Información sobre el texto

Título del texto editado:
“El prólogo”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Corona trágica. Vida y muerte de la Serenísima Reina de Escocia María Estuarda
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: viuda de Luis Sánchez, a costa de Alonso Pérez, 1627


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El PRÓLOGO


Don Jorge Coneo, caballero escocés, canónigo lateranense y conde palatino de la santidad de Urbano VIII, nuestro señor, escribió en lengua latina la Vida y muerte de la serenísima reina de Escocia, Francia, Ingalaterra y Hibernia, María Estuarda. Y aunque con el ilustrísimo y reverendísimo señor el cardenal don Francisco Barberino, legado a latere de su santidad, vino a esta corte, y fui su familiar amigo, nunca por su modestia y, lo que es más cierto, por mi ignorancia, me dio parte de sus estudios ni de esta historia, que vino después de su partida a mis manos por las del doctísimo padre Hugo Sempilio, de la Compañía de Jesús.

Leile con tanto gusto de su elegancia y erudición, y asimismo de la verdadera narración de esta tragedia, que me dispuse a escribirla en verso, en partes refiriéndole y en partes adornándole con lo que permiten los preceptos de la poesía en verdadera historia de nuestros tiempos, pues el año de ochenta y siete —número por la mayor parte infelicísimo— Isabel de Ingalaterra, hija de Ana Bolena y Enrique VIII, mandó cortar la cabeza a esta inocente señora, único ejemplo de constancia en la fe, obediencia a la soberana cabeza de la Iglesia, paciencia en las adversidades y modestia en los agravios. Y agravios de mujer, a quien sucedía en la corona, por cuyo miedo injusto le quitó la vida, pues el día de su muerte salió con ricas joyas, galas y colores por su corte de Londres.

Infame triunfo, que mereció llamarse teatro de crueldad de los escritores católicos. Admirable asunto, dilatada materia, sujeto heroico para los ingenios que hoy florecen en España, a quien quisiera encomendarle, pues conozco tantos que cada uno se halla digno de mayores empresas. Y más en tiempo que está nuestra lengua tan copiosa y aumentada que, como los muy ricos, no sabe lo que tiene ni de dónde le vino, puesto que conozco lo hermoso, necesario y que el oído lleva sin fuerza al entendimiento que a esta sonora belleza y exornación estudiosa de justicia se deben gracias y ser como calificadas por el aplauso, recebidas al uso, a quien prometo, como noble envidia, imitación provechosa.

Solo debo advertir a los que saben lenguas, aunque de esta profesión hay pocos en España, por la falta de memoria que otras naciones tienen, que, si acaso llegaren a sus manos en la latina, sajónica o antigua británica algunos libros atrevidos a esta ilustrísima señora y inculpable reina, no les den crédito, conociendo el peligro de las falsas historias, que tanto daño han hecho a los reyes y reinos como provecho las verdaderas. Y de autores que tomaron la pluma con el ánimo más cándido que el papel en que las escribieron, porque también son las plumas como las varas, que, en no teniendo por objeto a la verdad, las tuerce el miedo, las vence el amor, las engaña el interés y las ciega y derriba el aborrecimiento. Los libros que digo los escribieron herejes —que siendo sacerdotes se casaron—, satíricos, embusteros y expulsos de las religiones, letras que el vino y el juego entorpecieron. Y, como ligeros de manos para los hurtos, así para los falsos testimonios; pues ¿qué crédito merecen?

Finalmente, quien escribe contra su rey y señor natural, sea prosa o verso, es aleve, traidor, indigno y incapaz de honras civiles y militares. Y por secreto que sea, queda infame para consigo mismo, y más si fuese pagado —como Jorge Bucanano— de Isabel de Ingalaterra. Culpa grande en los príncipes no inquirir con riguroso examen las costumbres de los coronistas, para que no lo sean tan indignos hombres.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera