Información sobre el texto

Título del texto editado:
[Dedicatoria] “La mayor confusión. A Lope Félix de Vega Carpio, Procurador Fiscal de la Cámara Apostólica y su Notario descrito en el Archivo Romano”
Autor del texto editado:
Pérez de Montalbán, Juan (1602-1638)
Título de la obra:
Sucesos y prodigios de amor en ocho novelas ejemplares, por el doctor Juan Pérez de Montalbán, dirigidas a diversas personas
Autor de la obra:
Pérez de Montalbán, Juan
Edición:
Madrid: Luis Sánchez, a costa de Alonso Pérez, 1626


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LA MAYOR CONFUSIÓN.

A LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO, PROCURADOR FISCAL DE LA CÁMARA APOSTÓLICA Y SU NOTARIO DESCRITO EN EL ARCHIVO ROMANO


En la decimatercia parte de sus comedias de vuestra merced me dedicó una —efecto más de su amor que de mis méritos— y, aunque pagar sin ventajas el beneficio pueda llamarse «agradecimiento ingrato» —así lo sintió Séneca: «Ingratus est qui beneficium reddit sine usura»—, con todo eso, me parece más piadosa la opinión de Aristóteles en el octavo de su Filosofía moral: «Retributio possibilis esse debet non condigna». Y en el segundo libro da la disculpa: «Magistris enim, diis et parentibus non potest reddi aequivalens».

Esta novela, La mayor confusión, cuyo caso tiene mucha parte de verdad, restituyo a vuestra merced como cosa suya, porque si lo poco que he alcanzado en mis pocos años lo debo a su dotrina, a cuyos pechos me he criado siempre, volver al mar lo que salió de su abundancia más debe llamar restitución que afrenta. Yo me holgara pareciera de vuestra merced, porque en efeto «fuera de Lope», aunque esto no fuera difícil de creer en muchos que, pensando deslucir algunas obras mías y viéndose convencidos a que están escritas con acierto, se las atribuyen a vuestra merced, error grande de su mala intención, pues no advierten que mejorándolas de dueño las califican. Y lo mismo que intentan para desconsolarme viene a servirme de panegírico.

Pero ya no me espanto que a mí me atropellen, siendo una hormiga, pues aún en los hombres provectos y que con eternas vigilias han merecido laureles y alabanzas quiere hacer fuertes la envidia de estos Menipos y Diógenes. Dichoso vuestra merced que los castiga sin responderlos y ha venido a tiempo que hace gala de la persecución, saliendo a la defensa de su causa treinta y tres libros hasta hoy impresos; las comedias pasan de mil, sin autos y obras sueltas; la lengua latina, sin haber sido catedrático de Gramática, entiende vuestra merced como la suya propia; los versos ha puesto en el estado que hoy tienen.

Y con ser esto verdad, saber cuatro lenguas, haber visto infinitos poetas y tener de todas las ciencias noticia bastante, no puede librarse de emulaciones y desatinos. ¿Pero cuando la virtud y la verdad no pasaron por estos accidentes? Y más en opinión de algunos, que ponen el crédito de sus obras en el vituperio de las ajenas. Antigua debe de ser esta costumbre y no segura para los que la siguen, pues dice de ellos san Jerónimo: «Vilium satis hominum est, et suam laudem quaerentium alios viles facere». Vuestra merced, si sus ocupaciones le permitieren tiempo ocioso, se sirva de leer y corregir esa novela con las demás. Y si le parecieren bien, porque pienso están escritas con cuidado, puede decir lo que Ciro, hermano de Artajerjes, alabando a Lisandro unos árboles que él mismo había puesto, «Mea manu sunt satae», pues yo llevo las flores y vuestra merced ha cultivado el campo. A quien guarde Dios como deseo.

Amigo de vuestra merced.


El doctor Juan Pérez de Montalbán.






GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera