Título del texto editado:
“A nuestro santísimo padre Urbano VIII, Pontifex Maximus”
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A NUESTRO SANTÍSIMO PADRE URBANO VIII, PONTIFEX MAXIMUS.
La
historia
de la reina de Escocia María Estuarda, peregrino sujeto de cuanto los mortales llaman
"
fortuna,
"
en cuya vida compitieron igualmente la adversidad y la paciencia desde la cuna al cuchillo, se consagró a vuestra santidad justamente en la lengua latina, así por la
grandeza
y
autoridad
del sujeto como por haberle honrado el túmulo vuestra santidad en sus tiernos años con tan excelente elogio, que fue beatificarla en profecía, pues hoy ocupa vuestra santidad la silla apostólica con tan general aplauso de la Iglesia. Ahora, santísimo padre, en la lengua común de España vuelve a los sagrados pies de vuestra beatitud, temerosa de mi parte y confiada en el primero atrevimiento, que para los dos entonces solicitó la disculpa con una misma causa. Vuestra santidad la reciba benignamente, proporcionando la infinita distancia de mi
rudeza
al esplendor de su soberano entendimiento, como de su
generosa
grandeza lo espera tan bien empleada osadía. Guarde nuestro señor a vuestra santidad muchos años, como la Iglesia universal ha menester y sus criados deseamos.
Santísimo padre.
Humilde siervo de vuestra santidad
Lope Félix de Vega Carpio.