Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Al excelentísimo almirante de Castilla”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Laurel de Apolo, con otras rimas
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: Juan González, 1630


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Fuentes
Información técnica





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Al excelentísimo almirante de Castilla


No habiendo visto vuestra excelencia esta égloga, que se representó cantada a sus majestades y altezas, cosa nueva en España, me pareció imprimirla, para que, de esta suerte, con menos cuidado la imaginase vuestra excelencia, aunque lo menos que en ella hubo fueron mis versos.

La máquina del teatro hizo Cosme Lotti, ingeniero florentín, por quien Su Majestad envió a Italia para que asistiese a su servicio en jardines, fuentes y otras cosas, en que tiene raro y excelente ingenio. Nuevo Hierón Alejandrino, y no menos admirable en sus máquinas semoventes que aquel insigne griego, o el alemán famoso que hizo el águila que acompañó por el aire la coronada frente de Carlos quinto.

La primera vista del teatro, en habiendo corrido la tienda que le cubría, fue un mar en perspectiva que descubría a los ojos (tanto puede el arte) muchas leguas de agua hasta la ribera opuesta, en cuyo puerto se vían la ciudad y el faro con algunas naves que, haciendo salva, disparaban a quien también de los castillos respondían. Víanse asimismo algunos peces que fluctuaban según el movimiento de las ondas, que con la misma inconstancia que si fueran verdaderas, se inquietaban, todo con luz artificial, sin que se viese ninguna y siendo las que formaban aquel fingido día más de trecientas. Aquí, Venus en un carro que tiraban dos cisnes habló con el Amor, su hijo, que por lo alto de la máquina revolaba. Los instrumentos ocupaban la primera parte del teatro sin ser vistos, a cuya armonía cantaban las figuras los versos, haciendo en la misma composición de la música las admiraciones, las quejas, los amores, las iras y los demás afectos.

Para el discurso de los pastores se desapareció el teatro marítimo, sin que este movimiento, con ser tan grande, le pudiese penetrar la vista, transformándose el mar en una selva, que significaba el soto de Manzanares, con la puente por quien pasaban en perspectiva cuantas cosas pudieron ser imitadas de las que entran y salen en la Corte. Y asimismo se vían la casa del campo y el palacio, con cuanto desde aquella parte podía determinar la vista.

El bajar los dioses y las demás transformaciones requería más discurso que la égloga, que, aunque era el alma, la hermosura de aquel cuerpo hacía que los oídos se rindiesen a los ojos. Esto para inteligencia basta, pues no es posible pintar el aparato sin fastidio, ni alabar las voces y instrumentos, sino con solo decir que fue digna fiesta de sus majestades y altezas, y en regocijo de su salud, que siempre vaya en aumento con suma felicidad, a que entonces escribí así:

Alza la frente de cristal ceñida,
que envidian los corales eritreos,
Manzanares humilde, a los trofeos
sacros al ave del tusón vestida,

Febo español, la luz restituida, [5]
cándida más que en árboles sabeos,
hoy amanece en almas y deseos
por justos votos de su Fénix vida.

Sale de escura noche más hermosa
la blanca aurora a repartir colores, [10]
nieve al jazmín y púrpura a la rosa.

Así Filipe dio rayos mayores,
y amaneciendo su salud dichosa,
los ojos almas y los campos flores.






GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera