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Título del texto editado:
“Memorial informatorio por los pintores. En el pleito que tratan con el señor fiscal de su majestad en el Real Consejo de Hacienda sobre la exempción del arte de la pintura. Dicho y deposición de frey Lope Félix de Vega Carpio, del hábito de San Juan, celebrado en el mundo por su ingenio, que está en los autos de esta causa”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Diálogos de la pintura: su defensa, origen, essencia, definición, modos y diferencias
Autor de la obra:
Carducho, Vicente (ca. 1576-1638)
Edición:
Madrid: Francisco Martínez, 1633


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Fuentes
Información técnica





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Memorial informatorio por los pintores. En el pleito que tratan con el señor fiscal de su majestad en el Real Consejo de Hacienda sobre la exempción del arte de la pintura. Dicho y deposición de frey Lope Félix de Vega Carpio, del hábito de San Juan, celebrado en el mundo por su ingenio, que está en los autos de esta causa


1. A la primera pregunta dijo que conocía las partes por ser personas, cuyas obras son tan conocidas como estimadas, y que cuanto toca a la noticia de la causa, la tuvo y tiene desde que se propuso, con gran sentimiento suyo, por la veneración en que ha tenido y ha visto tener la pintura en todas las naciones políticas del mundo, así en el discurso de sus años, como en los que refieren sus historia, desde que Dios 1 le hizo, que fue el pintor primero de su fábrica y de la formación y simetría del hombre a su imagen y semejanza, que es la mayor excelencia de la pintura, que comenzó Arístides y puso en perfección Praxíteles 2 , y que así le llama San Ambrosio, en el himno Cæli Deus que la Iglesia canta, diciendo en el tercero verso:

Candore pingis igneo.


2. A la segunda pregunta dijo que, habiendo tantos libros que hablan en su nobleza, honor y debida estimación, así en derecho divino y humano como en ejemplos de emperadores, reyes y príncipes, fuera querer comprehender sus excelencias, privilegios y exenciones, dar círculos vanamente en lo que tanto han dicho, que no es necesario poner en duda el ser arte la pintura más que en tener luz el sol; pues, fuera de su interior grandeza, no hay arte liberal que no la haya menester para declararse por líneas, círculos y figuras 3 , como consta de la filosofía en el Menón de Platón y en los problemas de Aristóteles y de la gramática, perspectiva, especularia, geografía, arismética, astrología, anotomía, fortificación, arquitectura y arte militar hasta la filosofía de la destreza, para proporcionar dos cuerpos que combaten. Arte la llamó San Juan Crisóstomo en la sobrescripción del psalmo cincuenta:

Pictores imitantur Arte Naturam.


Y es de notar que llama a la pintura maravillosa historia y, en el proemio al libro 35 de la suya, le llama Plinio arte noble. Asimismo, el doctísimo Vázquez, en su libro de Adorationis cultu, y tantos que sería infinito proceso referirlos. Pero que toda esta generosa grandeza y cuantos atributos hipérboles cesan en llegando a las pinturas sagradas, y que no puede ser mecánico arte divino 4 , que las fabrica implicando contradicción la majestad en que las colocan y la desestimación de los que las pintan. Pues, en el primero templo que Dios tuvo y en la primera figura de la custodia que hoy tiene su santísimo cuerpo 5 , quiso que hubiese serafines y palmas, que, puesto que entre los hebreos no se permitiesen pintores, como nota Orígenes, todo aquello que tiene precisamente dibujo, diseño, modelo, traza y primeros lineamentos es pintura y pertenece al arte. Que no porque al principio solo se pintase en cera y mármol, como escribe Plinio, dejó de ser pintura y pertenecer al arte, como los miembros a la cabeza. Y que donde dice en el capítulo 7 del libro 3 de los reyes que trujo Salomón a Hiram, artífice famoso 6 , natural de Tiro, le llama,

Plenum sapientia, intelligentia et doctrina.


Y que de ningún oficio mecánico le dijo sabiduría, inteligencia y doctrina 7 , consecuencia infalible, por donde consta que lo que contiene sabiduría, doctrina y inteligencia es arte liberal, conformado con la escritura divina: gran excelencia, única y rara, y justamente debida a esta gloriosa emulación de la naturaleza, que solas sus obras se adoran. En cuya razón dijo un poeta:

Honra al pintor, si su grandeza ignoras,
siquiera porque pinta lo que adoras.


Y que por ello San Gregorio, San Damasceno y el Venerable Beda dijeron que las pinturas de las imágenes eran como historia y escritura para los que ignoran, cuya opinión fue de San Buenaventura por expresas palabras, en el libro 4 de su Pharetra:

Ut bi qui literas nesciunt, saltem in parietibus videndo legant, quæ legere in codicibus non valent.


Presupuesto que este testigo sabía y confesaba, que esta honra se les hacía por lo que representaban, causa de ser adoradas, porque la efigie es inseparable del dueño, de quien no se aparta el afecto y el ánimo del que la mira; porque allí, según Leoncio y según la verdad, la intención es lo primero que se requiere. Y dijo también que la reverencia que merece la pintura de las imágenes, y que negaron los iconómacos, definió la sétima sección del Concilio de Trento, y que por ella se podía deducir la estimación que sebe al arte del que la pinta. Y que no obsta decir que la pintura se extiende a fábulas lascivas, de quien habla San Agustín en el libro primero de sus Confesiones, con el ejemplo de aquel mancebo que vio la tabla de Júpiter y Danae; porque a la excelencia del arte no perjudica la idea del pintor, que con distinto genio puede aplicarla, adonde le llevare su albedrío; que una misma licencia tiene la pintura y la poesía 8 , y entrambos sujetos pueden dar materia al arte, sin agraviar la forma. Y que asimismo confirmaron esta verdad todas las naciones políticas del mundo, cuyas honras, privilegios y exenciones se citan copiosamente en el libro de las vidas, y cuyos principios y incrementos trata también difusamente Plinio en diversos lugares de su historia, a que se remite; pero que en nuestros tiempos al Bacho Bandinelo, escultor insigne, dio el emperador Carlos V un hábito de Santiago y a Diego de Rómulo el Pontífice, que hoy vive, un hábito de Cristo, con admiración de haberle retratado 9 . Y lo que era de más consideración, Selín, gran Turco, haber pedido a Venecia hiciese su Patricio al Ticiano por haberle retratado a Rosa Solimana, siendo este título en aquella insigne república de tanta autoridad que en reconocimiento de su valor le dieron al duque de Sessa con sellos de oro. Y que el rey de Fez escribió al señor rey Felipe II le enviase un pintor y le respondió que en España había dos suertes de pintores 10 : unos vulgares y ordinarios y otros excelentes e ilustres (palabras que aparece que las había leído en Orígenes contra Celso, que, haciendo distintos de los pintores, dice que algunos llegan con el pincel a hacer milagros; usque ad miraculum excellunt opera), y otros eran razonable, y otros malos, y que cual de aquellos quería. Respondió el Moro que para los reyes siempre se había de dar lo mejor. Y así fue a Marruecos Blas de Prado, pintor toledano de los mejores de nuestras edad, a quien el Moro recibió con honras extraordinarias, como asimismo el rey prudente para el Escorial a Federico Zucaro, Luqueto o Lucas de Cangiaso, que de sus manos liberales volvieron ricos a Italia, si bien ninguno llegó a lo que pintó el Mudo, nuestro español insigne, como refiere fray José de Sigüenza en la descripción de aquel único y milagroso edificio; y que el rey Felipe III, de santa memoria, habiéndole referido, que había quemado el Pardo, preguntó con gran sentimiento si se había perdido la Venus del Ticiano, cuadro insigne, y diciéndole que no respondió: Pues lo demás no importa. Y que el príncipe de Gales, ahora rey de Inglaterra, cuando vino a España 11 , hizo buscar con notable cuidado todas las mejores pinturas que se pudieron hallar, las cuales pagó y estimó con excesivos precios. Y que el rey, nuestro señor, que Dios guarde, supo y ejercitó el arte de la pintura en sus tiernos años, que esto sólo bastaba para que, cuando no lo hubiera sido, fuera libre desde entonces: y sin su majestad otros muchos reyes y príncipes, damas y señoras, como se vio en Sofonisba, que lo fue de la reina doña Isabel, cuyas pinturas hoy se celebran tanto. Y que para mayor excelencia de este arte nobilísimo ningún hombre ha nacido en el mundo que no haya pintado en su niñes con pluma o carbón en el papel, o en la pared, hombres, caballos, animales, con sólo el impulso de la naturaleza, primera pintora y maestra de pintar, que a nadie ha pagado alcabala, desde que Dios la hizo. Y que piadosamente se creía que muchas cruces e imágenes habían hecho los ángeles 12 , y hoy vivían con veneración los retratos de San Lucas de la Virgen, Nuestra Señora, y que, pues muchas pinturas de esta Señora hacían tantos milagros y ella no había pagado jamás la deuda 13 que nosotros por el primer Padre, no sería justo que sus imágenes pagasen alcabala ni pecho alguno, sino que la exención de su pureza se extendiese a cuanto fuese retrato suyo; porque lo que más generalmente se pinta entre cristianos es su figura santísima y las historias de su vida, oh gloriosas, oh gozosas, oh dolorosas. Y que, siendo tantos los retratos que se hacen de sus majestades, deben correr hablando humanamente con el privilegio que como a señores únicos les toca.

3. A la tercera pregunta dijo que nunca ha visto ni oído decir que la pintura haya pagado alcabala ni repartimiento por ser, como es, arte liberal scientífico 14 . Y que, para que esta verdad quede probada con ejemplo, se vean los libros de la villa de Madrid el año que entró la reina doña Isabel de la Paz, segunda mujer de Felipo II, porque él oyó decir a sus padres que, habiendo salido todos los oficios en Suiza y soldadesca con capitanes y banderas, cajas y arcabuces, sólo se habían reservado pintores, bordadores y plateros 15 . Que siendo esto así no es necesaria mayor prueba, fuera del agravio que se hace a nuestra nación, que de las demás sería tenida por bárbara, no estimando por arte el que lo es con tanta veneración de toda Europa.

4. A la cuarta pregunta dijo que siempre ha sido notoria esta pacífica posesión a los señores fiscales y ministros del Consejo de Hacienda, sin que jamás se haya puesto en plática que haya llegado a su noticia lo contrario.

5. A la quinta pregunta dijo que poner los pintores en este desprecio sería cortar las manos a la pintura, como escribe Zonaras en su tercero tomo, que hizo el emperador Teodosia a aquel famoso monje porque pintaba imágenes, si bien permitió Dios que, después de quemadas, pintase sin ellas 16 ; cuyo milagro califica lo que Dios se sirve de que honren a quien las pinta, y que tiene por sin duda que vendrían a faltar en España pintores excelentes, defeto de notable consideración en nación tan política, y a quien todas las de Europa están atentas por ser tan envidiada su monarquía, y que si el honor cría las artes 17 , como fue común sentencia de la Antigüedad, se signe que la provincia que no les da honor no las merece.

6. A la sexta pregunta dice que así es público y notorio. Y juró, in verbo Sacerdotis, puesta la mano en el pecho, que lo tiene por verdad y que lo siente así. Salva in omnibus, y lo firmó a 4 de noviembre de 1628.

Frey Lope Félix de Vega Carpio,


del hábito de San Juan






1. Dios pintor, primero de todas las cosas.
2. Arístides comenzó la pintura, Praxíteles la perficionó.
3. Pintura es arte que han menester todas las demás liberales.
4. Pintura, arte divino.
5. Pintura mandó Dios la hubiese en el primer templo que hubo en el mundo.
6. Hiram, artífice famoso.
7. Sapiencia, inteligencia y doctrina.
8. La pintura y la poesía tienen una misma licencia.
9. Honras a pintores.
10. Dos suertes de pintores.
11. Príncipe de Gales en España.
12. Pinturas milagrosas.
13. Que Nuestra Señora no pagó la deuda que los demás, por qué ha de pagar alcabala sus imágenes.
14. Pintura, arte liberal y scientífico.
15. Nunca la pintura pechó.
16. Un monje pintó sin manos.
17. El honor cría las artes.

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera