SAN ISIDORO
Doctor y primado de las Españas,
arzobispo
y natural de Sevilla
No se puede poner en duda que, en todo el tiempo que dominaron los romanos en España, que fueron más de seiscientos años, hasta que Leovigildo extinguió los pocos que en la Celtiberia conservaban su nombre y devoción, en Sevilla, cabeza de la Turdetania, colonia y convento jurídico, de gran concurso y comunicación así con naturales como con extranjeros que a ella venían de todo el orbe, nacerían en tantos siglos y edades mucho número de varones doctos y
eminentes
que ilustraron sus tiempos y su patria; mayormente que aquellos grandes filósofos y doctísimos turdetanos —así les llama Estrabón— tenían escritos en su lengua libros de
leyes,
poesías
e
historias,
como ellos contaban, de seis mil años. ¡Quién puede poner duda que, en las espesas tinieblas de tantas mudanzas de siglos y naciones, perecieron grandes obras y secretos de naturaleza y otras memorias de los ingenios hispalenses, escritas o ya en aquella lengua o en la latina, cuyos libros perecieron con sus nombres!
Esto se hace más creíble y verisímil porque en Sevilla hubo escuelas de todas las ciencias, como en ciudad metropolitana, donde por lo menos había de haber diez médicos, cinco retóricos y cinco
gramáticos,
excusados de la carga de tutelas, conforme a 1a ley
Si duas digestis de excusationibus tutorum.
Que hubiese escuelas públicas consta de una
inscripción
que yo traigo en mis
Antigüedades de Sevilla,
libro l, capítulo 14. En todo este tiempo no hallamos varones ilustres en letras que con clara probabilidad puedan honrar esta
biblioteca
hispalense, porque, aunque es verdad que Marco Fabio Quintiliano fue oriundo de Sevilla, como se halla en el
Etimológico Magno,
y es verisímil por otros instrumentos de la antigüedad, él es cierto que nació en Calahorra. Y, aunque Víctor
Guiselino,
en el
Parénesis
a los comentarios de Aurelio Prudencio, hace sevillanos a los insignes
poetas
cristianos Juvenco, Sedulio y Próspero Aquitánico, no hallo en esto la probanza que quisiera, y así paso a lo cierto, que es el nacimiento de los
gloriosos
doctores Leandro, Isidoro y Fulgencio, todos tres
luceros
resplandecientes de la Iglesia Católica,
honor
de su siglo, ornamento
perpetuo
de las letras, gloria de la ciudad de Sevilla.
El
glorioso
doctor
san Leandro, primado de las Españas y
arzobispo
de Sevilla, no nació en ella, sino en Bigastro o Murcia, y así, aunque por su vida y dignidad y sepulcro pertenece a esta ciudad, no toca a esta biblioteca, en que solo ponemos los naturales por nacimiento temporal.
El
glorioso
doctor,
arzobispo
de Sevilla y primado de las Españas, san Isidoro, nació en ella, estando desterrados por la fe católica Severiano y Teodora, sus
padres,
duques
de Cartagena, año de 562 del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Así lo dicen Marco
Máximo,
arzobispo de Zaragoza, Luitprando, Jacobo Breul y otros que largamente cita el padre Antonio de Quintanadueñas en los
Santos de Sevilla,
página 160 et l61. Allí escribe su vida; sus milagros escribió Lucas Tudense y, después de él, todos los santorales. Su ingenio, elocuencia y
erudición
en todas las ciencias y lenguas ¿quién mejor lo pueden decir que ellas mismas? Solo escribiré yo aquí el número de ellas y las
alabanzas
que el
Concilio
VIII de Toledo dice de él en el canon 2:
«Nostri saeculi doctor agregius, Ecclesiae Catholicae novissimum decus, praesentis aetatis postremus, doctrinae comparatione non infimus, saeculorum finitorum doctissimus cum reverentia nominandus, Isidorus».
Obras de san Isidoro:
A Braulio, obispo de Zaragoza,
Veinte libros de las
Etimologías,
Sobre el
Génesis
alegoría,
Historia sacra de la Ley,
Sobre el Éxodo,
Ciertos ministerios,
Sobre los Números,
Sobre el Levítico,
Sobre los Reyes,
Sobre Ruth,
Sobre el Paralipomenon,
Sobre Esdras y Nehemías,
Sobre Tobías,
Sobre Judith,
Sobre Esther,
Sobre Job,
Sobre el Salterio,
Sobre los proverbios de Salomón,
Sobre el Eclesiastés,
Sobre el Cantica Canticorum,
Sobre el Deuteronomio,
El libro del Deuteronomio,
Sobre Josué,
Después de la muerte de Josué,
Sobre el Libro de los Jueces,
La historia de los Jueces,
Los proemios,
Las diferencias,
Del nacimiento y la muerte de los santos,
A
su hermana santa Florentina, contra los judíos,
Sinónimos
o soliloquios,
De varones ilustres,
Del sumo
bien,
Del origen de los oficios,
De la santísima Trinidad,
Del cuerpo y sangre de nuestro Señor,
Del oficio de la
misa,
Sobre el libro de la Sabiduría,
Sobre el Eclesiástico,
Sobre Isaías,
Sobre Jeremías,
Sobre Ezequiel,
Sobre Daniel,
Sobre los Doce Profetas Menores,
Sobre los Macabeos,
Sobre los cuatro evangelios,
Sobre las epístolas de san Pablo,
Sobre las epístolas canónicas,
Sobre los actos de los apóstoles,
Sobre el Apocalipsis,
Sobre las interpretaciones del viejo y el nuevo Testamento,
Decreto de los
cánones,
Del cómputo y la naturaleza de las cosas,
De la propiedad de las cosas,
De sermones,
De los dogmas eclesiásticos,
Lamentos del penitente,
De astronomía,
Historia o crónica 3,
De cosmografía,
De la gramática y vocablos,
De las alegorías,
De las herejías, epístolas a diversos.