Título del texto editado:
“Al excelentísimo señor don Luis Fernández de Córdoba, Cardona y Aragón, duque de Sessa, de Baena y de Soma, conde de Cabra, Palamós y Olivito, vizconde de Iznájar, señor de las baronías del Velpuche, Liñola y Calonge, Gran Almirante de Nápoles y Capitán General del Mar de aquel reino, comendador de Bedmar y Albáñez, del orden y caballería de Santiago, etc.”
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Al excelentísimo señor don Luis Fernández de Córdoba, Cardona y Aragón,
duque
de Sessa, de Baena y de Soma, conde de Cabra, Palamós y Olivito, vizconde de Iznájar, señor de las baronías del Velpuche, Liñola y Calonge, Gran Almirante de Nápoles y Capitán General del Mar de aquel reino, comendador de Bedmar y Albáñez, del orden y caballería de Santiago, etc.
Siempre conocí en el
licenciado
Tomé de Burguillos un afectuoso deseo de dedicar a Vuestra Excelencia alguno de sus
escritos
y, por no defraudar su ánimo, ofreciéndose ocasión de dar estas
Rimas
a
luz,
se las presento a vuestra excelencia en su nombre, bien que con la diferencia que él lo hiciera con los debidos elogios a los simulacros de su excelentísima casa, cuyos antecesores ilustrísimos coronaron la frente de la invicta España de innumerables palmas y laureles, en augmento y gloria de su monarquía, de que hoy viven tantos inmortales vestigios en las historias, que no podrá jamás escurecer la envidia, ni atropellar la ira de la fortuna adversa, como caracteres impresos en la sucesión de los siglos, alma de la eternidad, desde aquel dorado del capitán que mereció llamarse Grande, como Alejandro, inferior en la corona, superior en el ánimo, a quien postraron sus triunfos los Pirros griegos y los romanos Marios, hasta el segundo del mismo nombre, en quien quedó vinculado aquel generoso valor que hoy testifican los campos de Flora en Alemania, teñidos de la rebelde sangre al Sacro Imperio Austríaco. Y asimismo de aquellos ilustrísimos héroes,
agüelo
y
padre
de Vuestra Excelencia, de quien jamás se olvidarán Francia y Italia, ni la parte del África a quien hace sombra el mayor Atlante, cuya columna, con oponerse al cielo, hoy tiembla el nombre de los invencibles Córdobas, pues en llegando al cuidado y sumo estudio con que vuestra excelencia se ha hecho capaz de todas las materias de estado que pueden ocurrir a esta monarquía, con los mejores libros y papeles, ¿quién duda que le hiciera digno de grandes puestos en militares ejercicios o gobiernos públicos? Finalmente, lo que a mí me toca es sólo suplicar a vuestra excelencia se digne de recebir de su parte y de la mía, con grato ánimo, el deseo que él tuvo de servirle, y que yo pongo en ejecución, consagrándole estas poesías, no indignas de salir a luz con su
protección,
como salieron las de Iuliano Goselini, excelente ingenio, al esplendor
heroico
del excelentísimo señor don Gonzalo Fernández de Córdoba, segundo duque de Sessa, virrey de Milán, cuando de aquellos estados se partió a la guerra de Levante. Pues cuanto las veras de Virgilio vencen estas burlas, la sangre, valor y grandeza de vuestra excelencia a Octaviano César.
Frey
Lope Félix de Vega Carpio.