean, de que hace mención Orfeo: tomó el nombre de Britania de lo que sus naturales se teñían de diferentes colores, que es en su lengua Brith, y en la griega la región Tania díjose después Anglia de los ángulos que forma o de los Anglos Saxones que la dominaron. Vio las islas que los antiguos llamaron Sellies, hoy Sorlinges; el promontorio Ocrinum, hoy Themonacles; las bocas de los ríos Cenio y Tamaras, hoy puertos de Falamouth y Plimouth; la del Avon y Sabrine, que pasan por Bristol y Glocester: la isla de Vectis, vencida por Vespasiano, antiguamente unida a Inglaterra, hoy Wight, poco separada (prisión entonces del infeliz rey Carlos); el puerto Daverno o Douro, en lo más angosto del estrecho, cerca del promontorio Cancio; el de Dunas, a donde desembarco César; y la boca del famoso río Támesis, puerto de la opulenta ciudad de Londres. Pasado el canal y las sirtes que llaman bancos de Flandes, costeó las Islas de Walcheren, Schouwen y Gort, de la provincia de Zelanda, que quiere decir País de mar; llegó en Holanda al famoso puerto de Bril, cabeza de Voorn; y por el gran canal del Mosa y Mercre a Roterdam, que tomó el nombre de la Dama o dique en el río Rotte, patria de Erasmo, insigne por su hermosura y riqueza; y por diferentes canales (que hacen tan navegable la tierra como la mar) a Amsterdam, que también tomó el nombre de la Dama sobre el río Ambstel, habiendo poco más de ciento y cincuenta años que se ciñó de muralla y tuvo nombre de villa, siendo malo el aire, poca la tierra en que poder edificar, y habiendo de traer de muy lejos el agua dulce y la leña, es hoy el mayor emporio de Europa frecuentado de todas las naciones del mundo, no menos ilustre por su hermosura que por su comercio, y en el golfo que los antiguos llamaron mar interior, hoy Austral o Zuiderce; a Horn, fundada para escala del comercio de Dinamarca; a Enchuise, insigne por sus navegaciones; y a Harlinge, en Frisia, nombrada por su comercio; y por el canal que llaman Watt, a las islas Scheling, Amelant, Schiem, Bosch, Rottum, Borcum Juist: entre estas últimas entra por dos bocas en el mar el rio Amassis o Ems, que forma el famoso puerto de Emdem, que es la última guarnición que tienen los holandeses por aquella parte.

Tocó en las islas de Nodorm, Baltrin, Langeroeg, Spikeroeg, Wangerooge, las más de ellas infrutíferas y tan subjectas a las inundaciones de la mar, que tienen torres capaces de recoger a los que las habitan sin ninguna conveniencia, tanto puede el amor de la patria. Cerca de la pequeña Melun entran en el mar el río Jade y el Bisurgis o Weser: tuvo antiguamente un fuerte castillo, que desmantelaron las baterías del océano, de que apenas ella se defiende. Entrando en el dilatado canal del Albis, hoy Elve, vio a Geluckstad, entre las bocas del río Stoer y otro que llaman el pequeño Rin, principal fuerza de la Ditmarsia y Stormaria; a la antigua Staden, de que parece que hace mención Tolomeo, a la entrada del río Suinge, en el Albis; al célebre emporio de Hamburg, que tomó el nombre de la selva Ham, en que estaba situada, segunda entre las villas hanciáticas, después de Lubeck, y primera en la fortaleza, opulencia y comercio.

Entrando en la parte de la Zímbrica Kersoneso, que de los bosques en que abunda tomó el nombre de Holsacia, estuvo en Rensburg, fundada por Reinoldo sobre el río Eider, en el burgo de Flenon o Flensburg, puerto del mar Báltico, con un castillo que le domina; en Hadersleve (villa de la Jucia o Judlandia meridional), a quien da nombre su río, y, pasando el angosto estrecho de Midelfart, que divide la Fionia de la Zímbrica, en Assens, que es el primer puerto; en Ottonia, hoy Ottense, silla episcopal. y cabeza de la isla fundada del emperador Otón I de Alemania; en Neibourg, situada en el seno que forma el promontorio que llaman de Kanuto: fue corte de los reyes y senado de Dinamarca. Pasando el peligroso estrecho del Belt, que divide esta isla de la de Zeeland, la principal del reino, que quieren haya dado pobladores y nombre a una de las diez y siete provincias de los Países Bajos; en Korsor, puerto defendido de un castillo fuerte; en Slagels, nombrada por su antigüedad; en Ringsted, que fue de las primeras poblaciones de la isla, en cuyos campos se ven antiguos sepulcros de reyes y altares de sus sacrificios; en Rotskild, sobre el brazo de mar llamado Isora: tomó nombre del rey Roe, su fundador, y de una caudalosa fuente o Kile en aquella lengua, cabeza antigua del reino, según Adan Bremense, iglesia metropolitana en que aun hoy fe entierran los reyes; en Hevelolt, donde estuvo el convento del Espíritu Santo, de que fue abad san Guillelmo Parisiense: diole su nombre Federico Il con el insigne palacio que empezó en ella; en Elseneur, nombrada por el comercio, y en su castillo de Cronemburg, llave del Zonte , obra del mesmo Federico, que en el sitio, materia, arte y adorno compitió con las mayores de Europa. Atravesando el Helesponto Dánico, pasó a la famosa Escandinavia, hoy Schonen o hermosa, poco conocida de los antiguos y tenida de algunos por la última Tile, llamada después oficina de las gentes y mundo septentrional en que comprendían con ella las Gotias, Suedia, Noruegia, Finmarquia, Caiania, Finlandia, Laponia y las demás regiones que se incluyen entre los senos Fínico y Graduico y el boreal océano. Estuvo en el antiguo municipio de Elsenborg, atalaya de entrambos mares, de que solía depender su comunicación; vio la isla de Ween, insigne por el museo y las observaciones que hizo en ella su dueño, el docto Thicobray, y porque parece la porción que unía los dos promontorios del Zonte y que la arrancó el ímpetu del océano para entrar a formar o engrandecer el mar Báltico; y, viendo una y otra costa pasó a Hasnia o Axelhaus, castillo que fundó el obispo de Roskild Aselbidius, hoy Copenhage o Puerto de mercaderes, corte de Dinamarca, insigne por la seguridad de su puerto, por su universidad (en que son tan comunes como la latina, las lenguas griega y hebrea), por las grandes fábricas con que la ilustró Cristiano Cuarto y por el valor con que la defendió en veinte meses de sitio Federico Tercero, donde asistió doce años favorecido de aquel magnánimo rey y de sus mayores ministros, y, fatigado de la aspereza del clima, que apadrinada mucho sus achaques, padeció los riesgos de una gran peste, las incomodidades de dos guerras y del prolijo sitio, siendo testigo del valor de su rey y constancia de su reina en los mayores aprietos y riesgos, y en el de aquel memorable asalto general que le dieron sobre el hielo, que duró desde más de media noche hasta más de las seis de la mañana, cuya increíble resistencia le costó al de Suecia tanta gente como si perdiera una batalla cual la que perdió después en Funen, cuyos sentimientos hicieron tanto efecto en su generoso ánimo, que le ocasionaron presto la muerte, a que se siguió luego la paz y el hacer los estados generales de Dinamarca aquel reino, que era eletivo, hereditario como el de Suecia.

Habiendo el conde alcanzado respecto de su grave enfermedad licencia para volver a la patria y recebido grandes favores de aquellos reyes, se embarcó, y costeando las islas de Moen, Falster, Lalant y Femeren entró en Termund, puerto del mar Báltico, donde desemboca el Trabe, y por el río arriba, cuya corriente no es menos oblicua que la del Meandro, pasó a Lubeck cabeza de las villas hanceáticas, insigne por su fortaleza y buenos edificios; y de allí por el mesmo río a Oldslo, cuatro leguas distante, y por tierra a Hamburgo, donde estuvo a la ida, como lo he tocado. Bien podían estas experiencias acompañadas de continuo estudio, ejercicio militar y manejo de negocios graves formar subjeto más dichoso, pero no más desengañado.

No ha sido fácil reducir a poco papel tan prolija peregrinación, habiéndole de añadir algunas noticias, ni acertar a escoger las que confunde la antigüedad en tanta diversidad de opiniones. Conozco la aspereza a que obliga la materia, el estilo y que hallará defectos quien los buscare, y con todo eso no pido perdón a los lectores, que a los curiosos espero agradecidos, y más si se acordaren del prefacio del perfecto capitán, casi igual al tractado, y dirigido siempre a la alabanza del autor, con ser de religión contraria (cosa en que reparan poco las plumas venales, de que ha dado hartas señas aquella) y que yo solo le tomo por pretexto para tocar un estudio a que deseo aficionar la juventud de la patria, por juzgarle muy importante; a los que no se lo pareciere (que temó sean los más) les costara menos pasar estas hojas que a mí haberlas escrito. Vale.





GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera