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DE DONA ISABEL DE FIGUEROA
Agravio, Angélica bella,
se hiciera a vuestra hermosura,
a no ser vuestra pintura
del que
solo
pudo
hacella.
Vuestro
espejo
se ve en ella, [5]
dichosa mujer que halló
un Medoro, que la
amó
después de tanto suceso,
un Roldán, que perdió el seso,
y un Lope que la pintó.