PLAN
PARA UNA
HISTORIA
FILOSÓFICA DE LA POESÍA ESPAÑOLA
La
comparación
de la pintura y de la poesía, hace ya mucho tiempo descubierta por los profesores de una y otra arte, y extendida sabiamente en los últimos, me parece que jamás será tan práctica como en el plan de la historia de nuestra poesía, que voy a proponer. Sé que nos ha tocado en suerte una época, en que los pensamientos
brillantes
por falsos que sean, adquieren a sus
autores
el renombre de ingeniosos. Mas aunque el mío tenga la apariencia de esta novedad
afectada,
me parece que en el fondo es muy
sólido,
y de consiguiente muy
sencillo
. Con todo,
desconfiando
de mis luces, y temiendo la secreta seducción con que cada uno se embelesa con sus propias invenciones, desde luego ofrezco solamente un plan, o como un diseño de
mis
ideas, para si estas merecen la aprobación de los literatos darles la extensión debida.
Todo mi proyecto se reduce a esta breve sentencia: que la historia de la poesía española debe escribirse por escuelas, así como se escribe la de la pintura. Este método tiene desde luego la incomparable ventaja de clasificar el estilo de nuestros poetas, y subdividir después estas clases mayores en otras subalternas, con lo cual se describe exactísimamente el mérito de cada poeta, y su carácter se analiza de una manera, que no es tan fácil de ejecutar en una historia seguida
como
la de
Quadrio
y Tiraboschi. Desentrañado ya así (usemos de esta expresión) el íntimo
artificio
poético de cada
escuela,
puede después desempeñarse con mucha libertad y desahogo la comparación entre unas y otras, para deducir (lo que hasta ahora
ninguno
ha hecho) o cual sea la mejor, o qué
mezcla
se pueda hacer de las
bellezas
de todas, para que nuestros modernos poetas puedan
emular
y aun exceder la gloria de los antiguos.
Mas para entrar ya a proponer nuestro plan, es preciso suponer que en él no entran los poetas anteriores a
Garcilaso.
Aunque
en aquellos escritores no falten pensamientos ingeniosos, e imágenes ya halagüeñas y ya grandiosas, su
lenguaje
no es más que un frasario mixto de un
mal
español, y de un peor latín, y por más que se pondere su mérito, sus obras al fin serán como las naves con que se descubrió la América, cuya forma sirve para admirar el valor y pericia de los que se embarcaron en ellas; pero nadie las admitiría por
modelo
para fabricar otra igual, y fiarse en ella al ímpetu del mar y viento. El
estilo,
el
método
y aun los pensamientos de aquellos poetas nada tienen de común con los que los siguieron, y sus obras ni tuvieron
influjo
considerable en la poesía
posterior,
ni lo pueden tener en el día.
Tampoco incluiré en mi plan los poetas que han florecido, o que solamente han vivido desde mediados de este
siglo,
por razones de que cada uno se puede hacer cargo, aunque alguno de ellos haya formado
escuela
aparte; pero escuela tan
ridícula,
que apenas es acreedora ni aun a una sátira.
Redúcese pues nuestra historia a dos siglos y medio de nuestra poesía; esto desde principios del
XVI
hasta mitad del
XVIII,
la que desde luego vamos a extender ligeramente, como en un mapa general, siendo las discusiones más prolijas propias de esta historia ya perfecta.
PRIMERA ESCUELA ITALO-HISPANA
Aunque fundó esta
escuela
Boscán,
pero con más razón debe llamarse de
Garcilaso,
pues este poeta logró más
influjo
en los posteriores; y con razón, pues aunque generalmente no sea muy correcto, ni del gusto más delicado, su
nativa
belleza y dulzura merecieron la aprobación y aun admiración de todas las personas sensatas, y tuvo bastantes
imitadores.
Llamo esta escuela primera, porque sus
copias
de los italianos (a quienes siempre imitan, aun cuando parezca que imitan a los griegos y latinos) son muy imperfectas y demasiado
serviles.
SEGUNDA ESCUELA ITALO-HISPANA, O SEVILLANA
Esta
escuela
aunque dimanada de la primera, es ya enteramente perfecta en su género. Su fundador fue Fernando de
Herrera,
cuya
imitación
de los modelos italianos está tan distante de ser servil, que él solo vale más que todos sus originales. Solo un
defecto
hay en Herrera; él es como un grandioso salón, en que el pavimento, el techo, las paredes, las estatuas, todo es de oro; pero en el mismo hecho de ser todo de oro le
falta
aquella amena variedad que recrea la vista, y que es más agradable que la riqueza más magnífica. Sus discípulos lo
imitan
en esto.
Pero
a pesar de todo son el mejor tesoro del
lenguaje
poético español. Advierto que no todos los poetas sevillanos son de esta escuela sevillana.
ESCUELA LATINO-HISPANA
El
incomparable
Fr. Luis de
León
fue el que abrió esta
nueva
senda
de gloria para los poetas españoles. Quien lea con reflexión sus obras advertirá, que aunque había
estudiado
muy bien los poetas italianos, su gusto es enteramente latino, y su divina lira resuena con aquel tono
sencillo
y majestuoso, que se creyó hasta entonces reservado
solo
a Virgilio y
Horacio.
Mas esta senda se ha quedado en vano abierta, y aun casi ya no se conoce, pues desde Fr. Luis de León nadie la ha pisado.
ESCUELA GRECO-HISPANA
Quien sepa distinguir la viveza, tersura y
amenidad
ática, de la
gravedad,
pompa, y ostentación latina, sabrá también distinguir el carácter de León del del Br. de la
Torre
y de Villegas. Estos dos poetas, aunque en distinto género, son enteramente griegos en sus piezas escogidas, pues con especialidad el último tiene algunas, que ni son griegas, ni son latinas, ni de algún
estilo
digno de aprobación.
Herrera
también
imitó
con felicidad los griegos; pero ni imitando a estos, ni a los hebreos dejaba su buen carácter peculiar, que con razón hemos llamado Italo-Hispano.
ESCUELA PROPIAMENTE ESPAÑOLA
Todos saben que los latinos imitaron a los griegos, y aun lo confiesa el
mismo
Horacio,
y sin embargo se diferencia mucho la cítara latina de la griega. De la misma manera algunos poetas españoles, de genio original,
imitando
a los italianos, griegos y latinos, lo hicieron con tal maestría, que produjeron un
nuevo
género de poesía, cuyo carácter es una
soltura,
urbanidad y
grandeza
nada artificiosa, tan propio de la lengua
española,
que ninguna otra lo podrá copiar. Tales
son
Valbuena y Lope de Vega: tal es también
Góngora
en sus buenas poesías. En los últimos tiempos ha tenido pocos
discípulos
esta escuela, porque para imitar la frondosidad y lozanía de Lope se necesita una fuerza de
ingenio,
que no se halla tan fácilmente, como la otra fuerza violenta, que se hace cada uno a sí mismo, para imitar los de otras
escuelas.
A esta escuela pertenece toda la poesía
dramática
española, que es enteramente de nuestra
creación
en sus hermosuras y en sus defectos.
Igualmente pertenecen todos los poetas
épicos,
que tenemos, los que son ciertamente de carácter español, aunque sus autores tuviesen a la
vista
al
Taso,
y mucho más al Ariosto.
ESCUELA ARAGONESA, O DE LOS ARGENSOLAS
Estos dos ilustres
hermanos
inventaron un
nuevo
estilo también propiamente español, aunque muy distinto del de Lope. La filosofía sensata, y la dureza no desagradable de metro correspondiente a la madurez de su filosofía constituyen su carácter, que es bueno a la
verdad;
pero muy difícil y muy arriesgado para imitar, pues si se
copia
solo su corteza sin su gran fondo, salen las piezas más lánguidas y fastidiosas, que con la imitación de otra cualquier escuela.
ESCUELA CORROMPIDA ESPAÑOLA
Este honor de
mala
originalidad
nos lo trajo
Góngora,
cuya depravación de
estilo
es tan suya, que nada tiene que ver con la
italiana
del caballero
Marini.
Yo juzgo que esta
escuela
no es del todo
despreciable,
pues así como muchos sacan comedias muy buenas y muy arregladas de Lope
y
Calderón con algunas reformas que les añaden, así también aun en las
malas
obras de Góngora se encuentra un fondo
riquísimo,
que una mano diestra podrá entresacar con utilidad. Lo mismo se verifica en sus
secuaces,
aunque no en tanto grado, pues por lo común imitan a Góngora solo en sus defectos.
ESCUELA DE EPIGRAMATISTAS
Para esta clase de poesía pongo una
escuela
separada porque el genio español se ha manifestado muy
original
en ella. A esta también pueden reducirse los poemas
jocosos
que tenemos, como la
Gatomaquia, Mosquea, Burromaquia,
etc.
POETAS SUELTOS
Después de todas estas clases deberán colocarse por su orden meramente cronológico varios poetas de corto mérito, pero no enteramente
despreciables,
que o no tienen un carácter decidido, o han formado uno poco digno de aprecio, como Pantaleón
Aznar,
Andrés Rey de Artieda, y otros. He expuesto ya las clases de división.
Si este pensamiento pues agradara, no me sería difícil reducir a estas clases todos los poetas españoles, dando una idea cabal de su mérito, y añadiendo algunas subdivisiones cuando parecieran oportunas.
Entonces también se trataría de la mezcla mejor que pueda hacerse de estas diferentes
escuelas:
pero como este Plan quedaría muy imperfecto si desde luego no expusiese algo de mi pensamiento, voy a ejecutarlo con la brevedad que exige el instituto de esta obra.
De lo dicho hasta aquí resultan siete Escuelas principales, que hemos puesto por este orden,
I. Italo-Hispana I.
II. Italo-Hispana II o Sevillana.
III. Latino-Hispana.
IV. Greco-Hispana.
V. Escuela propiamente Española.
VI. Escuela Aragonesa o de los Argensolas.
VII. Escuela corrompida Española.
El que quiera
seguir
la primera no tiene necesidad de hacer mezcla alguna, sino copiar con destreza la
suavidad
y pulidez de
Garcilaso,
evitando sus
bajezas
e imperfecciones.
El que se incline a la segunda, o Sevillana hará muy bien en suavizar el escogimiento de
dicción
siempre
uniforme
de
Herrera
con la amenidad de la cuarta, o Greco-Hispana, o con la gallarda lozanía de la quinta, propiamente Española, cuyo último partido será a mi ver mucho mejor.
La tercera de Fr. Luis de
León
es tan
hermosa,
que para no desfigurar su
augusta
simplicidad solo se le podrá añadir más sonoridad en el metro, algún poco de la Greco-Hispana, y poquísimo de la Sevillana, o Española general.
La Greco-Hispana podrá también admitir algunos adornos moderados de las dos Italianas, de la Latina, y de la Española.
Esta puede recibir mucha mejora con los fragmentos apreciables de la Española corrompida, y con
industria
se le podrán también ingerir los de todas las demás escuelas, menos de la Aragonesa, la cual ni sufre que la mezclen con otras, ni ser ella mezclada de ninguna.
Pero ¿se podrán
inventar
otros buenos estilos además de estos? Creo que sí; y que el literato que trate del modo de
trasladar
a nuestro Parnaso ciertas bellezas de los
extranjeros,
en especial de los franceses, y mucho más de los italianos, que aún le son desconocidas, será con esto muy benemérito de las Musas españolas.
Por último, he dicho de qué manera puedan mezclarse en cada pieza los estilos de estas diferentes
escuelas.
Mas en una colección se pueden, y aun se deben para la mayor hermosura, insertar piezas de todos aquellos estilos, a que pueda acomodarse el autor.
Horacio
en mi juicio es superior a Píndaro, a
Anacreonte
y a Safo, porque sus
odas
van continuamente variando por el estilo de aquellos excelentes originales. Así que el medio de excederlos a todos es imitarlos a todos, y el poeta español que toque a este punto será el encanto y la delicia de toda la nación.