Título del texto editado:
“Aprobación del Reverendísimo P. M. Fr. Hortensio Félix Paravicino, provincial de la orden de la Santísima Trinidad”.
[4]
APROBACIÓN DEL REVERENDÍSIMO P. M. FR. HORTENSIO FÉLIX PARAVICINO, PROVINCIAL DE LA ORDEN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
He visto este libro de Lope Félix de Vega Carpio en que vuestra merced me manda decir mi sentimiento; y, si bien ha algunos años que me excuso de esta ocupación por respetos considerables, en siendo de Lope de Vega lo
escrito,
se me olvida lo protestado; pues a la felicidad
estudiosa
de su
ingenio,
a la
facilidad
valiente de su pluma, en tanto número como le debe riquezas y hermosuras nuestra lengua, mal se escusa de su crédito la nación propia, cuando no se pueden negar a su
aplauso
las estrañas.
Y en esta ocasión, fuera de lo que yo
estimo
y amo verdaderamente a Lope de Vega, no solo no rehusara la aprobación, sino solicitara la encomienda por el autor, por la obra, por el asunto, por la protección.
El
autor:
Lope de Vega.
La obra: suya.
El
asunto:
aquella serenísima mártir y
reina
de Escocia María, digno sujeto de las dos grandes plumas que tan lustrosamente ha ocupado y merecido de cuantas tiene la Iglesia, pues las debiera una religiosa indignación, un católico coraje, armar contra las hidras blasfemas y heréticas del Norte, que crecieron, si no cabezas, lenguas infames en la sangre real sagrada, como pudieran en la sangre vulgar y torpe.
La
protección:
nuestro muy santo padre Urbano VIII, sumo vicario de Jesucristo, pontífice y única cabeza de la Iglesia Católica Apostólica Romana, cuya varia erudición y grande fuerza de las infalibles determinaciones de la suprema silla en que asiste tan ejemplo y ejemplar ha sido a los doctos, que al ejemplar nadie llega; tanta doctrina a los cuerdos para estimar las letras humanas, aseado servicio, si no docta necesidad tal vez de la divina, y entre ellas el espíritu poético infundido del cielo verdaderamente para sus alabanzas, para su comunicación, como son testimonio irrefragable las escrituras canónicas desde Moisén a Jesucristo, desde María a María, hermana aquella del gobernador de Israel, madre esta y virgen del Redentor del mundo; cántico y versos los suyos que debieran encender en aclamaciones como en respeto de este aliento singular.
Estragádose ha mucho, yo lo confieso, este espíritu, que menos que a deidades o mentirosas o verdaderas ninguna antigüedad le adoptó; y daños grandes ha, si no causado, ocasionado, a lo menos la pluma como el pincel. Bien así todas eminencias divertidas de la obligación de su cumbre guiaron siempre a mayores ruinas, porque empero o el abuso del torpe o la ignorancia el envidioso podrá ofender, que injuriar no puede (algo quiero hallar en estas voces de diferencia) un don, que no sin providencia atenta, sino cuidado, descendía del cielo, ya para la gratitud y familiaridad de Dios, ya para el ornamento del mundo; y una como sospecha sagrada de quién es aquel autor que en una misma especie
divide
del número vulgar de todas estas
jerarquías
singulares.
A la menor
edad
de Lope de Vega, no al
ingenio,
que este nunca ha sido menos con ser agora más, no le examino los asuntos de sus
versos;
delitos confesó a su juventud, o aviso grande
Agustino,
que no le
excusara
Lope de Vega a la suya; si bien su lucimiento grande ninguna aun ignorante edad dejó escura. Este último y particular empleo de su genio tan universal gloriosa corona es a su pluma, cuando no de más atributo que de
trágica
a esta materia.
Parda nace, si no manchada, la música del cisne para estremo candor o blancura; crece con la vida en armoniosa dulzura, y para acentos en toda significación últimos la califica la muerte. Viva muchos años el autor de este libro, que no le hace sabroso agüero tan
dulce
voz. Esto todo parece más empeño que el de una
aprobación
ordinaria; así es verdad, y la haré brevemente en estilo de libros.
Cuanto tiene esta
Corona Trágica
de Lope de Vega sirve a nuestra
fe
y alienta a las mejores costumbres. Sírvase vuestra merced de enviar al Consejo una muy honrada censura de ella, que esta ha sido la mía. De casa, hoy lunes 2 de agosto de 1627.